Pude vivir sin tí, y no sé si eso es un logro o el peor capítulo de esta historia.
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La semana siguiente pasó como un borrón, como si estuviera en un parálisis del sueño y solo viese todo a mi alrededor moverse mientras yo estaba ahí, sin poder hacerlo.
Mi mente seguía en ese día cuando Asher apareció en mi habitación de hotel, ese mismo día me agregó, nuevamente, al grupo de WhatsApp que teníamos desde que éramos unos adolescentes, desde entonces hablábamos —de una manera bastante incómoda a decir verdad— y fingimos que no teníamos tres años sin ningún contacto y eso estaba bien, yo no estaba listo como para enfrentarme con Asher ni explicar mis razones, razones que probablemente él ya intuyó.
Él y Amet hicieron lo posible para que me quede en New York unos dias al final acepté hasta que me inicien las clases.
Y desde entonces nos veíamos casi todos los días en el apartamento de Amet o en el ático de Asher, y, a simple vista parecía que había recuperado la amistad que tenía de antaño con Asher.
Desde que nos estábamos juntando volví a quererlo, o más bien empecé a hacerlo aún más porque por más que lo intenté nunca pude superar los sentimientos que tenía hacia Asher.
Volví a añorar poder tener algo con él.
Volví a desear que el no fuese hetero, quizá si solo tuviese una pequeña prueba de que no lo era me arriesgaría, ya que no tenía nada que perder. Además, esos años en el extranjero me enseñaron que podía vivir sin él aunque duela.