Atados al Destino

3.

DAPHNE

Camine frente a él hasta el ascensor, me sentía incómoda a su lado, pero si quería recuperar mis pertenencias, necesitaba que mi familia viera que nos llevábamos bien, que empezábamos a “amarnos” y a ser una pareja real, en todo el sentido de la palabra.

Subi primero al ascensor y me hice un poco retirada de él, sin embargo, a medida que bajábamos desde el penthouse, algunas personas subían, a tal punto que, quede frente a mi esposo, mis manos se apoyaron un poco sobre su pecho y mi rostro quedó muy cerca de su cuello, tan cerca que el aroma de su perfume me embriagó.

En un movimiento que no preví, me abrazó contra su cuerpo y dio la vuelta dejándome entre su cuerpo y la esquina del ascensor, algunas personas nos miraron, en especial una ancianita que me hacía gestos muy graciosos indicando que el hombre a mi lado era un bombón.

En el lobby todos bajaron, yo intenté hacer lo mismo, pero Harvey se negó a moverse de su lugar, aun cuando mis manos le empujaban levemente del pecho.

—Debemos bajar. —susurré nerviosa por su cercanía.

—Aún no. —las puertas se cerraron ante mis ojos, nos encontrábamos completamente solos, en la misma posición de antes. —no estés nerviosa, no voy a hacerte nada. —se alejó de mí y bajó a pasos veloces en cuanto se detuvo en el estacionamiento.

Mi corazón latía desbocado en mi pecho, la idea era acercarme a él y que nos vieran muy “románticos” pero siempre y cuando hubiera gente a nuestro alrededor. Tenerlo tan cerca estando sola me ponía nerviosa.

Estacionamos frente a un lujoso salón de eventos, muchas personas se encontraban en el exterior, incluyendo la prensa, no había alfombra roja, ni nada parecido, pero si prensa, lo que me pareció un tanto extraño.

Harvey bajó primero, como buen caballero rodeo el auto y abrió mi puerta para ayudarme a bajar, su sonrisa de oreja a oreja parecía tan natural que nadie podría llegar ni a imaginar nuestra farsa. Susurro un muy suave “sonríe” cuando me abrazo al bajar, hice lo que me pidió, nada mejor que fotos de la “feliz pareja” para mis padres.

Sus dedos se entrelazaron con los mios y dejo un beso en el dorso de mi mano antes de caminar hacia el interior del auto. Su comportamiento tan cariñoso y completamente opuesto al de casa me causaba gracia. Era obvio que no iba a dejar que nadie lo viera siendo desagradable conmigo.

—Este evento es muy importante. —susurró para no ser escuchado por alguien más. —Mantente a mi lado, sonríe, actúa linda y se amable.

—Descuida, no es necesario que lo digas. —le regale mi más falsa sonrisa, mientras me giraba para arreglar el nudo de su corbata. —Sé cómo comportarme en todos los aspectos de mi vida, toma el consejo para ti mismo. —deje un suave pero casi imperceptible beso en su mejilla y camine un par de pasos adelante de él.

Nos ubican en una de las mesas más cercanas a la tarima, un letrero en letras doradas se apreciaba en el centro de la mesa con la palabra “Familia Jones”, oculte con mi mano la mueca de fastidio al leer aquellas palabras y me senté en uno de los lugares intentando mantenerme alejada de todo, cosa que no fue posible.

No tardaron en hacerse presentes muchos más invitados que se acercaban a saludar, otros más a incomodarnos felicitándonos por nuestro matrimonio.

—¡Vaya Harvey!, sí que es hermosa tu esposa, muchas felicidades y les deseo lo mejor en su matrimonio. —sonríe a uno de los empresarios que nos saluda.

—Si lo es, es hermosa. —contesta mirándome fijamente, con esos ojos grandes y verdes que derriten a cualquiera..... excepto a mi.

Muchas personas mas se acercan a saludar y me veo obligada a dejar mi lugar y pararme al lado del hombre que sonriente saluda a cada uno y me presenta como “orgulloso” como su esposa. Empezaba a sentir ansiedad con tanta persona cerca a nosotros, podia sentir sus miradas sobre mi y estaba más que segura que ellos conocían la verdad de nuestro contrato y solo era su hazme reir.

—Sonríe un poco más natural, se nota que te estás forzando. —exclamó enojado en voz baja en un momento que quedamos solos.

—Hago lo que puedo.

Un par de accionistas llegaron a nuestro lado, ambos saludaron de muy buen ánimo y halagaron mi atuendo con mucho ánimo. Orgullosa de tanto elogio, decidí comentar que quien lo diseñó y confeccionó fui yo misma. Sorprendidos con aquella revelación se decantaron en más elogios que hicieron que mis mejillas sonrojar.

—Es usted muy talentosa señora Jones. —Comentó uno de ellos halagando nuevamente mi atuendo. —No cabe duda que tienes una gran mujer a tu lado, Owen debe estar feliz por ello ¿No es así Harvey?.

—Así es, Daphne tiene un talento único. Y si, papá es el más feliz con la mujer que elegí para esposa. —Respondió en un tono cargado de ironía.

¿Que si me incomode ante su respuesta? Por supuesto que sí, fue un comentario un tanto fuera de lugar porque ambos sabíamos perfectamente de qué trataba lo nuestro, no era necesario ser tan irónico a la hora de responder, especialmente, porque uno de ellos pudo notar a la perfección su gesto y su tono.

En cuanto quedamos solos lo increpé, —¿Era necesario que dijeras todo aquello? —me miro de reojo, pero no sé inmutó ante mi pregunta.




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