Es curioso como seres con más opuestos
que similitudes compaginen,
al punto de crear un lazo.
Sobre todo, cuando este extremo
debería de abundar mayormente lo similar.
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Aunque no todo lo que se teoriza
se puede afirmar,
porque solo en la práctica
se corrobora la veracidad.
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El inicio lo marcó algo tan simple.
Un almuerzo poco saludable,
una plática casual;
y salió a la luz el hobby en común,
que sirvió como hilo de guía
para iniciar una posible amistad.
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Como gatos ariscos aparentemente quietos
nos observamos y evaluamos a la distancia,
pero el amor a las letras nos acercó más.
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Nos fuimos abriendo de apoco,
un paso a la vez.
Encontramos locura y gustos parecidos,
otros como el azúcar y la sal.
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Pero a pesar de todo
empezamos a compartir secretos,
y cuando nos dimos cuenta,
ya nos habíamos convertido en amigas.