Atados al Destino

10.

DAPHNE

Después de aquella propuesta, que en realidad fue más como una orden, no pude pegar el ojo. toda la noche me la pase dando vueltas en la cama tratando de entender cómo había terminado en esa situación tan absurda. Desesperada por no poder descansar tan siquiera un poco, me senté en la cama y enfoqué mi cabeza al proyecto. Si no iba a dormir, no valía la pena que perdiera el tiempo.

El amanecer de un nuevo día me tomó sentada, despeinada y con las ojeras más marcadas que nunca, escuchaba ruidos del otro lado de la puerta, pero mis ánimos de pensar eran nulos.

Dejé mis cosas en el escritorio y me encerré en el baño, el agua tibia me ayudó a despejar un poco la mente, al salir un agradable aroma inundó mis sentidos, mi estomago se revolcó ansioso. Desconcertada salí de la habitación buscando el origen de aquel agradable aroma.

Me sorprendió ver a Harvey vistiendo únicamente un pantalón corto y cocinando con maestría, sus movimientos eran veloces y certeros, como si de un chef profesional se tratara.

—Buenos días. —saludé, sus movimientos se detuvieron y se dio vuelta para mirarme de reojo. —Huele muy bien, no sabía que cocinaras.

—No sabes muchas cosas de mi, cocinar es una de mis tantas habilidades. ¿Quieres desayunar? —asentí con la cabeza, mi estómago me pedía a gritos comida. —Entonces siéntate, te serviré tu plato.

Por primera vez desde nuestra boda, comimos juntos, era la primera vez que compartimos la mesa del comedor del apartamento, y no se sentía tan desagradable. Por un par de minutos olvidé por completo el mal trago que me hizo pasar la noche anterior.

Fui demasiado glotona y repetí mi plato, quede tan llena, que sentí pocas ganas de moverme de la casa, sin embargo, debía hacerlo. Tenía que encontrarme con Abigail para hacer nuestras compras, ya era una promesa.

—Muchas gracias por el desayuno, te quedo muy bien —dejé los platos en la cocina y volví a mi habitación.

Busqué mis cosas y algo de dinero, me calcé unos zapatos cómodos y me dispuse a marcharme.

—¿A dónde te vas? —preguntó Harvey al verme salir. —pensé que esta semana no tenias que salir a clase.

—Quedé de verme con Abigail, la semana pasada quedamos de hacer algo, y como no pude ese día lo haremos hoy.

—¿Cual Abigail? —lo mire confusa.

—Mi amiga, te conté alguna vez de ella.

—Si, creo que la recuerdo. Espérame un momento, me cambio rápido y te llevo.

—No hay problema, iré en transporte público. —di un par de pasos y fui detenida por su mano ejerciendo una leve presión en mi muñeca.

—Nada de eso, dame un minuto y nos vamos. —aunque me pareció extraña su actitud no quise refutar más, quería evitar a toda costa que su horrible mal genio saliera a flote.

Mientras él se cambiaba de ropa, lavé los platos del desayuno, en mi mente iba trazando un plan para pedirle mi celular y mis cosas, debía aprovechar su buen humor, era bueno no escuchar sus gritos y reclamos de vez en cuando.

—Ya estoy listo, vamos. —asentí y tomé mis cosas para seguirlo.

Esta vez, nuestra salida fue distinta, Harvey no caminó delante de mí como solía hacerlo, en lugar de ello, entrelazo mi brazo con el suyo y caminamos juntos hasta el ascensor, y de nuevo hasta el auto.

Abrió la puerta para mí, como todo un caballero, y rodeo el auto para subir él. Hice una mueca al escuchar de nuevo la emisora con noticias, no se cansa de escuchar lo mismo a diario, las noticias no cambian mucho de un dia a otro, a menos que sea algo muy bueno o malo.

—Si quieres puedes cambiar la música, sé que las noticias no son de tu agrado. —Intente hacer memoria, a ver si había hablado en voz alta. —Siempre vas con tus audífonos, debe ser para no escuchar las noticias, me gusta estar informado.

No le discuto en absoluto, solo cambio la estación por mi favorita y empecé a tararear la canción que sonaba.

—También me gusta mucho esa canción. —mencionó antes de empezar a cantarla.

—Algo mas que sé de ti, ya son dos cosas en un dia, que afortunada me siento. —comenté risueña, sintiendome muy bien con en ambiente que teniamos, por primera vez en mucho tiempo, me estaba empezando a gustar mi matrimonio.

Durante todo el trayecto nos la pasamos tarareando canciones, cantando algunas partes y conversando de nuestros gustos musicales, descubri un poco mas de él, el señor no era solo mala cara y mal caracter, tenia muchas cosas buenas, demasiadas en realidad.

Disfrute cada segundo sin peleas, tensiones o discusiones ridiculas, que hasta maldije cuando llegamos al centro comercial donde me encontraria con Abi, en ese momento queria compartir con él mas tiempo.

—Gracias por traerme.

—No ha sido nada, avisame cuando termines para venir por ti. —lo mire haciendo mi mejor cara de lastima.

—Olvide decirte que el pequeño aparato que me dieron mis padres dejo de funcionar. —saque una pequeña libreta de mi bolso y se la extendi. —escribe tu numero aqui por si algo.

—¿Y tu telefono?

—Tú pediste que me lo quitaran, ¿no? —pregunte inocente, hacerme la victima en ese momento era una de mis mejores soluciones.




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