Atados al Destino

1.

DAPHNE

Después de aquella falsa boda tuve que mudarme al apartamento de Harvey "mi flamante esposo". No hubo luna de miel, por obvias razones, tampoco compartimos habitación, cada quién puso como excusa el trabajo y yo la universidad.

Me encontraba por terminar mi carrera de diseño y administración, ambas al tiempo, mi sueño era diseñar, aunque mis padres solo me permitieron seguir el diseño si hacía administración de empresas, su objetivo era que yo manejara la empresa cuando estuviera lista.

Los primeros días fueron tranquilos, cada quien por su lado, sin salir del enorme apartamento, era fin de semana, no necesitábamos darnos explicaciones ni nada, el problema llegó el primer día de la semana.

—¿A dónde vas?— cuestionó de manera prepotente al verme salir de la habitación cambiada para ir a clase.

—A la universidad, necesito ter....— levantó una mano interrumpiendo mis palabras sin permitir que le diera explicación alguna.

—No, no vas a ningún lado, vendrás conmigo a la empresa—determinó molesto.

—Harvey por favor, sabes que estoy en la recta final de mis carreras no puedo faltar a mi clases, ve solo a tu empresa, yo, debo ir a mis clases.

—¡Ya no es necesario que vayas!, sabes perfectamente que mi padre sin dudar te dará un puesto en su empresa. —Lo observé por un instante debatiendo el mejor modo de usar mis palabras sin hacerlo enojar, era bien sabido que su humor era terrible.

—No, gracias— respondo luego de unos segundos —Me gusta ganarme las cosas por mi misma y si algun dia, me han de contratar en la empresa que sea, sera por mi talento no porque tenga tu "apellido"—mi tono de voz fue suave y apacible, aunque me sobraban ganas de mandarlo al diablo.

—Ahora llevas mi apellido, así que, si, será por mi apellido quieras o no. Ahora nos vamos a la empresa, y no tienes derecho a rechistar. —Su grito lleno de cólera me hace saltar un poco en mi lugar. Se acercó a grandes pasos hasta donde me encontraba y me tomó con fuerza de la muñeca.

Mi ceño se frunció, mire fijamente su mano apretando mi muñeca, y mi mirada furiosa se volvió hacia él.

—Para tu información, y por si no te ha quedado claro, me case contigo por un jodido contrato que mis padres firmaron, y dudo mucho que en el contrato incluya que te creas dueño de mi vida y mis decisiones. ¡Así que no iré contigo!— grité furiosa, intentando soltarme de su agarre, sin éxito alguno.

—No tienes tu suerte Daphne —con brusquedad agarra mi otra muñeca y jala de ambas haciendo que mi cuerpo se mueva como muñeca de trapo, —Vas a venir conmigo lo quieras o no, no es una petición, es lo que tienes que hacer por que yo lo digo. Cambiate ese espantoso atuendo y ponte la ropa que dejaron en tu armario, —me escaneo de arriba a abajo como si mi ropa fuera lo más desagradable del mundo. —¿Entiendes? —me empujó con fuerza haciendo que mi espalda chocara contra la pared.

Por un par de segundos me quedé en shock, nunca nadie me trató de esa manera tan vil, y allí estaba yo, casada con un jodido arrogante y maltratador. Mis lagrimas comenzaron a rodar sin control por mi mejillas, el dolor en mis muñecas hizo que llevara mi mirada allí, para encontrar horrorizada un par de marcas rojas en cada una.

—Es un idiota. —sollocé.

Rápidamente limpié mis lagrimas y me encerré en la habitación, no iba a dejar que me viera llorar por su causa, eso sí, las cosas no iban a quedarse así.

Busque dentro del gran armario un atuendo que le pareciera bien al don arrogante y cambie mi ropa informal, no iba a ir a la universidad con ropa elegante, pero, el señor amarguras no entendía razones.

unos minutos más tarde entró a la habitación sin siquiera tocar, afortunadamente estaba visible. Nuevamente me escaneo de arriba a abajo, asintiendo con la cabeza, cosa que me causó repulsión.

—Estás mucho mejor, no vuelvas a ponerte esa ropa horrible, pareces una empleaducha. —rodé los ojos. —Ve a clase, puedo ir a trabajar solo. —lo miré completamente confundida.

—¿Qué?

—Si, ve a clases, creo que es más importante. —mi confusión iba en aumento. Mi mente solo rogaba a dios porque un rayo partiera en dos al señor bipolar.

—Ok. —respondí escueto y tomé mis cosas para ir a clases. Pase por su lado alcanzando a empujar un poco su brazo y dándole una mirada desafiante.

—Espera, te llevaré.

—No es necesario, tomaré un taxi.— respondí tajante.

—Voy para la empresa, la universidad queda de paso, puedo llevarte.— menciona más tranquilo

La tranquilidad que mostró después de aquella explosion de ira me hizo sentir un poco intranquila, nadie cambiaba de actitud de un momento a otro, y aquello me provocó miedo, muchísimo miedo.

—Está bien. —acepte en tono de voz suave. Algo me decía que me fuera con cuidado.

El camino hacia la universidad fue completamente incómodo, el silencio absoluto nos rodeó, no teníamos nada de qué hablar, tampoco tenía muchas ganas de hacer amistad con él. Lo único que me importaba realmente era encontrar a Dean y poder hablar con él, tenía muchas cosas que explicarle, cosas que no me permitieron hablar cuando me sacaron a rastras de la iglesia.




Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.