Atados al Destino

8.

HARVEY

Después de aquella reunión de mierda para darle la bienvenida a Frank decidí no quedarme un solo minuto más en la casa de campo de mis padres. Yo mismo empaque las maletas y casi a rastras me lleve a Daphne de aquel lugar.

Si bien mi matrimonio con ella era una simple conveniencia con mi padre, le tenía algo de aprecio y por ello no iba a dejar que estuviera cerca de una persona como Frank.

Mi madre se miraba preocupada cuando nos vio salir, me hizo una mueca llena de confusión, como pidiendo explicaciones, solo negué con la cabeza.

—Los esperamos mañana en casa hijo, me gustaría hablar contigo.

—Te veo en la mañana madre. —antes que dijera algo más, subí al auto y conduje hacia nuestro apartamento. El viaje era un poco extenuante, pero prefería viajar de regreso que quedarme en compañía de mi fastidioso primo.

Daphne se quedó dormida a mitad de camino, no me quedó más remedio que utilizar mi chaqueta para abrigarla del frío y al llegar a casa, al ver que no despertaba, la tomé en mis brazos y la dejé en su cama. La mujer dormía como buena, no sintió ni uno solo de mis movimientos, ni siquiera cuando casi se me cae y la alcance a golpear contra el borde del sofá.

Pase la noche casi en vela, fue casi imposible conciliar el sueño, y cuando lo logre, las pesadillas constantes me abrumaban. Desperté de mal humor, lo primero que vi fuera de la habitación fue a Daphne, quien me miró confundida.

—¿Tú me trajiste hasta mi habitación? —Rodé los ojos, la pregunta era casi estúpida por la obviedad de la respuesta.

—No, te teletransportaste mágicamente. —respondí con ironía, —es obvio que lo hice yo, ¿acaso eres boba?

—¿Quieres dejar de comportarte de esa manera conmigo? Yo no te he hecho nada para que andes atacándome por cada cosa que hago. —no gritó, ni siquiera peleó conmigo, lo dijo con un tono de voz tan calmado que me asustó.

—Disculpa. —murmuré sintiéndome extraño. —mi madre quiere vernos en su casa hoy, será mejor que te arregles.

—Bien. —me encerré en mi habitación de nuevo y me arregle. Odiaba completamente ese jodido acuerdo, odiaba el hecho de tener que convivir con una mujer que no amaba, odiaba que mi padre decidiera por mí algo tan importante.

Era un hombre adulto, hecho y derecho, no necesitaba que él tomara decisiones por mí, pero al parecer, si se trataba de su empresa, siempre iba a tener la delantera, incluso sobre mis deseos.

—Estoy jodido.

El camino a casa de mis padres fue silencioso, nuevamente, Daphne iba a mi lado utilizando sus auriculares para desconectarse del mundo y alejarse de mí, no la culpaba, aún era muy niña en ciertos aspectos.

Al llegar a casa mi madre se encontraba esperándonos en la entrada, sonreí un poco tenso, era muy poco común que ella estuviera tan ansiosa, pero de ser así, le preocupaba más de la cuenta, cosa que no me agradaba para nada.

—Que bueno que llegaron, hijo, Daphne. —abrazo a Daphne primero, luego a mi, —después de saludar a tu padre ve a mi habitación. —susurro en mi oído y se alejó de nosotros con una enorme sonrisa en su rostro.

—Gracias por recibirnos Allisa.

—No es nada cariño. Por cierto, Owen quería hablarte. —la mire extrañado, ¿por qué razón querría hablar con ella?

Entrelace nuestros dedos y nos lleve hasta el despacho de mi padre, él se alegró de ver a Daphne y la saludo con un fuerte abrazo, de esos que muy pocas personas lograban ganarse.

—Padre.

—Tu madre quería hablar contigo Harvey, sabes muy bien qué hacer. —Asentí con la cabeza, era obvio lo que tenía que hacer, tranquilizarla y asegurarle que mi matrimonio era tan real como el de ellos.

—Ve a la sala Daphne, en un rato te alcanzo.

—No es necesario. —mire a mi padre confundido, —Daphne ya me ha confesado que quiere seguir mis pasos en el diseño, quiero hablar algunas cosas con ella. —me quedé dubitativo en el umbral de la puerta.

—Vengo en un rato. —murmuré al ver que ambos se enfrascaron en una conversación y me ignoraron completamente.

Un tanto pensativo me dirigí a la habitación de mis padres, allí encontré a mamá sentada en el balcón mirando al horizonte. me senté a su lado en silencio, sabía que debía esperar a que ella hablara, siempre había sido así.

—Hijo, ¿cómo va tu relación con Daphne? —pregunto sin mirarme.

—Va muy bien, ya sabes, nos amamos mucho. —mentí rápidamente.

—Entonces, ¿Por qué tuviste esa actitud con ella anoche? No solo en la noche, desde que Frank llegó estuviste con un humor de perros y te desquitaste con ella, ¿Esa es tu forma de llevar tu matrimonio?

—Sabes que me molesta sobre manera la estúpida actitud que tiene, en especial cuando está cerca a mi, siempre queriendo pasar sobre mí, robándome lo que puede. —me queje.

—Eso lo sé hijo, pero ya no tienen quince ni veinte años, ambos son hombres maduros, hechos y derechos. Aun así, no me refiero solo a eso. —la mire de reojo.

—¿Entonces?

—No debes desconfiar de Daphne, ella es muy sincera contigo y una muy buena mujer, se nota lo mucho que te ama, y la mejor prueba de ello es que se casó contigo, no debes estar con tus celos y arrebatos. Honestamente, si yo fuese ella, con ese carácter tan difícil que tienes, hace tiempo te hubiese abandonado. —rodé los ojos, si supiera la verdadera razón de nuestra boda.




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