Aroma de la Noche (venus)

VIII

forma solo por pensarlo.

Doy un gran suspiro antes de sacar mi violín de su estuche, y Alicia parece notarlo.

–¿Estás bien, querida?– sus ojos verdes, que brillan por la luz del sol, me miran con preocupación mientras me fuerzo a asentir.

–Me he estado sintiendo un poco perdida. Nada más.

Alicia me mira como si no me creyera, pero no dice nada, y lo agradezco. No tengo ganas de abrirme y sentirme como una tonta por sentirme así por alguien. No después de aquella vez en la que me sentí una estúpida, me abrí emocionalmente y salió mal.

–Lo entiendo, querida, pero quiero que sepas que puedes contar conmigo para lo que sea.

–Gracias, Alicia, de veras.

Suspiro nuevamente, tomo mi violín y comienzo a tocar “The swan” de Camille saint-saëns.

Mis dedos, callosos, vuelan por encima de las cuerdas del violín.

No suelo moverme cuando toco, pero esta vez cada emoción toma posesión de mi cuerpo, dejándolas salir en cada nota musical.

Cuando la última nota desaparece de entre mis dedos me siento más ligera. Cierro los ojos, suspirando como si mi lucha interna hubiese desaparecido.

–Veo que te sientes mejor. Sabes–dice mientras se toca la barbilla–, vamos a esperar a Freddy y a su hermana, los invité a comer. Quiero que toques esa melodía cuando vengan–. Me mira con una sonrisa socarrona, como si entendiera todo lo que pasa. Yo la miro sorprendida. Maldita sea, Alicia sí que es una mujer que no se rinde. Solo espero que esto haga algún cambio en esta tensión.

Alicia me coloca un delantal y me pone a amasar una masa de galletas que previamente habíamos preparado junto con el pavo que se está cocinando detrás de mí. Me concentro en la masa y la cara de Frederick se cruza por mi mente. Golpeo la masa un poco más fuerte de lo que debería. La masa fría en mis manos, el olor del pavo y la calidez del horno hacen para mí un ambiente más tranquilo.

–¿Estás bien, pequeña?– pequeña, odio ese apodo, sin embargo ahora me parece extraño escucharlo de nuevo y genera una especie de melancolía en mí.

El timbre suena y es ahí cuando mi corazón late como nunca antes. Me concentro en la masa, tratando de parecer desinteresada, cuando los gritos de felicidad de Alicia me sacan por completo de ambiente.

–¡Pasen, pasen!

Temblando y con las manos enharinadas, me quito el delantal y me asomó al corredor, hay una chica rubia, de vestimenta alegre. Y luego ahí estaba él: Frederick. Con una remera amarilla con un Arturito en grande. No puedo evitar sonreír, a mi me encanta Star Wars también y Arturito es mi personaje favorito.

Se le ve tan relajado, no como ayer en la casa de Alien, cuando mencionaron mi nombre y la manera en la que se tensó…

–Olivia espera, pasen.

Cruzamos miradas por un momento y enseguida me pongo aún más nerviosa y me escondo de nuevo. Sin saber qué hacer me pongo a hacer bollitos con la masa.

–Hola, Olivia– dice, esperando una respuesta, pero lo único que hago es una seña con mi cabeza, casi ignorándolo.

Nos miramos por un momento que pareció una eternidad hasta que llegó su hermana. Una chica bajita, pecosa y alegre, que me saluda eufóricamente.

–¡Hola, mi nombre es Ashton, un gusto!– Me tiende la mano y cuando correspondo a su saludo, me sacude la mano emocionada– Soy la hermana de Frederick, por cierto.

Me guiñó un ojo de una manera exagerada y lo único que me salió fue sonreír nerviosa.

–Siéntense, por favor, tú también, Olivia.

Enseguida me limpio las manos y me siento en la primera silla que vi que, por desgracia, estaba junto a Frederick. No sé cómo Alicia logra hacer todo esto, quizás organizó todo esto con Ashton, pero lo único que sé es que está funcionando. Frederick y yo intercambiamos miradas muy de vez en cuando, muy pocas eran las que duraban. Pero esas, ay esas, eran las que más dolían.

–Olivia, querida, ¿por qué no tocas esa maravillosa pieza que tocaste hoy?

Su propuesta me toma por sorpresa y no me queda otra que asentir y pararme para ir a buscar el violín. Siento un nudo en mi estomago que nunca había sentido antes al plantearme tocar el violín. Lo saco nuevamente de su estuche y su tacto familiar me reconforta de alguna manera. Me quito el flequillo de los ojos y ahí es cuando comienzo a tocar esta pieza de nuevo. Es melancólica, lo cual hace más vívido este momento.

Me sumerjo en la melancolía que contiene la canción y me dejo llevar por la anterior, todavía con los sentimientos a flor de piel.

Al terminar, cuando abro los ojos, noto como Ashton me mira asombrada y aplaudiendo junto con Alicia, rompiendo el silencio que abundaba en el comedor. Frederick no dice nada, solo una leve sonrisa, pero no le correspondo.

La jornada transcurre normal: risas, galletas y canciones, hasta que Frederick se me acerca, en ese momento mi corazón dejó de latir.

–Hey– se sienta a mi lado con una sonrisa forzada–, ¿cómo has estado?

–Bien– digo tajante, queriendo hacer notar mi descontento por lo que pasó hace unos días.

Busca mi mirada, pero trato de esconderla, pero al final la encuentra. En sus ojos hay arrepentimiento, pero estoy segura de que va a hacer lo mismo la próxima vez que nos veamos. O quedemos solos… la idea me aterra, ni siquiera sé por qué estoy pensando en esto.

Sé que mañana en la escuela me ignorará como lo hizo en lo de Alien.

–Mañana voy a lo de Alien, ¿quieres ir?– enarco una ceja. ¿en serio está preguntando esto como si nada hubiera pasado? Lo miro, aún con las cejas enarcadas, esperando que esto sea una broma.

–No. ¿No era que no te gustaban mis dramas? No entiendo por qué estás hablando conmigo de todas maneras.

Sus ojos parecen tristes, decepcionados por mi respuesta.

–Creo que es hora de que me vaya– me levanto y agarro mis cosas, esperando que no me siga. Me despido de todos y me voy.



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En el texto hay: comedia, romance, amoradolecente

Editado: 17.09.2024

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