Cuatro noches antes de irme tenía una cita con Óscar. Por eso no fui con Amet y Asher al apartamento del primero a tomar cervezas.
Al final de la noche rechacé al chico que quería ir más allá conmigo, quizá en otro momento y en otro lugar hubiese aceptado, pero en ese momento no tenía cabida para eso.
Esa misma noche tuve una de las sorpresas más grande de toda mi vida, Asher apareció en la habitación borracho y fuera de sí.
Decía cosas sin sentido y coherencia.
—¿Él estúpido de tu nuevo amigo está aquí? —preguntó cuando lo dejé pasar —¿Dónde está el maldito por el que me vas a cambiar y dejar por segunda vez?— a ese punto ya estaba gritando y sus ojos estaban vidriosos.
Intenté tranquilizarlo hasta que dijo:
—No me vuelvas a dejar, por favor —sus palabras estaban cargadas de súplica y su voz estaba quebrada—. No podré perderte por segunda vez, Brandy —sorbió la nariz, yo seguía estático mientras lo miraba estupefacto_. No podré soportar estar lejos del amor de mi vida nuevamente.
«El amor de su vida», ¿Escuché bien?
—Prefiero tenerte cerca así sea solo como un amigo, pero no te quiero perder —Ante estas últimas palabras se quebró y empezó a llorar desconsoladamente, en ese momento fue que reaccioné y fui casi corriendo a consolarlo.
—Deja de llorar.
—Me vas a dejar —dijo en un gemido ahogado, su cara llena de lágrimas y esa mirada llena de dolor me destruyó por segunda vez.
—No lo haré.
—Entonces, sé mi novio —sus ojos rojos por las lágrimas me miraban fijamente mientras decía esas palabras con la voz ronca, esas palabras que soñé tantas veces con escucharlas y aunque en el fondo mi yo del pasado se encontraba feliz una parte de mi no creía nada, o más bien negaba hacerlo. —¿Me vas a rechazar?
—Pidelo cuando no estés borracho y llorando y te diré que sí.
Cuando logré tranquilizarlo lo convencí para que se acueste en mi cama a dormir, yo por otro lado me pasé la noche en vela sentado en el sillón, me pasé la noche con el corazón destrozado y con un poco de esperanzas.
Y Asher, Oh, Asher, el estúpido hizo lo que dije y al otro día cuando despertó en mi cama fueron las primeras palabras que dijo, creo qué, al fin y al cabo no estaba tan ebrio.
Tomé una decisión, esa decisión fue la mejor de mi vida y una de las más arriesgadas. Aunque en ese momento la excusa para tomarla fue que tenía que cumplirle el sueño a ese adolescente que todavía seguía siendo parte de mi.