Arreglados

Capítulo 14: Isaac

Después de salir del juzgado me siento terriblemente cansado, a un punto en que creí era imposible. Los abogados de la familia de Idara son agotadores, hacen preguntas incluso cuando la respuesta no es la que quieren escuchar, a veces presionan tanto que incluso el juez tiene que hacerlos retroceder porque sientes que te están atosigando y esto está afectando a Idara. Puedo verlo en sus ojos verdes cansados o en como sus manos se mueven con ansiedad. Para mí está siendo duro, pero ella se está desnudando ante una sala entera y ante las cámaras de los distintos periodistas que están cubriendo el juicio. Está siendo agotador tanto física como mentalmente.

— Isaac. – su dulce voz me saca de mis propios pensamientos. – ¿Te importaría llevarme a por Eric?

— Vamos. – ella me sonríe, con cansancio pero es una sonrisa sincera.

Aparcar en la escuela infantil a la que asiste Eric es algo más complicado que la primera vez, y no por la cantidad de padres que vienen a recoger a sus hijos. Ojalá fuese eso. Se debe a la cantidad de periodistas que hay esperando a poder sacar alguna exclusiva de todo este caso mediático, o que en su defecto Idara y yo les digamos algo de importancia o que ellos puedan tergiversar para que haya más polémica de la que ya hay con todo lo que está ocurriendo.

¿No es suficiente la infidelidad de la madre de Idara?¿O el descubrimiento del abuso por el que Idara tuvo que pasar? La delgadez de Idara no es tema nuevo, muchas veces las revistas de cotilleos han resaltado su delgada figura, aunque debo decir que como algo bueno aunque no lo fuese. Por culpa de muchas de esas revistas hay niñas pequeñas con trastornos alimenticios.

— Idara, Isaac, por favor, una pregunta. – nos pide un periodista.

— Contestaré preguntas una vez terminado el juicio, esperen hasta entonces. – dice ella de mala manera.

— Por favor, una ahora.

— No. – respondo yo bastante cortante y empujando a algunas personas.

Al final nos hacemos paso entre la marea de periodistas y podemos entrar al interior de la escuela infantil donde les prohíben el paso a los periodistas. Idara les agradece a la seguridad del recinto y ellos le devuelven el gesto.

— Buenos días. – nos saluda la profesora de Eric. – Ya he visto el problema de fuera.

— Lo siento mucho, de verdad. No creí que fuesen a seguirme hasta aquí.

— El problema lo tienen ellos, no usted. – le sonríe con tranquilidad. – Hemos llamado a la policía para que los echen, solo esperen un poco a que se vayan.

— Gracias.

Nos quedamos dentro de la clase hasta que escuchamos las sirenas de los coches patrulla que para nuestra suerte y la de todos los padres que quieren recoger a sus padres, echan a los periodistas no de muy buenas maneras porque se negaban a irse.

— Muchas gracias, enserio. – les vuelve a decir a la profesora. – Eric, vamos.

— Estoy cansado.

— Solo vamos al coche de Isaac y duerme ahí.

— No, tengo sueño.

— Mamá también está muy cansada Eric, no tengo fuerzas…

— Yo lo llevo en brazos.

Eric me mira antes de acercarse a mí y que yo lo tome. Apoya su cabeza en mi hombro y voy escuchando como su respiración se vuelve mucho más pesada hasta que se queda muy dormido.

— Muchas gracias.

— Tienes que descansar. – le devuelvo. – ¿Por qué nos os quedáis un rato en mi casa y después os llevo a la casa de tu padre?

— Necesito dormir y en casa hay tanta tensión que es casi imposible. – resopla. – Acepto a dormir un rato en tu casa.

Con mucho cuidado acomodo a Eric en su silla, no se altera ni un poco. Conduzco rápido pero seguro hasta mi casa. Para nuestra suerte, los periodistas, a excepción de un par, creyeron que iríamos a casa de su padre y no nos impiden la entrada a la casa.

— Vamos a tu antigua habitación.

Idara se quita los zapatos al entrar y se tira a la cama, sonrío al ver de una forma que antes era casi imposible. Al verla libre, a pesar de todo el cansancio y el estrés por el juicio, es libre y le sienta de maravilla, se ve incluso más joven que antes.

— Te despertaré en un rato, cuando vayamos a cenar.

— No, necesito que Eric duerma menos. – se ríe. – Sino por la noche no será capaz de dormir hasta bien tarde.

— ¿Cuánto tiempo sueles dejarle?

— Una hora.

— Bien, me pondré una alarma para despertaros en una hora.

— Gracias por todo Isaac.

— Haría lo que fuese por ti Idara, te amo. – ella me sonríe.

— Yo también te amo y haría lo que fuese por ti.

Cierro la puerta y apago la luz para dejarlos descansar mientras yo adelanto el trabajo que llevo atrasado por el juicio. Por una hora no descanso ni un segundo y consigo adelantar casi todo el trabajo atrasado. Mando documentos y convoco un par de reuniones importantes que debo tener sábado porque entre semana tengo demasiadas cosas que hacer como para dedicarle un solo segundo a una reunión que no es tan importante como Idara y Eric.

— Idara, Eric. – los llamo. Ellos se desperezan de la misma forma y restriegan sus ojos de forma adorable antes de mirarme. – ¿Descansaron?

— Bastante. – sonríe Idara. – Eric, ¿quieres jugar en el patio de Isaac?

— ¡Sí! – grita el niño con emoción. – Mami, ¿novio? – me señala.

— En algún momento. – le sonríe antes de levantarse de la cama, y andar descalza como tanto le gusta. – Isaac, ¿vamos?

— ¿Eh? sí. – digo aún un poco traspuesto y emocionado por su frase anterior.

De la mochila de Eric, Idara saca varios juguetes y después bajamos hasta el jardín, no hay nadie que nos pueda molestar, y el pobre niño no puede ir a un simple parque sin que los periodista lo acosen a él y a su madre. Mi jardín es lo más parecido a un parque a lo que puede ir en estas semanas.

Idara se sienta en una de las sillas dobles que hay y observa a su hijo con bastante felicidad, yo ocupo el otro lado y miro a Eric de la misma forma.

— ¿Cómo decidiste adoptarlo?




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