Me preparo el café de siempre, me coloco el vestido que toca hoy, y salgo a la playa.
Me encanta sentir la arena bajo mis pies.
Cuando ya estoy en mi piedra cierro los ojos y de un momento a otro las lágrimas ya se encuentran en mi rostro.
No sé por qué me ocurre esto, antes de mudarme, la psicóloga de mi madre me dijo que era la tristeza de ver un día acabar, pero no estoy convencida de que sea eso, siento mucho más que tristeza porque un día a terminado.
Me siento sola, insuficiente, siento un vacío enorme, en ocasiones eh llegado a pensar que estaba presente en cuerpo, pero no en alma.
No sé qué hacer para que esto acabe, muchas personas me dijeron que intente no llorar.
Sí, como si fuera tan fácil lograrlo.
Tahiel llega a mi mente con todas esas frases raras y positivas que te hacen ver las cosas de una perspectiva diferente.
¿y si tiene razón?
¿Y si estoy en negación?, pero... ¿por qué habría de estarlo?
Esto es tan confuso.
¿y si tiene razón sobre las rutinas?, tal vez esté muy enfocada en hacer todo lo que mi rutina diga que me he olvidado de vivir.
Recuerdo que antes era una chica muy extrovertida, feliz, siempre estaba con una sonrisa en mi rostro y tratando de hacer felices a los demás con mis locuras.
Que buenos tiempos.
No sé el porqué de mi repentino cambio, porqué de un día a otro estaba sumida en las lágrimas y en una estricta rutina.
Creo que puedo hacer algo con ello.
O al menos intentarlo.
Me levanto de mi roca limpiando mis lágrimas y ensanchando mi sonrisa.
Estoy decidida, lo haré.
Camino de a pasos largos hasta llegar a la puerta de casa, la abro con demasiada fuerza.
Voy directo a la heladera.
Me paro frente a ella y lo visualizo.
Visualizo al papel el cual eh obedecido durante año y medio.
No puedo creer que haya estado viviendo esto tan estrictamente.
Lo arranco del imán que lo sostiene y lo rasgo en todos los pedazos posibles.
¡Uf!, SÍ.
Grito sacando mi frustración mientras rasgo los papeles aún más pequeños.
Voy directo a la isla de la cocina, saco un fósforo, lo enciendo y prendo fuego los papeles, ahí, justo arriba de la isla.
No me importa quemar la mesa, me importa sacar este peso llamado rutina estricta de mi vida.
¿En qué momento escuché las palabras de la psicóloga?
¿Por qué le hice caso?, ¿por qué accedí a que me crearan una rutina?
Me siento sin un peso.
Me siento toda una diosa empoderada
-Sí –digo mientras veo el papel quemarse.
Camino hasta la heladera, saco una botella de agua, tomo tranquila y la vuelvo a guardar.
Cuando me doy vuelta mi mesa está en llamas
-¡MIERDA!-¿por qué prendí fuego los papelitos en la mesa?
No se me ocurre que hacer estoy en shock
Y esto que siempre me han dicho "Cuando veas fuego, aunque sea mínimo, saca el matafuego y soluciona el problema"
Pero veme aquí, parada y sin saber qué hacer.
Instintivamente grito.
- ¡FUEGO!, EN MI CASA HAY FUEGO.
De un segundo a otro la mesa ya está ardiendo y poco a poco se va extendiendo hasta las cortinas de la ventana.
¿POR QUÉ TUVE QUE COMPRAR UNA MESA DE MADERA!
Me lo merezco por comprar productos hechos a base de árboles.
Dios padre, ¡AYÚDEME!
Me encuentro desesperada, en la encimera hay alcohol en gel para higienizarme las manos mientras cocino.
Trato de llegar pero tengo que retroceder porque el fuego es más rápido
¡OH NO!
Las llamas llegan a la encimera y luego se hacen más grandes gracias al alcohol que contiene el gel.
Mi casa ya es historia.
Corro a mi habitación a buscar lo primero que encuentre.
Cojo unos cuantos vestidos y un libro de Agatha Christie.
Salgo de prisa, pero el fuego ya ha tomado toda mi pequeña cocina y la puerta de esta.
-¡MALDICIÓN!- digo frustrada
Me dirijo nuevamente a mi habitación y trato de abrir la ventana con una sola mano, porque con la otra tengo todas las cosas.
De repente siento un ¡BOM!
Maldita sea por comprar productos inflamables
Dejo todo en el piso y con las dos manos ya desocupadas abro la ventana.
-Sí- digo en un jadeo
El humo comienza a llegar y me apresuro a recoger las cosas que anteriormente había sacado.
Paso un pie y luego otro.
¡uf!, que salvada
Respiro hondo y corro con todo en mis brazos.
En estos momentos es en los que agradezco vivir en una casa de una planta y no en una de dos, porque si no, ya estaría con una costilla rota.
Siento las sirenas sonar a lo lejos.
Seguro los vecinos vieron el fuego y llamaron a los bomberos.
¡Qué alivio!
Camino por la playa un rato hasta que decido sentarme a pensar.
Me he quedado sin casa- pienso
Mi casa se ha quemado
Inconscientemente las lágrimas comienzan a caer de nuevo.
¡NO!, ya eh llorado suficiente por hoy- me limpio las lágrimas
¿Dónde me quedaré?, ¿Dónde dormiré esta noche?