Atados al Destino

2.

DAPHN

Al finalizar las clases busqué cualquier cosa que hacer con tal de no volver a casa temprano, sabía que debía volver al infernal apartamento donde ahora vivía con mi “esposo”, decidí caminar hacía la biblioteca del campus y terminar de realizar algunas labores que me faltaban.

—¡Hey Daphne! —el grito de Abigail detuvo mis pasos y me regalo un poco de alivio, sabiendo que podria estar mas tranquila en su compañía, —¿Por que tenias que tomar esa clase el semestre pasado? Odio ir sola —se quejo de forma graciosa.

—Tuve tiempo el semestre pasado y la adelante, debiste hacer lo mismo cuando te lo comente. —Su puchero fue la cosa más graciosa del planeta.

—Eres mala, al menos prestame todos tus apuntes, según escuche, cada semeneste da exactamente los mismos temas.

—Los buscaré. —agradeció con una mueca y enredó su brazo con el mío.

—¿Al mismo lugar de siempre? —preguntó con una enorme sonrisa.

¡Vamos! , pero antes debo entregar esto —moví el libro frente a su rostro.

—Te acompaño, pero tú pagas el café.

—Eso es soborno. —Fuimos juntas a la biblioteca y de allí partimos a la cafetería, ambas adorábamos el lugar desde que lo encontramos la primera semana de clase.

Buscamos la mesa de siempre ordenamos café acompañado de postre, y nos sentamos en silencio por un buen rato, Abi sabía el mal momento que estaba pasando.

—Y dime ¿Que tal tu vida de casada? señora Jones —preguntó con una sonrisa más falsa que el trasero de las Kardashian —Aún sigo molesta por no haber recibido invitación para tu boda.

—Fue una boda basura. —mi desagrado fue notable.

Luego de sacarme de mi boda, mis padres decidieron que era excelente idea encerrarme en la mansión Jones, con quienes serían mis nuevos suegros, sin acceso a internet, sin telefono y nada que me pudiera servir para comunicarme con alguien del exterior en busca de “ayuda”

Mis invitados solo fueron mis padres, lamenté mucho no invitar por lo menos a Abigail para que fuera mi apoyo en ese horrible momento, pero según ellos "solo debía estar gente importante" o sea, solo alguna familia de Harvey y por supuesto los inversionistas, clientes de su padre, y la prensa.

—Las cosas hubieran sido menos desagradables contigo a mi lado, como fue en la verdadera.

—Tu madre está loca, enserio. Aun no puedo creer que llegará a la iglesia y detuviera todo. No pudimos hacer nada cuando entraron a llevarte como si fueras una prófuga de la justicia.

—El día más feliz de mi vida se convirtió en un verdadero infierno. —solté el aire de forma brusca, no dejaba de pensar en Dean.

—¿Cómo es vivir con Harvey?

—Pues, al menos pude regresar a clase, y estoy viva. —murmure lo último, pero por su interrogante mirada pude notar que me escuchó, —tuve un problema con Harvey hoy, él no quería que viniera a clase y se tornó algo agresivo.

—¿Agresivo en qué sentido? —levante la manga de mi suéter para mostrarle la marca que había dejado en la mañana.

—Amiga, ese tipo es aún más loco que tus padres, ¿como se le ocurre hacerte algo así?

—Aun no me explico exactamente como fui a parar con él, mis padres dicen que él les salvó de la quiebra y que la única condición era casarse, pero pudo pedir algo más a cambio, no una esposa, especialmente si no quería una esposa, él tipo es un amargado, además, parece bipolar.

—Al menos te cambiaron por buen dinero y te dejaron en una buena posición económica, pudieron cambiarte por vacas. —Un poco de mi café salió disparado de mi boca con su ocurrencia.

—Estoy segura que una buena cantidad de vacas hubieran sido mejor. —ambas soltamos una sonora carcajada, en aquel momento, cualquier cosa era mejor que vivir con Harvey.

Seguimos charlando de cosas triviales, de nuestra graduación, de nuestros proyectos, de todo lo que pensábamos hacer luego. Me sentía muy a gusto y tranquila a su lado.

Luego de un buen rato saqué del bolso un pequeño teléfono celular para niños que me dieron el dia de mi boda y que estaba programado únicamente para recibir llamadas de ciertas personas, para observar la hora, pues notaba que empezaba a oscurecer, y, aunque no quería estar cerca del ogro bipolar, si tenía que volver a casa pronto, mucho más si quería hacerles creer a mis padres que todo con mi nuevo marido estaba bien y recuperar mis cosas.

Me lleve una gran sorpresa al ver en la pequeña pantalla casi cuarenta llamadas de mi “esposito” con una mueca de horror le mostre a Abigail.

—Enserio, es un loco. —murmuró girando mi mano para que viera una llamada entrante de él.

—Y ahí está de nuevo. —me quejé antes de responder

—¡Porque carajos no contestas el maldito teléfono, llevo marcando desde hace una hora! —Grito con tanta fuerza que, estaba más que segura que toda la cafetería lo había escuchado. Cerré los ojos con fuerza.

—Hola, disculpa, no se como se maneja esta cosa para niños que me dieron, no había escuchado las llamadas. Estoy con mi mejor amiga cerca de la universidad tomando un café, ya voy para el apartamento. — Contestó lo más serena posible y sin esperar su respuesta colgué su llamada.




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