Estaba recién levantado en la madrugada, ya eran las 5AM y debía levantarme para
poder arreglarme a tiempo para mi colegio. Recordé que esa noche mis padres
estaban por fuera y me quedé totalmente solo en casa.
Era algo incómodo de cierta forma, mis sonidos propios y el saber de mi soledad me
hacían dar más tiempos a que mi mente me golpeara aún más. El tiempo pasaba
lento, como inmóvil...
Me vestía sin apresuro alguno, intenté preparar un desayuno medianamente digno
con huevos y pan. Realmente me agotaba un poco ese hecho, pero no me interesaba
mucho, al fin y al cabo, a mis 15 años ya me creía mayor.
No me iba mal en materias o algo, pero quería realmente sacar ese primer puesto
para impresionar a mis inertes padres frente a mis problemáticas. Ya sin pleito alguno
fui a mi escuela a tomar las clases aburridas de siempre, a ver los mismos rostros de
siempre y a aburrirme como siempre.
Ya en mi casa también hacía lo de siempre, pedía un almuerzo común por domicilio,
jugaba un videojuego típico de consola unas 2 horas y luego me dedicaba al estudio
para intentar mejorar, extrañamente mis padres aparecían así que debía cuidarme a
mí mismo.
Consumía mis pastillas contra el insomnio y el estrés como lo decía el
doctor, aunque no puedo negar que me gustaba tomarlas.
Ya en aquel conticinio que se hacía presente en mi casa decidí subir a mi habitación
a dormir como siempre.
Me desperté a las 2AM, o al menos eso decía mi reloj de mesa. Un extraño crujido en
mi casa resuena, lo cual me aterra mucho, pero en esa irracionalidad que me impone
mi alma decidí usar mi mente de forma empírica y determiné que quizás era un ruido
de la calle o quizás mis padres habían llegado, así que salí gritando sus nombres de
forma que pudiera retumbar en la casa, pero fue inútil, lo único que lograba escuchar
eran los latidos de mi corazón exasperante que por instinto me advertía que la
oscuridad era peligrosa.
Ya con algunos quejidos me decidí sumergir en mi azulada cama con la intención de
descansar realmente, lo cual fue un fallo, ya que de repente mi alarma sonó de forma
imprevista marcando ya las 5AM.
“¿Eh...? ¿Ya ha pasado tanto?” pensé.
Otro día más, se me hacía un infierno. Sin duda esto de la monotonía no es lo mío,
fui a la escuela como siempre y llegué a mi casa como siempre, a hacer lo de siempre.
Fui a tomar mis medicamentos de siempre, como siempre, ya estaba harto de la
rutina, pero debía seguirla.
Justamente a la 1AM me desperté porque escuché los crujidos de ayer, lo cual hizo
que me alterara, ya tenía la incertidumbre en el pecho ya que sabía que no eran mis
padres ni mucho menos venía de la calle. Se escuchaba como pasos, “¿pasos?, ¿en
mi casa pasos? Ahora sí que estoy loco” me dije a mí mismo, intenté dormir como
pude, pero ese maldito sonido me torturaba más y más.
Cada segundo con este me parecía más cercano así que en forma de protección me
cubrí en mis mantas hasta que mi cuerpo sólo veía por pequeños orificios la realidad.
Mi tela azul que hacía de escudo era el único método para protegerme hasta que
sentí cómo una presencia se colocaba sobre mí y luego desaparecía con el sonido de
la alarma.
Otra vez me quedé despierto toda la noche. 4 horas de sueño restadas a mi vida que
de seguro en clase serían recobradas, pero, contra todo pronóstico yo no sentía
cansancio alguno, más bien me sentía enérgico en mi vida de siempre, aunque había
algo que me aterraba. Sufría de amnesias constantes y aparecía en los mismos
lugares en los que había estado ayer, merendaba lo mismo. Estaba realmente
confundido, es como si el tiempo retrocediera.
Volví a mi casa como siempre sólo que en esta ocasión estaban mis padres.
Tan emocionado como nunca decidí correr hacia ellos y contarle lo que estaba ocurriendo,
pero ellos me respondieron con un “¿cómo te fue en tu primer día de clases?”, lo cual
era ilógico ya que estábamos a mediados de año, les hablaba de lo que estaba
ocurriendo y les pregunté dónde estaban y estos no me escuchaban, decían cosas
sin sentido alguno sobre el primer día de clases y cómo esperaban que yo mejorara.
Estaba asustado, tanto que me eché para atrás y les grité, pero no hubo ninguna
reacción aparente. Como en un estado grabado, hasta que me di cuenta de que
usaban ropa de gala como aquel día, aquel día de la asamblea de padres donde había
que ir bien presentados.
Desesperadamente corrí a mi cuarto y quedé tan confundido que caí de cola al ver la
escena, era mi cuarto de cuando era bebé, lo sabía por las fotos que mis padres me
mostraban. Me encerré rápido en el baño que sí parecía estar todo en orden y decidí
organizar mis pensamientos.
Mi sudor parecía un río, decidí buscar mis pastillas para calmarme con la esperanza
de que quizás fuera sólo una alucinación, me tomé un poco más de lo necesario, pero
sin temer logré abrir la puerta de mi baño y ver que mi cuarto estaba en la normalidad,
era la hora correcta, sólo que esta vez escuché los crujidos y pasos afuera de mi
cuarto.
Esos malditos ruidos otra vez, gritaba en voz alta ya llorando por el cansancio. Salí
corriendo fuera de mi habitación al pasillo y me encontré nada más y nada menos que
con una oscuridad tan espesa que me ahogaba. Era de noche, volví a mirar a mi
cuarto y este estaba totalmente vacío. Sin un alma.