He vivido y estoy viviendo entre fantasmas que no me dejan dormir en las noches, pero lo peor es que no me quiero librar de ellos.
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Tenía dos días encerrado en la habitación del hotel.
Dos días en los que solo pensaba en Asher.
Dos días en los que el rastro de su aroma seguía en mis fosas nasales.
Dos días en los que el fantasma de ese “abrazo” me seguía acosando.
Dos días en los que estaba aterrado por los viejos sentimientos que estaba despertando, nuevamente.
Dos días en los que desee volver a verlo.
Al tercer día alguien tocó la puerta, y desgraciadamente Asher fue la persona a quién encontré del otro lado. No dije nada, solo lo miré por unos largos segundos en los que no sabía si cerrarle la puerta en la cara o simplemente preguntar qué hacía ahí.
No hice ninguna de las dos porque Asher me empujó y entró como si fuera el dueño del lugar, no me quedó de otra más que seguirlo hasta el sillón que estaba en una esquina de la recamara.
—¿Qué haces aquí? —pregunté parado delante de él cuando noté que no decía nada, sólo se mantenía con sus ojos fijos en mí.
—Vine a poner las cosas claras, Brandon. ¿O acaso pensabas que iba a ignorar el hecho de que estás en la misma ciudad que yo? —respondió relajado—. Respeté tu decisión de no verme ni hablarme por años, te dejé en paz mientras estuviste en Alemania hace unos días, pero ya te di demasiado tiempo y espacio.
—Comprendo que estás enojado conmigo, pero eso no te da el derecho de venir reclamar y mucho menos tan temprano en la mañana —murmuré.
—Claro que tengo el derecho, Brandon, te importe o no tengo el maldito derecho de reclamar —gritó, yo me exalté en mi lugar—. Mira, no me importa lo que haya pasado años atrás en esa estúpida fiesta, yo necesito de regreso a mi mejor amigo y lo quiero ahora en este instante.
Lo miré por un largo rato en silencio, con la mente en blanco y sin saber qué decir, aunque al final acepté, sabía que si me negaba Asher era capaz hasta de joderme la vida. Aunque no lo hice por eso, más bien desde el fondo yo quería devuelta a mi mejor amigo, a pesar de que en su momento me dolió serlo y lo más probable es que siempre lo hará.
Pero al corazón no se le manda, y... ¿Qué más podría perder?