En los vestuarios del instituto miré por unos segundos a un chico que salía de la ducha, un cosquilleo conocido recorrió mi vientre bajo. Aparté la vista de inmediato y salí de allí casi corriendo, sin ducharme. Volví a casa y no salí de mi recámara en todo el día.
No fue la primera vez.
No miraba a los chicos de mi instituto queriendo ser ellos.
No los miraba con envidia.
Los miraba con fascinación y algo más... deseo.
Aunque, no era lo mismo que cuando miraba a Asher, con él todo era diferente, más arrollador, más fuerte.