Atados al Destino

7.

DAPHNE

A pesar del enojo de Harvey y de la cantidad de veces que me repitió no involucrarme en la reunión que se estaba preparando para Frank, decidí actuar por mi cuenta y ayudar a Allisa, ya me había comprometido con ella, y definitivamente, ella no tenía la culpa de las diferencias entre primos.

—Te agradezco por tu ayuda, linda. Sé que mi hijo no está de acuerdo con que estés aquí, no quiero hacer que tengas problemas

—No te preocupes Allisa, no tendré problemas con él. —mentí, sabiendo que muy seguramente iba a gritarme como desquiciado en cuanto tuviera la oportunidad.

—Eres tan dulce, por eso mi hijo te ama tanto y se casó contigo. Hizo una muy buena elección de mujer. —sonreí sintiéndome la peor persona del universo por mentirle a un a buena mujer.

—Si. —murmure bajo, enfocándome en los bocadillos que estaba preparando.

Afortunadamente Allisa no insistió más en el tema de conversación, en su lugar, se pasó el tiempo contándome algunas anécdotas vergonzosas de Harvey, también sobre su matrimonio, que al igual que el mio, empezo con un contrato, pero con la diferencia que ellos si se gustaron desde el principio.

Una vez terminamos subí a la habitación, estaba un poco sudada y con olor a comida en el cabello, lo mejor era darme un baño antes de la reunión. Me quedé estática en el umbral de la puerta al ver a Harvey extendido en la cama, parecía estar dormido, y su rostro tranquilo y lleno de paz lo hacía ver muy atractivo.

Sigilosa cerré la puerta y caminé hasta el armario donde se encontraban nuestras cosas, tome un vestido un poco elegante que había empacado y algunas cosas más, no pensaba salir del baño a vestirme en la habitación con él en la cama. Antes de dar la vuelta sentí un par de brazos rodeándome por la espalda, su respiración en mi nuca hizo que toda mi piel se erizara, y mi corazón latía desbocado a punto de salir de mi caja torácica.

«Maldito bipolar» Pensé un tanto incómoda.

—¿Sucede algo? —pregunto realmente nerviosa, la cercanía de Harvey tiene un efecto contradictorio en mi, una parte de mi disfrutaba su contacto, otra, sentía miedo de él y del cómo reaccionaría ante alguna de mis palabras.

—Disculpame por favor, lamento lo que sucedió hace un rato —Mi cuerpo se tensó, me giró quedando frente a él, sus ojos no parecían arrepentidos, pero no conocía mucho de él. —No debí gritarte del modo en que lo hice, solo me deje llevar.

—Descuida. Si te hace sentir mejor, no ha pasado nada. —mencionó restándole importancia a su disculpa.

Ignorando aquellos ojos que en ocasiones me hechizan, doy media vuelta rápidamente y me encierro en el baño, desde allí puedo escuchar un “bien” de su parte. ¿Qué quería que hiciera? ¿Cómo esperaba que reaccionara ante su disculpa? no entendía muy bien su forma de actuar ni de qué manera reaccionar ante su comportamiento extraño.

Cuando me siento completamente lista y conforme con mi apariencia salgo, la mirada penetrante de Harvey se posa en mi, me recorre de arriba a abajo un par de veces y asiente con la cabeza como dándome el visto bueno, opinión que obviamente no pedí.

—Ese vestido te queda bien. —me miro al espejo aledaño sintiéndome un poco más segura de mi misma. Decidí usar un vestido confeccionado por mi misma, era color plata con algunos bordados, ni muy elegante ni muy casual, perfecto para una ocasión como la que estábamos a punto de sobrellevar como “esposos”

—Gracias. —empecé a atar mi cabello en una coleta, pero su mano se interpuso en mi trabajo. Tomó la pinza que usaría y la tiró a un costado y con sus dedos peino mi cabello.

—Tu cabello suelto se ve mejor, te ves más… como una esposa. —rodé los ojos y salí de la habitación dejando atrás al pedazo de neandertal.

Baje hasta la sala mirando a mi alrededor, algunas personas ya se encontraban en el lugar, varios de ellos los había visto el día de mi “encantadora boda” otros más eran completamente desconocidos. Evitando hacer o decir algo que no estuviera en el contrato, camine entre ellos saludando con un asentimiento de cabeza o con un simple “hola” hasta llegar a donde se encontraban los sillones.

Me senté en uno de ellos viendo la gente pasar de un lado a otro, había tanta falsedad en su rostros y acciones, que estar entre ellos me causaba escalofríos. Una pareja en especial llamó mi atención, una mujer joven, tal vez de mi misma edad o un poco mayor, muy plástica para mi gusto, iba colgada del brazo de un hombre mayor, tan mayor que parecían abuelo y nieta.

—Demasiado falso para mi gusto. —menciono una voz a mi lado, me sobresalte enseguida. —Disculpa por asustarte hermosa. —a mi costado Frank me miraba sonriente, le devolví la sonrisa y regresé mis ojos a aquella extraña pareja.

—Un poco, siento que él es demasiado mayor para ella, pero como dicen, para el amor no hay edad.

—Y ahí tampoco hay nada de amor. Es como tu y mi primo… —Me faltó el aire por unos segundos. —...él es un poco viejo para ti, ¿no?

—No tanto.

—No tanto, tienes como veinte años, y él ya tiene treinta y cinco, quince años son demasiado.

—No se nota su edad, y es algo que realmente no me preocupa. —respondi algo mordaz.




Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.