Atados al Destino

9.

DAPHNE

Por alguna extraña razón, Harvey salió muy extraño de la oficina de su padre después de la lectura del testamento del padre de Frank, era como si su usual mal genio desapareciera y le diera paso a un muy pensativo Harvey.

No quiso esperar el almuerzo, salió de casa tan rápido como sus pies se lo permitieron y me llevó casi a rastras hasta el auto. No entendía nada, solo alcance a despedirme de todos con un movimientos de mano.

«Que loco» Pense al verlo salir tan apurado.

—¿Pasa algo Harvey? —pregunte cuando empezó la marcha.

—Ahora mismo no quiero hablar. —fue lo único que mencionó en todo el camino a casa, cuando llegamos se encerró inmediatamente en la habitación y no salió más.

Muerta de hambre preparé algo rápido para almorzar, aun se me hacía agua la boca de solo pensar en el platillo que servirán de almuerzo en la casa Jones, y que Harvey, como siempre con su impulsividad, me nego

Con plato en mano toque varias veces la puerta de Harvey, no respondió mi llamado, resignada deje su plato en la cocina y comí sola, como solía suceder desde nuestra boda, la soledad ya hacía parte de mi día a día.

Me encerré en mi habitación a ultimar detalles de mi proyecto, la graduación me pisaba los talones y lo que más deseaba era terminar pronto y exponer mi obra de arte.

No supe en qué momento me quedé dormida, desperté con el incesante movimiento de mi estómago solicitando comida. Un tanto adormilada me senté en la cama mirando a mi alrededor, la luz del sol ya había desaparecido y me encontraba en penumbras.

—Dormí demasiado. —me quejé.

Arrastrando los pies salí de la habitación buscando algo de comer, sin embargo, al salir de la habitación me quedé estática en mi lugar al ver a Harvey sentado en el gran sillón de la sala mirando fijamente hacia mi puerta.

—¿Qué pasa? —pregunté nerviosa.

—Daphne, ¿Podemos hablar? Tengo algo importante que decirte. —asentí con la cabeza un tanto extrañada, —ven, siéntate. —palmeo un lugar a su lado. A pasos lentos me acerqué y me senté un poco alejada.

—¿Qué quieres decirme? —Su mirada era rara, siempre me miraba enojado con su ceño fruncido, pero en ese momento, me miraba con confusión, con culpa.

—Es algo muy delicado, ,algo que hable hoy con mi padre. — agachó su rostro y soltó un pesado suspiro cosa que me puso mucho más nerviosa.

Su semblante se torna afligido, parecía dudar en decirme lo que tenía que decir, y eso solo aumentaba mi ansiedad, ¿Tan grave era? Por un momento en mi mente surge la idea de un divorcio, aquello me llena de esperanza, de ser así, podría finalmente recuperar mis cosas y buscar a Dean.

—Mi padre… —asiento con la cabeza esperando atenta. —quiere… —muevo la mano indicando que siga, mis oídos se preparan dichosos para el momento que diga “quiere que nos divorciemos” —quiere… —apretó mis manos intentando no ahorcarlo por tenerme en ascuas. Suelta un pesado suspiro que es como música para mis oídos,

—¿Quiere…? —preguntó llena de ansiedad.

—Quiere que tengamos un hijo. —Abrí los ojos perpleja. ¿Había escuchado bien?

¡Eso era una locura!

Negué repetidas veces y me puse de pie caminando de un lado a otro como un reo, tratando con todas mis fuerzas de asimilar la estupidez que dijo.

—¿Qué? —solté casi en un susurro.

—Quiere que tengamos un hijo, un niño que continúe con el legado familiar, Podemos llegar a un acuerdo. —me detengo al escuchar aquello, tal parece que él también se deschaveto.

—¿Te has vuelto loco? ¿Acaso estás demente? —Exclame conteniendo las ganas de gritar, estaba a punto de saltarle encima y romper toda su bonita carita. —Esta no es una decisión que se toma a la ligera Harvey, hay muchas cosas que pensar.

—¿Pensar? ¿Qué hay que pensar? No hay nada que pensar Daphne, firmaste un contrato, es tu deber consumar nuestro matrimonio y darme un hijo.

—Estas mas demente de lo que pense. Claro que hay muchas cosas por pensar. Es mi vida Por mas que firmara el estupido contrato, que si te recuerdo, ¡Yo no firme nada!

—No importa, así no hayas firmado, eres una parte fundamental del contrato, mi esposa. —su rostro se tornó rojizo, estaba colérico de eso no cabía duda.

—¿Por qué no buscas un vientre en alquiler? —Intente mediar, lo último que quería era tener un hijo con un hombre que no amaba. —Hoy en día es algo bastante común. Hay muchas mujeres que están dispuestas a tener un hijo por dinero. Lo único que importa es que lleve tu sangre. —su semblante cambió por completo.

—¡No digas estupideces! ¿Cómo demonios se te ocurre algo semejante?

—No quiero tener un hijo Harvey, no contigo. —dije con firmeza, y era la verdad.

—Es tu obligación Daphne, no te estaba pidiendo tu opinión, te estaba contando nuestros planes. —me sentí furiosa, como se le ocurría decir algo así.

—Me importa una mierda tu contrato, ¿Quieres un hijo? ¡Consigue quien te lo dé, yo no pienso tener hijos! —grité ofuscada.

—¡Deja de decir idioteces! —se levantó del sofá pateando la mesa de centro.




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