Atados al Destino

6.

DAPHNE

La luz del sol se filtró por la enorme ventana de la habitación y me dio de lleno en los ojos, empecé a removerme inquieta intentando levantarme de la cama, pero un peso en mi cintura me lo impidió. Mis ojos se abrieron de golpe, podía sentir una respiración en la parte trasera de mi cuello, y también algo muy duro apoyado en mis nalgas.

—¡No puede ser! —exclamé cuando la realidad me golpeó el rostro.

Estaba en la misma habitación con Harvey, estábamos compartiendo la misma cama y él estaba abrazándome por la espalda, con toda su virilidad en mi trasero.

«Santa madre de las anacondas» Pensé al empezar a moverme y que su agarre se intensificara, su respiración erizo mi piel, sus piernas se enredaron con las mías y su amigo se pegara mucho más a mi.

—Harvey, ¿puedes soltarme? —susurré nerviosa, su agarre estaba provocando ciertas cosas en mi, cosas que no quería sentir. —Harvey.

—Hmm. —en lugar de soltarme me abrazó con más fuerza

—Haervey, ¿Me sueltas por favor?

—Estoy durmiendo Daphne, deja de molestar. —murmuró entre dormido.

—Necesito ir al baño

—¡Qué molesta! —se quejó soltándome y dándose vuelta para quedar boca abajo.

Mis ojos se deleitaron con la imagen de su musculosa espalda descubierta y su cabello revuelto, la sabana dejaba poco a la imaginación. Un ligero cosquilleo atraviesa mi cuerpo al momento de desear que se diera vuelta.

Sacudí mi cabeza para eliminar los pensamientos indebidos que llenaban mi mente, Harvey es solo un contrato, no debía sentir ni un ligero cosquilleo en mi panza por él.

Después de arreglarme, le di una última ojeada a mi esposo, mi deseo inconsciente se había hecho realidad, al salir cambiada del baño lo encontré boca arriba. Mordí mi labio inferior complacida por el pequeño momento, y salí corriendo de la habitación, con mi rostro ardiendo y mis mejillas color carmín.

—Buenos días linda, ¿qué tal dormiste? —ni bien terminé de bajar las escaleras me encontré de frente con Allisa.

—Allisa, bien, yo, bien —respondí nerviosa.

—Por como vienes, seguramente Harvey quería hacer de las suyas. Me imagino que como hombre debe ser tan pasional como Owen, mi Owen es todo un semental en cama. —sentí que el aire me faltaba y mis mejillas se enrojecer a más no poder.

—Yo, eh, yo.

—No te preocupes linda, tu secreto está a salvo conmigo. —siguió su camino hacia la cocina mientras se alababa casi a gritos por criar a un semental de hijo. Yo no sabia si reir o llorar.

Me adentre a la cocina tras ella, me sorprendió ver todo apagado y mucho mas, verla meterse a la nevera y sacar unos cuantos ingredientes de ella.

—¿Qué hace Allisa?

—El desayuno, ¿no es obvio? —sacudí ligeramente la cabeza.

—Disculpame, me sorprendí un poco, ayer vi que había personal en casa. pensé que ella...

—Se fue anoche mismo, fue a la ciudad a buscar algunas cosas para la fiesta, yo puedo encargarme del desayuno, pero salir a comprar no me agrada demasiado.

—Déjeme ayudarla.

—No me vendría mal un poco de ayuda con el desayuno, y tal vez con algunos bocadillos para la tarde. —sugiere amablemente

—Cuente conmigo. —me regaló un pequeño abrazo antes de dejar algunas frutas en mis manos.

—Encargate de hacer algunos panecillos y picar la fruta, yo haré algunos omelettes, a Harvey le encantan.

Nos enfrascamos tanto en el desayuno que no notamos que el señor Owen y Frank llegaron a la cocina y nos miraban desde el umbral de la puerta.

—Así me gusta despertar en las mañanas, con mujeres hermosas atendiéndome. —mencionó Frank escaneándome con la mirada.

—Buen día mis amores, pasen al comedor, pronto Daphne y yo llevaremos su desayuno. —Frank se me quedó mirando de forma extraña un par de minutos más antes de seguir a Owen al comedor.

En varias bandejas llevamos todo para desayunar juntos y nos sentamos en el gran comedor, Owen precedía la mesa, a su lado Frank y Allisa, y yo, me quede sentada al lado de Allisa, no me sentía cómoda cerca de Frank.

—¿Dónde está Harvey? —preguntó Allisa sirviendo mi plato.

—Aun está dormido, no ha descansado muy bien estos días. —mentí llevando el vaso de jugo a mis labios.

—Cómo va a descansar si aún está de luna de miel, los primeros meses de mi matrimonio con Owen fueron bastante movidos, Owen no me dejaba sola ni un segundo, y cada parte de nuestro pequeño apartamento fue bautizado con nuestro amor. —Por obvias razones, el jugo que tenía en mi boca salió disparado. Frank soltó una sonora carcajada.

—Madre, deja a mi esposa en paz, nuestra muy movida vida sexual no es tema de conversación. —Harvey llegó al comedor luciendo un atuendo casual que lo hacía ver más atractivo que nunca, besó mi frente y se sentó a mi lado.

—Buenos días Harvey. —salude con una sonrisa, debía parecer una mujer muy enamorada frente a los que desconocían lo nuestro.




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