Ash Devil

TRACK 18

Había mucha menos luz que en los lugares en los que había estado. Hacía frío y el aire se le antojó denso y maloliente. Arrugó la nariz y acurrucó al bebé contra su pecho como si quisiera que ese sucio aire no le tocara ni un solo cabello. Buscó una fuente de luz, pero solo entraban tenues haces que iluminaban las partículas del polvoriento suelo, que creaban sombras alrededor. No se había atrevido siquiera a abrir la puerta que, sospechaba, era una especie de cuarto de baño. Miraba el rectángulo oscuro con el ceño fruncido. El agente de vigilancia la había encerrado hacía más de diez horas sin decirle una palabra. Odiaba cuando tenían que moverse, todo se volvía un espectáculo aterrador que prefería no recordar.

La bolsa de papel que contenía el emparedado que le dio el agente estaba en un rincón; se había enfadado tanto porque nadie le decía nada que terminó por arrojarla lejos. Le echó un ojo y fue hasta ahí, pues ya le había picado el hambre. Antes de dar la primera mordida escuchó como se abría la puerta y su instinto la transportó hasta donde estaba el bebé, se puso delante en actitud protectora, pero la luz del exterior la dejó completamente cegada; no le dio tiempo de hacerse con la daga.

—Soy yo —dijo alguien en un susurro. Emma reconoció de inmediato la voz de Darcy—. No te asustes.

—¿Dónde estamos? —preguntó y sintió que se le secaba la boca. También se dio cuenta de que estaba sudando y las gotas se resbalaban por su espalda; no se había desprendido del abrigo que llevaba puesto y que le llegaba casi a las rodillas.

—Bueno, se supone que no debo decirte. —Darcy desvió la mirada de sus ojos entornados. Parecía enfadada.

—Por favor —suplicó—, hace tanto que nadie me dice nada. El detective ni siquiera me ha dicho qué ha sucedido con el caso. ¡Estoy harta de estar encerrada! —Dio un golpe con el zapato en el suelo, levantando más polvo que le provocó estornudar.

Darcy cerró la puerta tras de sí y accionó un interruptor que iluminó la habitación con una fría luz blanca. Emma volvió la cabeza hacia arriba, intentando deshacerse de las manchas de oscuridad que le nublaron la vista.

—No hagas mucho ruido, el agente se quedó dormido y me escabullí hasta aquí. —Emma seguía esperando su respuesta, se había cruzado de brazos mientras le lanzaba una mirada impaciente—. De acuerdo, estás en una especie de bodega… bajo tierra.

—¿Bajo tierra? Debes estar bromeando, estoy viendo la luz del sol. —Señaló una rendija de luz en el contorno del techo, la cual le había permitido orientarse en aquel escondrijo.

—No es la luz del sol, es otra bodega. Bueno, eso no importa. Estamos… ¿Recuerdas que te conté sobre mi galería?

—¿Sí…? —Mantuvo una actitud que hizo que Darcy sintiera una punzada extraña en el pecho. No le gustaba verla de aquel modo: volcando su enfado hacia él.

—Bueno, estamos debajo de ella —concluyó, sabiendo que esto solo generaría más preguntas. Respiró y se preparó para el bombardeo.

—¿Qué pasó? ¿Por qué nos movimos? —Relajó un poco su postura, pero seguía mirando a Darcy de la misma manera.

—Sabes que el detective tampoco me cuenta nada. Anoche me llamó tu agente y dijo que te traería. Hace tiempo le conté de este lugar, le dije que podría ser seguro, aunque nunca creí que fuera a considerarlo. —Comenzó a retorcerse el bucle, nervioso.

—Darcy, debió pasar algo, como en aquel lugar. Solo escuché murmurar a los agentes sobre alguien, no sé.

—Tranquila, aquí estaremos bien —dijo. Se apartó de ella para acercarse al bebé que descansaba sobre un colchón delgado.

—Oye, al menos podríamos limpiar un poco este lugar, no creo que a Chris le haga bien respirar tanto polvo —dijo Emma, mirando las telarañas empolvadas de los rincones de la bodega. El sitio era pequeño y cuadrado. Volvió a mirar hacia el rectángulo, ahora iluminado, y comprobó que había acertado sobre el cuarto de baño.

El muchacho se volvió hacia ella con cara de sorpresa.

—¿Chris?

—Sí, decidí llamarlo Christopher, como el detective —dijo con algo de vergüenza.

—Me parece bien —dijo Darcy, parecía un poco más animado—. Respecto a lo de la limpieza… No podemos hacer nada en este momento. La orden es esperar al detective y —miró su reloj— ya tardó bastante. Yo tampoco sé que ha pasado, intenté llamar a Milzy, pero no he logrado contactarla, aunque no es raro, ayer tenía la dinámica. —Comenzó a contarle sobre el asunto y Emma pareció menos inquieta ahora que tenía luz y compañía.

Todavía era temprano y las calles estaban desiertas, a excepción de un par de coches que comenzaron a seguir el de Milzy, obligándola a frenar hasta detenerse, quedando entre ambos. Se inquietó, pero del coche de enfrente salió el detective a toda velocidad. Golpeó violentamente la ventana y Milzy la bajó poco a poco haciéndolo enfadar a propósito y sin dejar de esbozar su sonrisa burlona.

—Dijiste que nos veríamos en casa, ¿cuál es la necesidad de interceptarme de esta forma? Muy sutil, por cierto.

—Dame tu móvil.

—Espera, déjame bajar…

—Milzy, dame tu móvil ahora.

La rubia lo hizo y se comenzó a apear del coche solo para presenciar como el detective lo destrozaba con su zapato.



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En el texto hay: thriller, suspense, romancelesbico

Editado: 17.05.2025

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