Miriam había pasado gran parte de la mañana sintiendo la sensación de que alguien la vigilaba, quizá era de tanto pensar en lo que le dijeron la noche pasada, y es que habían ocurrido cosas con su familia que la ponía en duda y le daba miedo pensar en que talvez había alguien por ahí queriendo intentar algo... ¿ pero porque le avisaría?
La concentración en sus pensamientos era tanta que no vio a Adolfo acercarse y choco contra él, lo último que espero fue verlo a él.
— Disculpa, he venido muy distraída hoy.— se disculpo y recogió un libro que se había caído.
— Tranquila mi hermosa, yo tampoco venía viendo, ¿ para que clase vas?— preguntó sonriente y muy amable.
— Psicología— contestó y se dio la vuelta rápidamente.— Y ya voy tarde.
— Voy para el mismo pasillo, déjame acompañarte.— se ofreció y camino a su lado. — Ya anoche no volví a verte, te mirabas genial que me hubiera gustado que nos tomanan una foto.
— Sabes que hubiera dicho que no.— Miriam siempre intentaba ser directa para después no tener malos entendidos innecesarios.— La gente creería que somos algo y no me gusta el chisme.
— Tienes razón, al menos para tenerla de recuerdo.— sonó apenado.
Miriam respiró, estaba siendo odiosa y se dio cuenta. — Hagamos algo, ya se que no me veo como ayer, ¿ pero que tal si nos tomamos una ahorita?
— Miriam— pronunció Adolfo volviendo los ojos.— Tu siempre te verás genial, aun que sea de uniforme.
— Gracias. — se río. Quizá no era tan malo después de todo. — ¿ Donde quieres que la tomemos?
— Vamos a los jardines, quiero que todo se vea muy iliminado. — sonrió y apunto el camino.— Primero las damas.
Ambos fueron y pidieron a otro chico que les tomara una fotografía sentados en una banca blanca, uno a la par del otro y con sonrisas felices.
— Ahora me la compartes, estan muy lindas.— le dijo Miriam caminando de regreso al salón. — Nos vemos, Adolfo.
— Adiós, Miriam, fue un gusto verte.— se despidió con un pequeño beso en la mejilla y salió disparado para otro salón.
¤¤¤
Miriam llegó a su casa y nerviosa subió a su habitación, eran las 4:00 pm y ya faltaba menos para lo hora advertida.
— ¿ Estás bien?— sus hermanos entraron por la puerta y la miraron preocupados, Stephen fue a sentarse a su lado y la miró. — No bajaste desde que llegaste y cuando te bajaste del auto te note extraña.
— Si, no se preocupen— mintió. No quería arrastrarlo al desorden que había en su cabeza.
— No te creemos.— soltó Steven y su hermano le advirtió con una sola mirada.— ¿ Que?, es la verdad, algo anda mal y no nos iremos hasta que nos digas que es.
— ¿ El idiota de Adolfo de hizo algo?— preguntó Stephen de manera enojada.— Si es así se las verá conmigo .
— ¡¿ Que no?!— se frustró y se tiró sobre el colchón de la cama. Vio a Steven acomodarse sobre su escritorio y cruzar los brazos, definitivamente no se irían.— Dioses.
— ¿ Ya nos dirás?— preguntó Steven.
— Esta bien, pero durante que es una estupidez. — se sentó y sus hermanos le pusieron atención. — Ayer, cuando volví al baño un chico entró, no le vi la cara ni nada, solo me dijo que no debía estar hoy en casa a las 8:00 pm, no entendí el porqué, pero he pasado todo el día como nerviosa y con una sensación que me vigilan.
— ¿ Por eso ayer estabas pálida y agitada verdad?— interrogó Stephen.— Hasta estabas temblando.
— Si, es algo loco, pero realmente me dio miedo y más con todo lo que ha pasado con papá.
— ¿ No se te ha ocurrido que talvez es broma de algún estúpido que inventa chismes?— se río Steven.
— Si, también — se río para tratar de quitar la tensión de su cuerpo.
— Además nuestra casa es segura, ya verás que nada te va a pasar.— ánimo Stephen
Miriam respiró y asintió, sus hermanos podían tener la razón.— Gracias, chicos, de verdad ya estaba volviéndome loca.
— No te preocupes.— se río Stephen.— Ahora báñate porque mamá también se preocupo y papá no tarda en llegar, no querrás que se haga un drama.
Se echo a reír y les hizo caso.
¤¤¤
Eran las 5: 00 pm cuando bajo a la sala, sus papás estaban en el sofá y sus hermanos también, habían traído helados y tarros de frutas.
— Que rico— gritó emocionada y se tiro entre sus papás. — ¿ A que se debe esto?.
— A que todo está empeorando y queremos tratar de despojarnos. — susurró su papá.
— ¿ Porqué papá?— se preocupo.
— Porqué nos han llegado amenaza con denunciarnos, según por tráfico de blancas.— dijo aburrido del tema.— No se de donde salen tales cosas y tantas personas, hasta han llegado protestas a las empresas. Rodolfo y yo estamos cada vez más estrenados.
— Ustedes son un gran equipo , verás que todo se solucionará. — le dijo sirviendo helado con frutas en una taza.
— Pero como dijo papá— sonrió su mamá débilmente.— Estamos aquí para tratar de mejorar la situación, así que haremos tarde y noche de películas.
Los chicos comenzaron a decir nombres de películas y ella, solo por ese momento se olvidó de lo que pasó.
Su papá se notaba tenso pero con ayuda de todos lo hacían reírse y decir lo que probablemente podía pasar a continuación.
Miriam revivió un mensaje que la dejo helada:
Ve a tu habitación, ahora mismo.
Ella miró hacia sus hermanos pero ellos estaban riendo con su mamá y su papá, su corazón se aceleró, definitivamente no era una simple broma.
Se levantó cuidadosamente y fue hasta su habitación.
¤¤¤
Afuera de la mansión Miranda.
— Okey chicos.— decía el encargado a seis hombres.— Esta noche lograremos obtener mucho dinero si asesinamos a esta gente.
Los hombres alzaron las manos y murmuraba entre ellos.
— Saben cual es nuestra prioridad, no dejaremos a ninguno de ellos y si uno logra escapar todos nosotros pagamos las consecuencias. — les aviso el mismo hombre, quien no era el jefe del grupo, pero si el encargado.— Alistense que entramos en 10 minutos.