Asmodeo Reimann | Ldd #1

CAPÍTULO 2.

—Padre... —la voz de Paimon se apaga.

Observo a mi padre con profundo rencor, con ese rencor que siempre ha habido en mí desde que traicionó a mi madre, pero que he sabido controlar.

—¿Te comieron la lengua los ratones Asmodeo Reimann? ¿Te sorprende saber que tienes un hermano de la amante de tu padre? —Frente a mí se para un joven que aparenta ser de la edad de los mellizos, y lo peor de todo es que tiene mis mismos ojos, cabello, y un gran parecido a mí.

Cabe manifestar que me parezco a mi padre, que heredé pocas cosas de mi madre, y ese bastardo también se parece a mi padre. Ni siquiera mis hermanos de sangre se parecen a mí, pero el maldito bastardo sí.

—¿Qué haces aquí? —Interrogo, esperando escuchar una respuesta positiva, aunque no sé qué positividad puede haber en esta situación.

—Desde hoy viviré aquí, querido... hermano —lo agarro del cuello de su asquerosa camisa, dispuesto a desfigurarle la cara, no obstante, Neberius me aparta sin decir nada.

—¡Lárgate de mi casa! —Se ríe el muy maldito.

—No es tu casa, es la casa de nuestro padre —aclara desafiante.

—Padre... —me da una mirada la cual no puedo descifrar.

—Ya tomé una decisión Asmodeo... Tú me has tenido treinta y cinco años a tu lado, dándote todo mi amor de padre, y apoyo incondicional a pesar de no estar de acuerdo en varias cosas. En cambio, él, apenas tiene una semana que ha sabido de mi existencia. Lo siento, sabes que te amo, pero él también es mi hijo —me río de la rabia.

—¿Estás escuchándote Bael Reimann? ¿Me vas a llevar la contraria por ese recién llegado?

Esto es decepcionante.

—¡Es tu hermano!

¿Cuál es la maldita necesidad de recordármelo?

—No lo es... Ese bastardo no es mi hermano, y nunca lo será —le dejo en claro.

—En eso estamos de acuerdo Asmodeo. Después de todo tenemos mucho en común. Es chistoso ver cómo me parezco tanto a ti, y créeme que no es nada lindo, a nadie le gustaría tener el familiar rostro de su enemigo. Pero bueno, no puedo hacerle nada a la vida, por lo menos yo tolero el hecho de tener que compartir una cara muy parecida a la tuya —lo dice en un tono burlón que me patea en los testículos.

—¡Eres un...! —Paimon y Neberius me detienen.

—El maldito que tendrás que soportar el resto de tu vida. Por cierto, mi nombre es Dantalion... Reimann —miro a padre con reproche.

—¿Ya le distes tu apellido? —Pregunto entre dientes. 

—Asmo...

—Me has decepcionado más de lo que me decepcionaste el día en el que me enteré de que engañaste a mi madre. Nunca debí regresa aquí, mi madre siempre tuvo razón, eres despreciable.

—Hijo...

—¡¡Cállate padre!! No quiero oírte, ni faltarte el respeto más. Así que mejor evitar hablar porque no respondo mis palabras. Sabes perfectamente lo que puedo llegar a hacer cuando estoy enojado... No quiero verte como mi enemigo... y tratarte como tal —le sostengo la mirada fijamente—. Paimon, Neberius, suéltenme. Es una orden —ambos me sueltan.

Dejo de mirar a mi padre para ver al maldito bastardo de Dantalion.

—Quiero decirte algo, maldito ser inferior. Así lleves mí misma sangre y te parezcas a mí, nunca te consideraré como mi familia, ni mucho menos como mi hermano. Quiero dejarte algo bien claro: alguien de tu clase, de tu bajo mundo, y un con un linaje desagradable al ser el hijo de la amante no te hace rival para mí. Recuerda siempre Dantalion que, tú no eres mi medio hermano, tú eres mi peor enemigo.

Sin decir más me doy la vuelta y a pasos rápidos me retiro de la sala, dirigiéndome a la salida, porque yo no pienso respirar el mismo aire que ese ilegítimo.

—¡Asmodeo! —Llama Paimon—. ¡Deo!

Salgo de casa y desbloqueo el auto, ingreso y lo enciendo.

» ¡Asmodeo! —me da una mirada suplicante al salir de la casa, pero la ignoro.

Me pongo en marcha lleno de rabia. Realmente mi padre sabe a hacer que cosas que realmente hacen que yo lo llegue a odiar. 

Aumento la velocidad, pues mi madre debe saber que esa maldita mujer tuvo un hijo con mi padre, y que ahora forma parte de los Reimann.

Dantalion Reimann...

Me remontaré a un algunos años atrás para hablar un poco de mi familia. Todos los hijos de Bael Reimann, y el mismo Bael tienen nombre de demonios, algo inusual, pero existimos.

Mi abuelo era fanático del rey Salomón, por lo que cuando tuvo a su único hijo, le puso el nombre del primer demonio que encabezaba la lista.

Años después mi padre conoció a mi madre, Minerva. Una mujer fría, soberbia, calculadora, narcisista, vanidosa y al igual que yo, clasista. Mi madre siempre ha gozado de belleza, al igual que inteligencia, convirtiéndola en una mujer magnífica.

Mi madre conoció a mi padre cuando tenía dieciséis años, y él dieciocho. Ambos son de familia adinerada, por lo que su relación no tuvo desaprobación alguna por parte de mis abuelos. A la edad de diecisiete años, mi madre se cambió de nombre, y optó por uno que fuera acorde a la familia Reimann. Meses después se casó con mi padre, convirtiéndose en: Barbatos Reimann.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.