Ariantes: El Hijo del Dragón

ULOG GRO-BASH

Los proyectiles sobrevolaban la cabeza del gran líder de los orcos. Desde el comienzo del asedio, la lluvia de municiones había sido constante. Gracias a la reciente conquista de Zarix, las murallas y edificaciones habían provisto de suficientes elementos para arrojar a través de las catapultas. El incesante retumbar de la roca contra la muralla y el portón habían logrado debilitar visiblemente la muralla del fuerte. Si bien sólo podía accederse a él a través de un puente central levadizo, los ataques sobre las murallas había mermado la capacidad de respuesta de los soldados apostados en ella, obligando a desguarecer las defensas.

Ulog sabía que la única forma de conquistar este fuerte sería a través de un ataque frontal, pero quería agobiar las defensas lo más posible antes de iniciar el ataque. Gracias a la magia de los Fe-Gun, muchos de los proyectiles iban encantados para explotar o cubiertos de fuego. Si bien no sabían si estaba dando resultado o no, Ulog confiaba en que era la mejor táctica. Mientras tanto, había mandado a construir unas escaleras más largas de lo normal, con unos ganchos en la parte superior, que al caer sobre la muralla se engancharían en las almenas. Además, había enviado a reforzar los arietes con una gran capa metálica que evitaría el daño eventual de las flechas, al igual que si en sus defensas decidían arrojar aceite hirviendo.

Durante una semana se dedicaron a atacar constantemente la fortificación antes de iniciar el asalto. Hacía ya dos días que no habían visto a nadie acercarse a la muralla, por lo que Ulog se imaginó que habrían modificado el interior para hacer una barricada. Al menos, eso es lo que él hubiera hecho. Durante el transcurso del asedio, las tropas de Ulog se abastecían de todo aquello que pudieron encontrar en la ciudad de Zarix, que como centro principal del comercio, contaba con unas grandes reservas de alimento. Mientras tanto, las guarniciones que habían quedado en las ciudades y aldeas obligaban a los prisioneros a trabajar de manera esclavizada en la producción de alimentos y otros materiales que eran necesarios para la guerra. De esa manera, habían logrado obtener los beneficios necesarios para no dejar más tropas a cargo del abastecimiento.

Según lo planeado, Ulog atacaría el fuerte Virianti, el cual podía ser protegido por pocos hombres gracias a su posición estratégica. A pesar de esto, estaba seguro de qye no se enfrentarían a pocas tropas allí, pero el grueso del ejército le haría frente en Taria. Mientras tanto, la Ciudad del Lago sería asediada por Kineth Vol-Guin, quien tenía órdenes de no atacar, pues sólo era una distracción. A pesar de ello, sabía que no podía manejar del todo a aquél elfo oscuro, esperaba que Larca, intentando ganar su favor, le recordara lo importante que era que se mantuvieran en su lugar sin atacar. Kurra se encontraba a su lado, y era quien repetía las órdenes del líder al resto de las tropas, era un feroz guerrero y todos le respetaban, incluso Ulog se sorprendió cuando se dio cuenta de que confiaba en que él llevaría a cabo sus órdenes sin chistar, por lo que le tomó cierto afecto. En los días del asedio, Kurra se mostró diligente, y las tropas que habían estado con él en batalla elogiaban su fiereza.

Ulog, para terminar de ganarle, le ofreció un regalo de su arsenal personal, una daga enana labrada, muy bella y brillante, con incrustaciones de rubíes en su empuñadura; era solamente un arma ceremonial y tenía poca utilidad, pero significaba un costoso regalo, que Kurra aceptó gustoso y honrado.

Según los reportes que Kurra había traído, Kineth se preparaba para el asedio cuando marcharon hacia el oeste. Los reportes posteriores indicaban que la ciudad ya había sido sitiada, y Larca aseguraba que podía tomarse con algunas bajas, en su mayoría la de los Fe-Gun. Inmediatamente, Ulog había enviado su respuesta, asegurando que no era el momento de un ataque. En caso de una batalla desventajosa, los soldados podrían llegar a dirigirse hacia Taria a través del gran lago, lo que dificultaría aún más la toma de la anciana ciudad, con sus tres murallas.

Ulog supervisaba la construcción de las armas de asedio. Había decidido utilizar a los Fe-Gun como tropa ligera para tomar las murallas, mientras los orcos utilizaban su gran fuerza para romper la puerta con ayuda del ariete. La toma de las murallas era fundamental para evitar perder mucha gente, ya que el camino de entrada era mas bien estrecho, funcionando como un gran embudo en el cual el los tiros de arco y flecha o ballesta era casi imposible que fallaran.

Estaba atardeciendo, y el cielo abierto del atardecer teñía el futuro campo de batalla de un color anaranjado. Ulog Gro-Bash tomó el cuerno que colgaba de su pecho y sopló por uno de los extremos, dejando escapar un estruendoso sonido que daba la señal para el inicio de la batalla. Inmediatamente, las tropas elfas salieron a toda velocidad cargando las escaleras que les permitirían llegar a las murallas. En el suelo próximo al río, Ulog había hecho unas marcas donde debían colocar las escaleras, ya que había hecho los cálculos para no fallar. Los elfos oscuros tomaron ambos lados de la escalera, mientras que cuatro orcos por escalera impulsaban la estructura de madera logrando, así, que en cuanto la escalera tocara la muralla, ya hubiera elfos listos para abordarla. La ligereza de los Fe-Gun les daba una gran ventaja en esta situación frente a los lentos y pesados orcos. Mientras tanto, la puerta parecía haber sido reforzada, y el ariete no parecía capaz de romper esa defensa.



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En el texto hay: elfos, enanos, guerra

Editado: 13.06.2019

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