Ash Devil

TRACK 13

—¿De qué estabas hablando con Jenn? —inquirió Fabia después de un rato de parlotear sobre la actitud de Jessica en los ensayos.

Iban en el coche rumbo a Cabaret, pero antes de marcharse, Milzy se había rezagado para preguntarle a la instructora cómo iban las cosas, ya que se había preocupado al verla exhausta y con aspecto de no haber dormido bien. Además, ese día había concluido el taller más temprano de lo usual y se había marchado rápidamente después de su breve charla.

—Nada importante.

Fabia prosiguió con su anécdota:

—Bueno, no ha querido cantar con nosotros. Por más que Milo le insiste, ella se niega. Dice que se aprenderá las letras y que no necesitamos ensayar tanto. ¿Puedes creerlo? Es toda una engreída. Choby también se molesta y creo que está a punto de renunciar a apoyarnos esa noche.

—¿¡Qué!? —La rubia frenó de golpe y Fabia casi se golpea la cara contra el tablero— ¿Por qué no me dijiste eso antes?

—No queríamos molestarte —dijo con voz temblorosa, luego se hizo a un lado, como si quisiera huir por la ventana.

—¡Por Dios, Fabia! Esto es importante. Debiste decírmelo.

—Ya. No me regañes a mí. Los demás estuvieron de acuerdo —replicó con gesto de enfado.

Milzy reanudó el trayecto, pero su ceño fruncido indicaba que estaba disgustada. Antes de meterse de lleno al ensayo, le dedicó una mirada extraña a Fabia, que estaba por entrar en su cubículo correspondiente. Jessica ya estaba ahí, parecía menos brusca de lo normal. Choby estaba en un rincón; no traía su guitarra.

—Lo resolveremos —dijo Milzy con firmeza.

Marceline estaba en el cubículo, sola y ensimismada, tocando una canción que a la rubia se le hizo familiar. Se quedó en la puerta, escuchando atentamente sin que ella reparara en su presencia. Llevaba auriculares, difícilmente se desconcentraría de su guitarra, era como si esta la absorbiera por completo y se olvidara del mundo. De pronto, la rubia tomó el micrófono y empezó a cantar la canción. Su voz le llegó nítida a través de los auriculares. Solo así fue capaz de levantar la vista del instrumento.

Sus ojos se encontraron; ella no dejó de tocar ni Milzy de cantar hasta que Marceline no soportó más esos ojos escrutadores y se detuvo. Se quitó los auriculares, esperó a que la rubia dijera algo, pero ella se limitó a guiñarle un ojo, ya que Hazel y Maggie estaban a punto de entrar al cubículo. El ensayo dio comienzo y Marceline no se atrevió a mirarla de nuevo hasta que llegó la hora de marcharse. Como de costumbre, ellas dos se quedaban al final para discutir algunas dudas u ordenar el desastre que Hazel dejaba: cables por aquí y baquetas por allá.

Un murmullo proveniente del pasillo les llamó la atención. Salieron del cubículo para encontrarse con Jessica Yu y Choby discutiendo. Debbie estaba en medio de ellos pidiendo que se calmaran, pero como no era más alta que ninguno, pasaban de ella y seguían gritoneándose.

—No puedo, Ash. Perdón —dijo Choby al notar que Milzy estaba ahí. Dio media vuelta y se fue.

Las miradas se centraron en la rubia, como si quisieran que ella, con un chasquido de dedos, solucionara el inconveniente. Marceline también cuestionaba a Jessica con la mirada, pero esta no le hizo ningún caso.

—Arréglenselas como puedan. No es mi problema si no son capaces de conseguir un guitarrista.

—No sabemos en qué van a basarse los jueces, Jessica. Un problema como este afectará a las dos bandas —intervino Marceline de repente, acaparando las miradas de todos. Esto pareció cambiar la actitud de la líder de Scarlett.

—¡Pues hazlo tú! Te sabes sus canciones, ¿no? —dijo, y después pareció arrepentirse.

—¿Es eso cierto? —expresó Debbie con cierta emoción.

Marceline pareció estupefacta.

—Deberían ir a casa —concluyó Milzy.

Jessica rodó los ojos con fastidio.

—De cualquier forma ya me iba —dijo—. ¿Vienes, Marcie?

Pero antes de que Marceline pudiera darle una respuesta, la rubia se le adelantó.

—Todavía tenemos que revisar algunas cosas, ¿verdad, Marcie? —pronunció, imitando el acento de Jessica. Esto la enfureció, pero no dijo nada en su contra, se limitó a desaparecer en las escaleras. Milzy volvió al cubículo y Marceline la siguió, pero antes de eso, una vocecita suplicante la detuvo.

—Sería fantástico si nos ayudaras. Las canciones son difíciles, no cualquiera es capaz de interpretarlas como lo hacía Milzy antes del accidente…

Una mirada asesina de parte de Fabia interrumpió la frase de Debbie, esta se dio cuenta de que estaba hablando de más y se quedó en silencio, pero sus ojos no se apartaron de los de Marceline, suplicantes. Fabia agarró a Debbie del brazo y le dieron la espalda, luego volvieron al cubículo para recoger algunas cosas y retirarse.

Las palabras de Debbie se quedaron impregnadas en su cabeza: «Antes del accidente». Cuando entró al cubículo, encontró a Milzy sentada en la silla de oficina. Una música suave flotaba alrededor; había puesto una canción en el portátil que tenía delante. Tenía un semblante fatigado y apenas si le sonrió como para decirle que todo estaba bien.

El ritmo de Ghost in the mist realzaba la belleza de la escena que Marceline contemplaba. El rostro de Milzy estaba iluminado únicamente por la luz del ordenador, pues ya había apagado las luces del cubículo. Tenía las piernas cruzadas y apoyaba su mejilla en la palma de la mano. Milzy se incorporó y llegó hasta Marceline. A pesar de su estatura, solía usar botas que le brindaban unos cuantos centímetros más, razón por la que Marceline tuvo que alzar la cabeza para mirarla mejor; era imposible no sentirse vulnerable a su lado.



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En el texto hay: thriller, suspense, romancelesbico

Editado: 17.05.2025

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