Ariantes: El Hijo del Dragón

ULOG GRO-BASH

Ulog, habiendo escuchado el cuerno, se dio vuelta en el momento preciso para ver como Kurra y sus tropas eran embestidas por los cuatro frentes, mientras los elfos oscuros combatían en las calles. Luego centró su vista en Soren, quien con su espada Flanduin elevada en el aire, ordenaba al resto de las ropas defensoras marchar al ataque al grito de “¡Victoria!”. Observaba perplejo al joven Ar-Gun que lideraba a los defensores. Había obrado de una manera tal que esa idea, en parte pensada como un último recurso, les había dado el impulso necesario para que los defensores recobraran fuerzas. Ulog dividió sus fuerzas orcas en dos partes iguales, bloqueando ambos extremos de la amplia avenida que conducía desde la puerta de entrada de la ciudad hasta la puerta de la segunda muralla. Llenó los la formación con los elfos oscuros que se reorganizaban bajo su mando.

Ulog se topó con Kurra, a quién tomó por el cuello, pues tenía muchas ganas de propiciarle una gran golpiza, aunque se contuvo, para solo arrojarlo a un costado. El lugarteniente tomaba su garganta con ambas manos, mientras tosía con fuerza. Ulog evaluaba la situación, porque sabía que la batalla estaba a punto de ser perdida.

Kurra, toma seis soldados y un puñado de elfos, ve hacia la muralla sur, donde esté el otro ariete.

Sí, señor. ¿Continuaremos con el asedio de la puerta?

No, busca algún lugar de la muralla que esté débil por nuestros ataques. Que los elfos sirvan para algo y con su magia ayuden a destruir el muro, necesitamos una salida, y rápido.

Sí, señor – respondió Kurra.

Cuando la brecha esté abierta, sopla el cuerno, y nosotros podremos salir en caso de necesitarlo.

Mientras Kurra salía corriendo con un puñado de soldados, Ulog se colocó dispuesto a dirigir las tropas que venían a la carga desde la segunda muralla. Comenzó a dar órdenes de que arrojaran escombros en el camino, poniendo obstáculos para una marcha cerrada del enemigo. La batalla con los enanos parecía controlada, pues ninguno cedía terreno, a pesar de la diferencia numérica. En el otro extremo, Ulog dispuso una formación cerrada de orcos, con arqueros y guerreros Fe-Gun en los flancos, sabía que era un riesgo, debido a la debilidad de esos guerreros, pero necesitaba que el bloque orco fuera cerrado, para así maximizar su efecto de choque. Cuando las tropas de Soren llegaron a su encuentro, Ulog le esperaba firme y orgulloso. Los humanos no participarían en el último tramo de la batalla, habían quedado atrás, fortificando la puerta y defendiendo la muralla por si sucedía alguna sorpresa. Los Ar-Gun restantes, al igual que el remanente de “Las Bestias del Rey” se presentaban para el combate.

Ambos ejércitos se observaban, buscando falencias en la formación, pero aparentemente no las había. Las tropas pesadas Ar-Gun se encontraban en el centro, las ligeras en el flanco izquierdo y los semi-orcos en el derecho.

En un movimiento que resulto raro para Ulog, Soren envió a las bestias en una carga descomunal contra el flanco izquierdo de Ulog, quien sin pensarlo movió a sus orcos para que recibieran el impacto brutal de su carga. Cuando el choque se llevó a cabo, Soren envió a sus piqueros a la izquierda, atacando a los Fe-Gun, mientras recibían sus flechas. Las tropas ligeras habían quedado en reserva. Soren se dedicó a esperar, a pesar de que luchando así estaba en desventaja. Ulog combatía y no entendía por qué el elfo no enviaba todas sus tropas, solo miraba el combate, mientras sus tropas se defendían en inferioridad numérica.

En la puerta, las tropas de los orcos comenzaban a sufrir el cansancio de la prolongada jornada de combate. Lo mismo sucedía con los enanos, que luchaban con todo su ímpetu pero que, a pesar de ello, sentían un gran cansancio y no podían mantener el ritmo de la batalla.

Ulog dividía su tiempo entre el combate y las directivas. Por suerte para su ejército, la noche había caído, dificultando la vista de los defensores, a la par que daba una ventaja a los elfos oscuros, quienes aprovecharon esta ventaja para influir un mayor daño a sus enemigos. Ulog, tan confiado de salir victorioso durante el resto de la guerra, comenzó a tener dudas acerca de lo que debía hacer. Fue eso lo que no le permitió percatarse que los piqueros que Soren utilizó para presentarles batalla a los elfos oscuros estaban generando una brecha en su flanco derecho. Soren, esperando ese resultado, envió a sus tropas ligeras a ensanchar la brecha, obligando a los elfos oscuros y los orcos a dividirse. Ulog, al igual que antes Kurra, había caído ante el ingenio del líder Ar-Gun.

El impacto del golpe fue tremendo, las tropas de Soren, habiendo recobrado el aliento, propusieron un impulso extra a las tropas defensoras, que hicieron retroceder a las tropas de Ulog a pasos agigantados. Ulog comprendió en ese momento que la batalla no tenía forma de revertirse para su beneficio. De fondo, escuchó el cuerno de batalla que había entregado a Kurra. Soren escuchó sin comprender lo que sucedía, pero lo entendió al ver que Ulog hacía señas indicando a las tropas que se replegaran hacia el sur. Algunos orcos no estaban de acuerdo con la idea de huir, pero el movimiento se masificó, haciendo que incluso los detractores se unieran al éxodo.



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En el texto hay: elfos, enanos, guerra

Editado: 13.06.2019

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