Así no se mira a alguien

Prólogo

Los Ángeles —luces, filtros y expectativas— es más que un paisaje: es una presión constante. En Central Los Angeles Area High School las máscaras funcionan bien; a veces basta con un apellido, otras con una beca que te abra la puerta. En ese universo de fachadas, un grupo de chicos intenta no perderse.

Emily parece tenerlo todo: notas, estilo, una familia que sonríe en las fotos. Pero las expectativas de casa pesan más que cualquier mochila. Noah, su mejor amigo, está ahí para poner los pies en tierra: protector, directo, de esos que saben cuándo dejar hablar y cuándo intervenir.

Phoebe es completamente coreana; su mundo se mueve entre idiomas y tradiciones, y aunque a veces siente que no encaja del todo, es una chica alegre y cariñosa que ilumina las cosas pequeñas.

Rebeca llega con un silencio que suena como historia: no cuenta, evita; y eso la hace peligrosa y frágil a la vez. Lindsay lo tiene claro en el feed: risas perfectas, ojos siempre listos para la cámara. Pero hay cosas que no caben en una foto; se notan si miras distinto.

Alex juega, compite y piensa en ella —en Emily— más de lo que se atreve a decir. Max, callado y atento, aprende a arriesgarse poco a poco.

Competencia, rumores, errores —y experiencias que marcan—. Cuando las máscaras empiezan a caer, estos chicos descubrirán que crecer cuesta, pero no hay que hacerlo solo. Esto es solo el comienzo.




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