Artemisa

Capítulo cinco

Se acerca a mi y me da un beso en la mejilla mientras se sienta en la silla desocupada de mi mesa.

-No esperaba encontrarte por aquí- dice mientras me sonríe.

-Tampoco pensé que te encontraría en mi restaurante favorito.

-Que casualidad ya que también es mi restaurante favorito.

-No creo en las casualidades, Cristóbal-  le digo mientras le doy una sonrisa de boca cerrada, no me gustan las casualidades y no quiero ser maleducada. Al igual que no quiero explicar por que no me gustan.

-Que pena que no creas en las casualidades. permíteme decirte que son sucesos de coincidencia extraordinarios que mayormente hace que conozcas personas extraordinarias - sus ojos apagados me hacen sentir, no se como explicarlo, pero se siente feo y no se por que yo me siento así.

-Creo que estas exagerando un poco y parece una definición sacada de Google- ¿Qué se fumo este? Yo quiero.

-La verdad estoy en una cita a ciegas que me organizo mi madre, estoy totalmente incomodo con la situación y me parece mas interesante divagar contigo a decir verdad, claro si no te molesto y no estas esperando a nadie.

-Creo que podria sacarte de aquí y llevarte a un lugar en el cual a mi me ayuda a desconectar. Y desde luego no estoy esperando a nadie- le doy una pequeña sonrisa que se acentúa mas cuando veo que sus ojos brillan.

-Acepto.

-Espérame que enseguida regreso. Ve hacia el Lamborghini huracán naranja que hay estacionado afuera que ya salgo.

No escucho su respuesta por que me dirijo hacia Aixa que mande mi pedido a mi casa. Me despido de ella y me dirijo afuera en camino a mi precioso auto. Veo a Cristóbal hablando por teléfono y cuando a penas me ve llegar a el finaliza la llamada, ok eso fue un poco incomodo pero no le tomo importancia.

-No tengo idea a donde iremos pero estoy listo.

-Tranquilo, no te asesinare. Al menos no todavía.

-Seria un placer ser asesinado por usted, señorita Stark.

-Seria un placer tener su sangre en mis manos, señor Müller.

 Tal vez pueda ser un poco cliché típico de libro pero voy a llevar a Cristóbal a mi lugar seguro porque el desde el primer momento me transmitió esa confianza que no encuentro muy seguido en las personas así que no pierdo nada. En realidad no suena cliché sueno como una mujer desesperada que al parecer no le dan la atención suficiente. Soy patética pero el logro gustarme en poco tiempo y eso me parece fantástico ya que no me sucede seguido y llevarlo donde me siento libre no me parece mal plan.

El viaje fue bastante tranquilo y no hablamos en lo absoluto, fuimos en un cómodo silencio escuchando canciones triviales que pasaban por el estéreo. Estaciono una vez llegamos y como es de noche saco las llave que me dio el dueño del lugar por si quiero venir a entrenar para despejarme y hoy las voy a usar, por un lado me es extraño traer aquí a Cristóbal ya que con Irene y Cristal nunca lo hice, pero bueno es cuestión de lo que suceda en el momento.

-Tal vez suene estúpido pero lo voy a preguntar. ¿Dónde se supone que estamos, Arte?

-Estamos en un club donde hay una pista de patinaje sobre hielo así que vamos a eso, a despejarnos patinando.

-No quiero ser desconsiderado pero yo no se patinar.

-Pero yo si y eso es suficiente. Le enseño a niñas de doce años puedo con un grandulón de casi veinticuatro años.

-Así que tengo la suerte de que me enseñe la increíble Artemisa Stark.

-Se podria decir que si, así que ahora cierra el pico y sígueme.

-Como diga profesora Stark.

Entramos al establecimiento en silencio y enciendo las luces, le hago una seña para que me siga y el distraídamente me sigue ya que esta medio fascinado mirando a su alrededor los trofeos, las medallas, los vestuarios con los cuales se gano alguna competencia están enmarcados y colgados por las paredes junto al cuadro de las patinadoras estrellas del club y me enorgullece estar ahí. Hay trofeo, medallas, vestuario y fotos mías. Realmente era buena pero bueno, paso lo que paso y debí dejar el patinaje profesionalmente. Igualmente soy feliz enseñándole a las peques,

-¡Wow! realmente eres exitosa en el patinaje.

-Era exitosa, ya que ahora solo me dedico a enseñarles a las pequeñas a cumplir su sueño como yo lo hice en su momento.

-No quita que sigas teniendo trofeos y seas una reina en el patinaje, una gran mentora tienen tus pequeñas alumnas.

-Bueno basta de charla y vamos que te voy a enseñar a poner los patines.

-Ok lehrer- ay no, que no empiece a hablar en alemán por que me mojo y no la cara.

-Le voy a decir a Cristal que me enseñe a hablar alemán porque me urge entenderte un poco al menos.

-Te puedo enseñar alemán si tu me enseñas italiano, me parece un trato justo ¿Y a tí?- me sonrie mostrando sus bonitos dientes.

-Affare.

-¿Y que significa eso?

-Trato y te voy advirtiendo que soy una profesora muy exigente.

-No me importaría que me castigaras si desobedezco, lehrer.

-Bueno bueno, vamos a los camerinos donde hay unos patines para ti- decidí cortar con tal insinuación porque no es momento para andar de caliente.

Estamos en los camerinos y me pongo rápidamente a mis patines para poder ayudar a Cristóbal pero resulta que se lo supo poner bastante bien y sin preguntar mucho al respecto le indique para que vayamos a la pista.

-Parece que sabes bastante bien como usar los patines- sueno bastante asombrada pero es por el hecho que este hombre hace que me guste cada vez más.

-¿A caso los hombres  no deberíamos saber patinar?- parece ¿ofendido? ay no la cague, piensa que lo dije en mal sentido y no quería sonar así.

-No me malinterpretes, no es que digo que esta mal que un hombre no sepa andar en patines pero me da curiosidad saber desde hace cuanto patinas, por que tienes mucha precisión y bastante confianza a la hora de patinar y eso no de consigue en un año.



#23042 en Novela romántica

En el texto hay: romance amistad misterio

Editado: 10.10.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.