Después de lavar mis platos, secarlos, guardarlos y darle unas palmadas de apoyo a mi padre en la espalda, agarré el balón de fútbol y me dirigí a la salida. Justo antes de agarrar mis llaves pude ver a mi mamá jalando las orejas a mi hermana recién presentada omega.
- ¡Auch! – Chillo Jennie cuando mi mamá agarro con más fuerzas su oreja. - ¡Mamá suéltame! –
- ¿Ahora si soy mamá mocosa irrespetuosa? ¿Ya no soy vieja loca? Vas a ver cuándo regreses de la escuela, reza para que no te caiga un correazo – Preguntó mi progenitora con voz mortalmente tranquila. Un escalofrió inundo mi espalda y no hize contacto visual con mi hermana.
No iba a poner mi vida en riesgo.
- Eso, somos aún muy jóvenes para morir, y menos a correazos. –
Asentí deacuerdo con mi lobo y pronuncie un alto “Ya me voy” pero antes de poder salir, mi progenitora ya estaba a mi costado, aun agarrando a mi hermana de la oreja.
- Para tu carro amigo, te me llevas a tu hermana a su colegio y te me fijas que entre. – Mi madre por fin soltó a mi hermana, quien se sobo su oreja roja por la fuerza usada.
- Pero que… - Intente razonar con mi mamá, pero ella me callo poniendo su mano en frente de mi boca.
- Pero nada Taehyung, te vas con ella. Otra vez está hablando con ese grupo de niñas, las que llevaron condones al colegio. Imagínate si esas niñitas le dicen “Vamos a otro lugar” y esta ilusa las sigue. – Mire a Jennie estupefacto y ella bajo la mirada al suelo. El grupo de niñas del que hablaba mi mamá era un grupito que se había metido en un problema por llevar una caja de condones a la escuela y además de hablar groserías o faltar el respeto.
Cuando nos enteramos, tanto mi mamá, mi papá y yo alejamos a Jennie de esas amigas. Era una chica omega de catorce años próximos a los quince, no queríamos que cayera en malos pasos – Pero mamá… sabes perfectamente que Jennie ya es una señorita grande que sabe cuidarse. Sabes también que Jennie es una omega responsable con sus estudios, ella no es tonta, no abandonaría las clases aun sabiendo que a ti y a papá les cuesta. – Intenté razonar con mi señora madre y pude ver algo de confusión en sus ojos. Después de pensarlo y analizarlo, ella asintió.
- Supongo que tienes razón… - Mencionó es voz baja – Pero en la salida me la recoges y se me vienen los dos juntos. – Asentí conforme con su decisión y mi madre se dio vuelta ahora viendo a mi hermana que la veía con miedo - Ve a tomar desayuno, antes de que cambie de opinión y te meta un correazo – Jennie me miro con agradecimiento y salió disparada hacia la cocina. Sonreí y miré nuevamente a mi madre, hize una reverencia como forma de despedida y salí de la casa.
El barrio de Daegu tenía muchos edificios comunales, además de parques de cemento. En el parque frente a mi casa vi a unos chibolos sentados en las bancas con una mirada triste, estaban vestidos con camisetas de fútbol y sus zapatillas estaban sucias. Me acorde del accidente con el balón de la mañana y pensé que ese objeto seguramente pertenecía a uno de ellos. Baje las pequeñas escaleras que llevaban a la acera, cruce la calle y llegue al parque.
- ¡Hey! ¡Chibolos! – Les grite y al ver que tenía su atención, patee el balón hacia uno de ellos quien lo agarro con las manos, mirándome sorprendido. – La próxima tengan cuidado ¿Sí? Si quieren llegar a ser como Guerrero no deben perder su pelota. –
Los salude con la mano y todos ellos me hicieron una reverencia en señal de gracias. Ya no había tristeza en sus miradas, ahora había un lindo brillo de emoción al jugar fútbol. Y yo los entendía perfectamente, prácticamente desde pequeño me llamo la atención ese deporte tan odiado y amado a la vez.
Volví a cruzar la calle y me encaminé hacia mi primera parada. La casa era de ladrillos y tenia cuatro pisos, dos grandes ventanas en el primer piso, además del clásico techo de calaminas. En el jardín había flores amarillas y rojas, y un cartel que decía “Familia trabajadora llena de emos andantes, alejarse”
Si, definitivamente la casa de los Min.
- Hay no, ahí viene… -
Respire profundo y grite. - ¡PARAO SIN POLO! – No habían pasado ni dos segundos cuando un pálido, con cabello negro largo y alborotado y con ropa completamente negra estaba en la puerta de entrada de la casa. – ¡Buenos dias!, ya llego tu amigo, hermano, varón. ¡Kim Taehyung! – Abrí mis brazos y saqué pecho. Definitivamente Min Yoongi no sería nada sin mí.
- Dios… ¿Por qué te fuiste solo? – Min alzo la vista hacia el cielo y puso una mirada de súplica. El emo y yo habíamos estado juntos prácticamente desde que tenemos memoria. Crecimos juntos, se nos cayó el diente juntos, nuestra primera vez comiendo anticuchos fue juntos, cantamos el himno nacional juntos, hicimos formación juntos, entre muchas cosas más. Ambos éramos hijos de dos alfas, una de las mejores razones de porque mi mamá y su doña era amigas. Se supone que un alfa puro le desagrada la presencia de otro alfa en su espacio íntimo, más si se trata de otro alfa puro, pero la verdad mi lobo es muy tranquilo y pues la presencia del emo solo nos saca canas.
- ¿Usaste los supresores? –
- ¿Eh? – Le pregunte confundido y él levanto los hombros mientras se ponía a mi costado.
- Tu aroma, aun puedo sentirlo. – Menciono mientras olía cerca de mi cuello, acto que hizo que mis mejillas se sonrojaran un poco, no me culpen, que alguien huela cerca de tu cuello pues es incómodo. – Bueno cambiando de tema ¿Sabes lo que paso con Mark? –
- No. – Respondí mientras ambos caminábamos hacia la esquina donde pasaba los laureles.
- Su familia, bueno su padre gano las elecciones como primer ministro, además que su empresa mejoro sus ventas, ahora se van a mudar a una zona pituca. –
- Que…- Me detuve abruptamente y lo miré confundido. - ¿Me estas diciendo que Mark paso de ser cholo a gringo? – Mark Tuan estudiaba en el mismo salón que yo desde la secundaria, podía considerarlo mi amigo. Conocía a su familia, su padre y madre eran amor de personas, siempre preocupándose por él, pero no pensé que pasaría a vivir una vida pituca.
Editado: 02.05.2022