Atados al Destino

12.

DAPHNE

Mi mente repite ese momento durante toda la noche, mis labios aún cosquilleantes por sus besos, mi piel erizada por su tacto, y mi corazón latiendo a mil por hora.

No podía volver a bajar tanto la guardia, no podía permitirme que aquello volviera a pasar, no podía ceder ante su encanto y debía recordarme siempre lo que buscaba.

Recuperar mis cosas y encontrar a Dean.

Esa era mi misión, no debía desviarme, ni mucho menos caer en la tentación.

Pasé toda la noche intentando no pensar en ello, sin embargo, cada cierto tiempo las imágenes de lo sucedido llegaban a mi cabeza, torturándome.

Me levanté más temprano que de costumbre y preparé un buen desayuno, cocinar me ayudaba a distraer la mente, y por fortuna, aquello funcionó de maravilla, no pensé en Harvey ni en nada de lo sucedido hasta cuando él apareció frente a mi perfectamente arreglado y perfumado.

—Buenos días Daphne. —saludo dejando un suave beso sobre mis labios, dejándome descolocada.

—Buenos días. —murmure sin salir de mi asombro.

—Huele delicioso, como cada vez que cocinas, ¿que preparaste hoy?

—Hice algo de desayunar —respondí torpe.

—Me encantaría probarlo. —asentí con la cabeza y le serví su plato, nuevamente, por segunda vez en meses, compartimos la mesa del comedor y desayunamos juntos.

Serví mi plato y un tanto avergonzada me senté a su lado a comer, sentía que mis mejillas ardían a más no poder, la vergüenza me carcomía.

—Disculpame por lo que pasó ayer, yo, me deje llevar, no debió suceder. —comente con la cabeza gacha.

—No tienes nada que disculparte, y yo tampoco me disculparé, yo quería que pasara lo que pasó, y me quedé con ganas de terminarlo. —soltó el aire de forma brusca, y dejó los cubiertos sobre la mesa. —Daphne mirame. —con un suave toque en mi mentón levanto mi rostro para que lo mirara. —Necesito decirte algo muy serio, y quiero que lo escuches bien.

—Está bien.

—Discúlpame por cómo me comporté al principio, mi actitud fue pésima porque te vi como la culpable de todo. Este matrimonio fue la única salida que encontré después que me dejaran sin una. Mi padre supo manipular muy bien las cosas en mi contra, y lo único bueno que me queda de esto es tenerte a mi lado, ¿entiendes?

—Si. —susurré sin dejar de mirar sus ojos, podía ver algo de arrepentimiento en ellos.

—Quiero que nos demos una oportunidad, el poquito tiempo que pasamos juntos ayer me sirvió para notar que tenemos más en común que solo la obligación de un matrimonio, dame una oportunidad para demostrarte que puedo ser diferente.

—¿Por qué? ¿Por qué ese cambio de un momento a otro?

—Porque quiero dejar de ser un estupido por primera vez en mi vida y concentrarme en lo que tenemos ahora, una oportunidad, si no funciona, podemos seguir como amigos, viviendo como hasta ahora. —sonrió de forma encantadora.

—Es por el hijo que necesitas, ¿cierto? —pregunté recelosa sin creer una sola de sus palabras. —Me estás endulzando el oído para que me deje embarazar.

Su sonrisa se borró por completo, me soltó el rostro y se enderezó en su asiento, eso solo me confirmó lo que pensaba.

—No, no es por eso. Ahora vivimos juntos, estamos casados. Solo quiero una oportunidad de hacer real nuestro matrimonio, no tenemos que llegar a la cama si no quieres, podemos simplemente seguir conociéndonos, seguir compartiendo y demás, y cuando te sientas lista para otras cosas las hablaremos. No te estoy endulzando el oído, estoy hablando con total sinceridad. tú decides qué hacer.

Terminamos de desayunar en silencio, mi cabeza se debatia en creerle e intentarlo, o rechazarlo y volver a la vida como era antes, con su actitud de mierda y sus gritos de demente. Tenía solo dos opciones, una hacía más tranquila mi vida, la otra, me martirizaba día a día.

—Una oportunidad, Harvey. Solo una para hacernos buenos amigos. —murmuré sin muchas ganas, pero dándole a entender que lo único que quería con él era amistad, mi corazón le pertenecía únicamente a Dean. Su sonrisa se ensanchó y sus labios se posaron suavemente sobre los míos.

—Lo haré bien, lo prometo. —apretó mi mano antes de levantarse de la mesa y llevar los platos a la cocina. —¿Vas a la empresa?

—Debo ir a la universidad primero, luego si voy a la empresa, tu padre me pidió ayuda en el proyecto que está llevando a cabo, pero tengo unos últimos cabos sueltos en mi proyecto que deben revisarse hoy.

—Bien, te llevo a la universidad, vamos. —tome mis cosas, él tomó mi bolso y juntos salimos de casa como una verdadera pareja.

Era extrañamente agradable estar con él, sin embargo, eso no impedía que me sintiera como una mujer desleal, desleal a su verdadero amor, desleal a sus principios.

«¿Estare haciendo mal?» pensé cuando empezamos la marcha y su mano tomó la mía para ponerla en la palanca de cambios.

—Te veo mas tarde, ten cuidado al ir a la empresa. —hablo sin soltar mi mano, estacionando su auto enfrente de la entrada principal.




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