Arreglados

Capítulo 2: Isaac

Ethan y Spencer cuentan un par de chistes mientras bebemos en un bar, las chicas nos obligaron a venir pero parece que el único que no se lo está pasando bien soy yo, hasta mi novia parece disfrutar con las chicas, y eso que ellas le tiene un poco de recelo.

— ¿Diga? — Spencer le grita a su teléfono. — ¿Eric? — silencio. — Vale, vale, dale el teléfono a Idara. — se ríe. — Estoy en una discoteca, no me grites. — le pide él, estoy muy atento a la llamada. — Espera, te pongo en manos libres.

— Eric, quieto. — le pide a un hombre, supongo. — Te decía que Karl me llamó ayer y se me olvidó decirle que mi psicóloga quiere que os agradezca por los pasteles que le mandastéis.

— ¿Le gustaron?

— Si, dice que muchas gracias. — se ríe. — Me voy a trabajar, Eric, perdón no se está quieto. Por la mañana tiene exceso de energía. — hace una pequeña pausa. — Te quiero, adiós.

— Yo también te quiero Ida. — y cuelga. — Ojalá puedan conocer a Eric, de seguro les caerá genial. — se ríe.

— No creo. — susurro.

Me levanto de la mesa para no tener que soportar como Spencer habla del novio de su hermana pequeña, no sé lo que tendrá ese chico que les cae tan bien a los tres hermanos de Idara, yo también fui un buen novio falso y un buen marido aunque de eso ni haya constancia porque Idara anuló nuestro matrimonio.

Estoy fuera cuando Alana sale para ver si estoy bien, solo asiento con la cabeza. Todavía no sé de que forma acabamos saliendo ella y yo, no me malinterpreten, Alana es una mujer hermosa y le tengo mucho aprecio por ser mi amiga pero no tengo ese tipo de sentimientos por ella y ahora no quiero hacerle daño diciéndole que no pienso en ella como algo más, que sigo pensando en esa mujer de cabello naranja.

— ¿Pasa algo?

— Alana, de verdad eres buena…

— No hace falta que sigas, sé lo que vas a decir. — suspira. — No te preocupes, puedo seguir siendo tu amiga pero debes superarla, lo más probable es que ella no vuelva.

— Lo sé, incluso acabo de escucharla hablando con Spencer y parece que tiene un nuevo novio.

— Eso debe de ser doloroso. — asiento. — Debes amarla mucho si después de cuatro años sigues esperándola.

— No he amado a nadie en mi vida como la amo a ella. — suspiro. — Gracias por no enfadarte Alana.

— También quería romper contigo. — se ríe.

Después de diez minutos más hablando la llevo a su casa y yo me voy a la mía, sigue vacía desde que ella se fue. Subo hasta su habitación, sigue intacta y todos los días la limpian sin cambiar nada de sitio aunque en verdad no hay nada, solo un par de zapatos que dejó de lado y por supuesto su violín.

Me siento en el suelo recordando la única vez que la vi sonreír de verdad, como sus ojos se iluminaron de alivio y como se le arrugaba la nariz después de sonreír. Recuerdo su olor característico a vainilla y su larga melena naranja.

Debo reconocer que la echo mucho de menos, no esperé que tanto. Creí que podría superarla después de unos meses pero como dice ese famoso dicho “hay amores que marcan y no se marchan”, supongo que ella es ese amor del que no puedo deshacerme por mucho que quiera. Todo sería más fácil si no siguiese sintiendo nada por ella porque uno de mis mejores amigos es su hermano mayor, mi prima es su mejor amiga y próxima cuñada y Esther también la adora así que estoy rodeado de gente que siempre la menciona de una u otra forma.

 

Me despierto dolorido, normal porque he dormido en el suelo del cuarto de Idara, y no es muy cómodo que digamos. Me levanto y voy a darme una ducha en mi cuarto de baño. Echo de menos como me hacía sentir Idara, cuando estaba a su lado era como renacer, no sé como una persona puede hacerte sentir tanto, lo creía improbable.

Desayuno solo, todo en esta casa desde que se fue Idara es solitario, es por eso que pocas veces vengo, solo cuando salgo de fiesta con mis amigos para no molestar a mis padres cuando llego muy tarde.

Abro la puerta cuando alguien llama, mi prima y Spencer entran sin que los deje son bastante más rápidos y yo todavía estoy medio dormido a pesar de haberme dado una ducha.

— ¿Qué pasa?

— Solo queríamos avisarte de que Idara estará en nuestra boda, quiero que te comportes.

— Soy un hombre adulto.

No va a ser fácil pero me niego a incomodar de cualquier forma a Idara y si ella no me quiere cerca pues no me acercaré. Entiendo que Idara me odie aunque yo no tenga culpa de nada, sus “padres” no la dejaron ser ella misma porque querían que fuese la mujer perfecta para mí lo que al final no les resultó porque lo que más me gustaba de ella era esa parte que mostraba cuando creía que nadie la veía.

— ¿No sientes ni un poco de curiosidad?

— No. — miento. — Ella me dejó las cosas muy claras en su carta.

— Ya, te dijo que se iba a una clínica para personas con trastornos de la conducta alimenticia, ¿no quieres saber si lo superó?

— Supongo que sí, sino vosotros dos estaríais preocupados y no lo estáis, se os ve bastante relajados.

— Con esa actitud me recuerda a Idara hace unos años. — dice mi prima con una mueca. — Vuelve a ser mi primo, ella no te dejó porque te odiase sino porque necesitaba estar completamente sola, ¿Sabes? Nosotros tampoco sabemos donde se encuentra.

— Pero su padre sí.

— Claro, alguien debía saberlo. — dice Spencer con voz calmada. — Y mi hermana le pidió no abrir la boca, y cuatro años después no sabemos donde está ella, solo como está y si, está bastante bien. — asiento, me alegro de saber que está bien. — Espero que todo vaya bien en nuestra boda y que no pase nada entre Idara y tú.

— No quiero echaros, pero voy a casa de mis padres.

Ellos y yo salimos juntos de la mansión y luego se despiden de mí. Mientras conduzco pienso más en ella, al final Idara tenía razón, el asunto de nuestro contrato por un matrimonio falso quedó en el olvido cuando salieron aquellas fotos de Idara. Las fotos llenaron internet por semanas, muchos hablaron mal de los Lewis pero como Idara desapareció las fotos perdieron valor y en menos de un año todos lo habían olvidado menos nosotros. Los Stone y los Wilson no hemos olvidado ni mucho menos perdonado y lo mostramos en todas las fiestas, así como no vamos a las fiestas que organizan los Lewis como protesta.




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