Asaliah

Capítulo 3

Suspiro con cansancio.

Ha pasado casi una semana desde que las alas aparecieron.

Tuve que faltar al colegio debido al dolor que quedó en mi cuerpo, fue tan intenso que una vez que conseguí poner la espalda en la cama, no hubo poder humano que me ayudara a salir de ahí.

Si se preguntan que fue lo que sucedió y cómo es que conseguí seguir con vida, bueno...

La respuesta es simple. Encontramos una solución para mi "pequeño problema"...bueno, Calliel encontró la solución.

Cuando Ariel nos dejó solos en el salón de entrenamiento, Calliel me contó una teoría recién descubierta. Según sus observaciones, las alas responden a mis pensamientos, así que si pensaba en ocultarlas lograría hacerlo.

Su idea funcionó...aunque tuvo solo la mitad de la razón.

Me llevó casi una hora pero al final pude descubrir que no solo debo pensar en algo que quiero hacer. Es bastante complicado de explicar, pero en terminos simples, debo intentar mover las alas de la misma forma en que muevo las manos al hablar o los pies al caminar, debo dejar paso al instinto y no tanto al pensamiento. Después de todo ahora son parte de mi cuerpo y debo aceptarlo.

La parte mala de las alas es probablemente el dolor.

Resulta que hacer que vuelvan a ocultarse, duele como el maldito infierno.

Tuve que hacer un gran esfuerzo para conseguir ocultarlas. Y desearía poder decir que no hubo ninguna consecuencia, pero desafortunadamente no fue así...a pesar de todo sigo siendo en parte humana, y a pesar de ser más fuerte que los demás, el desgaste que tuve fue muy grande.

Como consecuencia del esfuerzo aplicado, al cabo de un rato comenzaron a aparecer manchas violetas por todas parte en mi cuerpo.

Mi hermano se encargo de curarlas con su poder de sanación, pero luego de un tiempo volvían a salir...esa es otra de las razones por las que no pude ni salir de nuestra habitación. Aunque conseguimos convencer a todos de que realmente me sentía mal.

Al principio, nadie quiso creerlo ya que generalmente Calliel y yo nunca nos enfermamos, pero en cuanto vieron el semblante de moribunda que tenía, a nadie le quedó duda.

Gracias a eso pude mantenerme en casa encerrada en mi habitación...hasta el día de hoy.

Las manchas violetas están desapareciendo y el dolor en mi espalda ahora es tolerable. Mi hermano seguía insistiendo en que debería descansar más tiempo, pero siento que si paso otro día más en casa...me volveré loca.

Es hora del almuerzo.

Por primera vez en mi vida sentí alivio en cuanto escuché sonar la campana que nos anuncia la llegada del descanso.

--¿Vas a decirme que te sucede? --pregunta Sony.

--No es nada...--murmuro al tiempo que me dejo caer en una banca del comedor.

Estamos en nuestra mesa de siempre. Coloco mis brazos sobre la mesa y descanso mi cabeza en ellos.

--Marian...¿crees que soy estúpida?

Tengo que levantar la cabeza y mirar sus ojos ante esa pregunta.

--No.

--Entonces dime la verdad.

--No me sucede nada Sony --insisto.

--Nunca, y repito, nunca te había visto salir de forma apresurada de la clase de química...y el día de hoy prácticamente saliste volando en cuanto la campana sonó...eso, definitivamente significa que algo sucede en tu pequeña cabecita...

Se sienta frente a mí y cruza sus brazos sobre su pecho con indignación.

--Por favor, no digas la palabra volar...

Es mi única respuesta. Vuelvo a recostarme sobre mis brazos.

Siento como si con la sola mención de esa palabra, fuera a salir volando de la cafetería.

--¿Soy tu mejor amiga?

--Sí.

--Entonces habla conmigo.

--No.

--¡Marian! --grita tan fuerte que todos en la cafetería detienen lo que están haciendo para observar en nuestra dirección.

Ahora me duele la cabeza.

--Baja la voz...--solicito con angustia--...escucha, he tenido una mala semana. Estoy castigada y estoy segura de que un resfriado me espera a la vuelta de la esquina, no tengo ánimos de nada y por primera vez en la historia me siento cansada de mi vida, ¿Podrías simplemente confiar en mí y apoyarme en silencio por una vez?

Termino de hablar y hago una mueca ante el dolor de cabeza.

Hola migraña...

Unas cuantas personas a nuestro alrededor nos miran curiosos. Incluso Sony me observa asombrada.

Supongo que está sorprendida de que haya respondido de esa forma. Me siento un tanto extraña el día de hoy.

Cierro los ojos e intento relajarme.

--Lo lamento...

Murmura Sony.

--¿Por qué?

--Siempre eres tú quien me da ánimos cuando me siento mal con mi miserable existencia...--su voz se va apagando al final de la frase.

--No eres miserable, simplemente tuviste un mal comienzo en la vida --respondo de la misma forma en que siempre le hablo cuando está triste.

--A eso me refiero...tu siempre estás ahí para mí, pero soy tu mejor amiga y no me había dado cuenta de que estás pasando por un mal momento...lo siento, soy una mala amiga.

Baja la cabeza para evitar mi mirada.

--No eres una mala amiga...es solo que me siento mal y tu estás un poco despistada el día de hoy.

La reconforto.

--Hola, chicas.

--¡Ah! --grito cuando mi hermano habla cerca de mi oído.

Me ha dado un gran susto.

--¿Qué sucede contigo? --pregunta mi hermano.

--Me asustaste...¿qué esperabas que hiciera? --respondo a la defensiva.

Calliel me observa sorprendido.

--Nunca te asustas cuando vengo a verte...sabías que estaba viniendo hacia la cafetería --murmura como si fuera lo más obvio del mundo.

Y supongo que lo es....ya que siempre siento su presencia a donde quiera que va, y siempre siento cuando va a venir a verme, pero hoy...

--Pues no lo sabía...¿y eso qué?

--¿Sony? --busca una explicación con mi mejor amiga.




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