Asmodeo Reimann | Ldd #1

CAPÍTULO 3.

DANTALION.

Veo irse a Paimon detrás de Asmodeo. Realmente es un grandísimo imbécil. Se atrevió a hablar mal de mi madre cuando ni siquiera conoció la clase de mujer que era... Su único error fue haberse enamorado de un hombre casado.

Controlo mi respiración, porque al igual que mi jodido hermano estoy furioso.

No es nada grato para mi saber que soy el quinto hijo de Bael Reimann y, sobre todo, no es nada lindo ser reconocido cómo el hijo de la amante. En este momento me arrepiento de haberle hecho caso a Lena, si ella no hubiera insistido tanto, jamás conocería la verdad que ocultaba la carta que mi madre escribió antes de morir.

Regresando al pasado, y haciendo memoria de cada año de mi vida, tengo la certeza que hasta los diez años yo viví en paz, y sobre todo fui feliz.

Mamá se enfermó de tifoidea, y eso acabo con su vida, haciéndola sufrir hasta su último suspiro. Al tener más familia, fui llevado a un orfanato, sin saber que tenía un padre que se podía haber hecho cargo de mí, pero en parte fue mi culpa. Mi madre dejó una carta, explicándome quién era mi padre, y cuál fue el motivo de su ausencia. Si embargo, nunca me atreví a abrirla, por miedo a leer lo peor.

Fueron pasando los años, y no me siento orgulloso de decirlo, pero fui el chico problema del orfanato que, apenas cumplir la mayoría de edad, me dieron un poco de dinero para que yo comenzara a hacer mi vida. En pocas palabras no querían ver ni mi sombra en el orfanato. Fue difícil mi vida después del orfanato, pero logré sobrevivir. Y después de un año, Lena se fue a vivir conmigo. A diferencia de mí, a mi amiga no la sacaron casi a patadas, ella decidió irse para poder estudiar la universidad y poder cumplir sus sueños de ser doctora.

Lena y yo trabajamos mucho, pero ella más, porque estudiaba y trabajaba al mismo tiempo. Por eso la admiro y la aprecio tanto. La carrera de medicina no es fácil, aun así, dio siempre lo mejor de ella para salir adelante. Cómo todo amigo ayudaba a Lena, no era mucho, sin embargo, le servía para comprar las cosas que le pedían en la universidad.

Los años pasaron y conocí a alguien que creí que me amaba, pero ahora sé que no. Gracias a ella estoy metido en un inmenso problema, que fue el causante de que yo leyera la carta. Le había contado a Lena lo que estaba viviendo, y preocupada me aconsejó buscar a mi padre, talvez él me podía ayudar, y no se equivocó.

Junto a Lena leí la carta, enterándome de una verdad nada linda. Lloré por las palabras de mi madre, pero mi amiga de toda la vida estuvo ahí, para mí, dándome todo el apoyo que necesitaba. Gracias a la insistencia de Lena decidí buscar a mi padre. Acepto que tenía miedo por su reacción, pero me lleve una gran sorpresa por la forma en la que me trató.

Había llegado a la ciudad, y lo primero que hice fue buscar un teléfono público y llamar a Lena. La había dejado sola en el pueblo, y necesitaba saber cómo estaba ella. Apreció mucho a Lena, y varias personas suelen confundirlo con amor, pero no es así, yo la veo con una hermana menor. La conocí en el orfanato, y a diferencia de mí, ella había llegado cuatro años antes... En ese tiempo Lena tenía nueve años, sí, era menor por un año, pero eso no le quitaba lo madura y buena persona que era, y que sigue haciendo.

Con las palabras de Lena fui a en busca en Bael Reimann, y cuando le encontré le dije el nombre de mi madre, causando impacto en él. No dudó en atenderme, y cuando le enseñé la carta él me pidió con todo respeto hacerme una prueba de ADN, pues, ¿quién busca a su padre después 25 años sabiendo que es un millonario? En mi caso yo no sabía nada, pero no quise causar problemas, por lo que accedí.

Me fui a hacer la prueba de ADN, y después el señor me invitó a comer, preguntando hasta el más mínimo detalle de mi vida, especialmente de la vida de mi madre, enterándose de su muerte. Después de esa larga conversación, él me dejó en un lujoso hotel, y estaba ahí, en las cuatro paredes de esa suite, reflexionando de mi vida y decisiones. Dándome cuenta de que fui un idiota por haber confiado ciegamente en Kallie.

Al día siguiente el señor Bael fue por mí, me invitó a desayunar, y después de eso fuimos por la dichosa prueba, confirmando que soy su hijo. Ese hombre lloró de la alegría, contándome lo mucho que amó a mi madre, que la buscó, pero que nunca supo nada de su paradero. 

Él me pidió perdón por no haber seguido su búsqueda, y por no haberme podido dar la vida que merezco. Y así, en una semana, de ser un hombre pobre, ahogado en problemas, hijo de la amante, pasé a ser Dantalion Reimann, el quinto hijo de un hombre que flota en dinero, en pocas palabras, me convertí en millonario.

Creí que las cosas estarían bien, pero resulta que no es así, pues tengo otro enemigo encima, y este tiene poder. Lo que me parece descabellado es recodar que yo creí que me llevaría bien con mis hermanos, y la realidad es otra. Asmodeo me odia; para Paimon, no soy de su total agrado; Neberius me mira con indiferencia; Crocell le da completamente igual, a Gremory le importa más su celular, y Beleth me observa con diversión. No sé qué fue lo que comí que me hizo pensar que mi relación con mis hermanos sería buena, porque por más que le vea el lado positivo a la situación, no puedo dejar de ver la negatividad que hay en la familia ante el nuevo integrante, o sea yo.

—Padre...

—Asmodeo tiene que entender la situación. Todos son mayores, ya no están para causar berrinche. Ya tomé una decisión, y nadie la cambiará Neberius —niega con decepción.




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