Ariantes: El Hijo del Dragón

SOREN EST BRUM’A

Soren y Alani se hablaban con rostros preocupados sobre lo que Korguen había hecho en el fuerte “El Lucero del Norte”. Él no podía creer que su hermano matara a su padre y su primo, Korguen siempre había sido envidioso, pero tal reacción era insospechada e incomprensible.

Soren no pudo evitar dejar caer unas lágrimas al enterarse de la muerte de su padre, algo que a Alani le pareció hermoso. Ella le contó lo que había pasado luego de su escape del fuerte. Conocía muy poco de la zona, pero sí estaba segura de que debía llegar hasta el punto más al oeste para encontrarse con la ciudad de Taria. Se las arregló para conseguir un caballo en un poblado cercano al fuerte, tuvo que dar a cambio un hermoso colgante que pertenecía a su madre, uno de los pocos objetos de valor que poseía, era de valor más emocional que monetario, pero le sirvió para conseguir que el dueño del caballo se lo vendiera.

Cabalgó hacia el oeste sin descanso, hasta cruzarse con el grueso del ejército Ar-Gun de Soren. Luego de obtener direcciones sobre cómo llegar a la capital rhonda, Alani partió, dejando al ejército tras de sí. Llegó a la Ciudad del Lago, donde vendió el caballo por unas monedas que le alcanzaron para comprarse un pasaje hasta la costa norte del lago, la menos peligrosa, aunque más larga ruta para llegar hasta la península.

Ni bien llegar, pidió hablar con Soren, y eso fue lo que hizo que la encarcelaran, al igual que a él. Las noticias de la traición de Korguen habían volado a toda velocidad a lo largo y ancho del reino. No les permitieron juntarse hasta luego de la audiencia, donde aquél Fe-Gun les había defendido y había conseguido que les perdonaran la vida. A raíz de ese malentendido, el ejército había sido demorado a las afueras de la Ciudad del Lago. La audiencia del día anterior había garantizado el permiso para que las tropas de Soren cruzaran el Gran Lago con la ayuda de todas las pequeñas barcazas estacionadas en el muelle.

Soren miraba el paisaje por la ventana de su habitación. El paisaje colorido de la ciudad le llenaba de alegría, aunque nada podía hacerle olvidar ni un segundo de lo que Alani le contaba. Lo que ahora le preocupaba, más que nada en el mundo, era ella. A raíz de lo que Korguen había hecho, Alani se convertía en una asesina según las tradiciones Ar-Gun. La noticia de que lo habían desplazado del poder debido a su condición de Osh-zoo-ria pronto circularía entre sus propias tropas, y no podía permitirse perder el apoyo de su ejército. Se quedó pensando unos minutos en silencio, hasta que Alani se acercó a él.

Debemos hacer algo – comenzó Soren sin mirarla – No podemos permitirnos perder la lealtad de las tropas.

¿Y qué piensas hacer?

Debo hablar con mis soldados, debemos hacerles saber que es mentira que tú asesinaste a mi padre y a tu hermano. Además, debemos hacerles entender que el que yo sea un Osh-zoo-ria no cambia nada quién soy, ni que soy el legítimo líder. Aunque no será nada fácil, sé que Korguen siempre ha tenido una relación especial con los soldados.

Estos hombres no han escuchado las mentiras desde la lengua de tu hermano, no debes temer. Ellos seguirán las órdenes de quien consideran al legítimo heredero y líder – contestó Alani poniendo una mano en su hombro.

Tal vez tengas razón, pero en este momento debo aprender las artes de la diplomacia de las cuales mi hermano siempre ha sido el mejor alumno, sino perderé la guerra sin ninguna batalla. Además, debemos ver que haremos contigo.

¿Conmigo? – preguntó Alani confundida.

Sí. Si los reportes son correctos, el ejército Ren’al ha jurado lealtad a Korguen Est Brum’a, el nuevo líder. Así, tu no perteneces a ningún clan, y eso no podemos permitirlo.

No puede ser… – dijo desalentada, mientras algunas lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas.

No te preocupes – dijo Soren al cabo de un rato – Creo que tengo una idea. Pero necesito tu consentimiento.

¿Sobre qué? – preguntó ella confundida.

Alani, te pido que te cases conmigo. Así pasarás a ser parte del clan Est Brum’a.

Por supuesto que me casaré contigo, Soren Est Brum’a. Pero eso no lo haré para obtener ningún beneficio, lo haré porque te amo – dijo con lágrimas en sus ojos, luego él se acercó y le besó apasionadamente.

Eso – continuó Soren luego de aquél beso – nos permitirá reunir a todos mis soldados en una celebración, en la cual también seré elegido líder del clan, tras el asesinato de mi padre. Utilizaremos la fiesta para que circule la historia sobre la batalla que tuvimos en el puente contra un número mayor de orcos, nosotros cansados del viaje y desprevenidos. Eso me ganará un poco de respeto entre las tropas. También contaremos lo que hizo Korguen, en especial el asesinato de mi padre y tu hermano. Eso funcionará, al menos por ahora.



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En el texto hay: elfos, enanos, guerra

Editado: 13.06.2019

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