Atardecer contigo

8 "Vamos, dime lo que sabes"

-Vamos, puedes con eso y mucho más – aliento a Tahiel que trata de mover una maseta del tamaño de una persona

-No, claro que no, me rindo – dice secando el sudor de su frente con la mano.

-La negatividad opaca el sentimiento de la fortaleza – digo

-¿Desde cuando eres una poeta o la que da aliento?

-No lo sé – me encojo de hombros – va, te ayudo

Tahiel ladea la maseta despegándola del piso para que coloque mi mano y poder levantarla.

Valla, esto sí que pesa demasiado

-aaaa – digo con todas mis fuerzas mientras la corremos tres centímetros.

Coloco mis manos en mi espalda por el leve dolor que va apareciendo

-Yo voto porque la dejes ahí y listo.

-Si yo también, por lo menos ahora no impide que abra la ventana porque si no...- no termino la frase cuando termina mi oración.

-Sí, sí, sí, te mueres, ya lo sé.

- ¡Ey!, no le restes importancia

-Ajá, ahora invítame agua porque parece que hubiera cruzado el desierto de Sahara.

-Sírvete tú, la última vez que tomé agua incendié mi casa.

-ugh, está bien.

Se aleja y se sirve un vaso de agua y se sienta en una silla que está al lado del bidón.

-Oye, sabes si puedo leer o entrar a la librería – digo caminando hacia su dirección.

-Claro que puedes, Stephanie me dijo que puedes solo porque eres mi amiga – dice dándose vuelta con el vaso en la mano

-Qué bueno, ¿vamos?

Ya que vivía prácticamente atrás de una librería, quería buscar algún libro que dijera algo sobre el porqué de mis lágrimas en el atardecer o, aunque sea enterarme si a alguien más le pasó alguna vez.

-Tienes llaves del lugar- cuestioné cuando estábamos a unos tres pasos.

-Claro, yo lo tengo todo – dice con una sonrisa de suficiencia sacando de su bolsillo la llave.

La coloca en la puerta, gira a la izquierda y la librería queda descubierta ante nuestros ojos.

Prende la luz de la perilla y...

Es hermosa, nunca antes había visto un lugar como este.

Hay mesas contra la pared y bancos para sentarse.

También hay un mural en el cual puedes colocar en una hoja tu nombre y escribir algún poema o tan solo que te pareció el lugar, hay muchas hojas con diferentes decoraciones y adornadas con pequeñas luces de color dorado.

Los estantes donde van los libros están amurados a la pared y hay algunos que forman pasillos.

Sus ventanas tienen decoraciones en los vidrios.

Lo que más me gustó es que en la sección de libros sobre platas hay de las mismas colgadas en pequeñas masetas.

Estaba verdaderamente sin palabras, este lugar es sencillamente maravilloso.

- ¿Y?, ¿hay algún libro en específico que quieras? – interroga mi acompañante.

-No..digo sí.

-¿Cuál?

-Estaba buscando algún libro para leer que esté basado en lo mismo que me sucede a mí en el atardecer, o que me explique exactamente lo que me ocurre.

-Está bien, sígueme – dice comenzando a caminar entre los estantes.

Hay libros para todos los gustos, romance, fantasía, terror, acción, de todo.

-Aquí, creo que este libro es – dice serio – espero y lo tomes con calma.

Era un libro antiguo, color marrón un poco gastado, incluso llegué a pensar que era sobre hechizos.

-Ok, ahora vámonos antes de que alguien crea que estamos robando.

-Nadie podrá vernos – dice seguro.

Caminamos hasta la puerta de salida principal y cuando está a punto de abrirla hablo.

-Oye, ¿Qué crees que haces?, alguien podría vernos y llamar a la policía –digo un poco asustada, en mi vida eh estado en una comisaría y no quiero que esta sea la primera vez

-Ya te dije que nadie puede vernos, no hay nadie afuera – señala por la ventana

-Si voy presa, me sacas tú ¿de acuerdo?

-No pasará nada – abre y cierra.

Y efectivamente no pasó nada.

-Es hora de irnos, te veo mañana a las ocho de la mañana, no comiences a leer el libro sin mí, me oyes – dice con un tono que no creo que esté bromeando.

-Bueno, adiós.

Me sonríe y da media vuelta comenzando a caminar por la vereda.

Cuando ya no puedo verlo porque dobló la esquina, me doy vuelta y camino hasta terminar el perímetro que cubre la librería y entrar en el pasillo que da a mi nuevo hogar.

Valla día

Observo el libro que tengo en mi mano unos cuantos segundos.

Las ganas de saber que dice este libro me consumen, pero si algo aprendí sobre la caja de Pandora es que la curiosidad no es buena.

Tomo aire y lo dejo en una pequeña mesita que está al lado del sofá cama en el que pasaré los siguientes días de mi vida.

Mis ojos se cierran durmiéndome en tiempo récord por el largo día de hoy.

+++

Los leves sonidos de golpes en mi puerta me despiertan de mi profundo sueño negro.

Desde hace tiempo atrás comencé a soñar en negro, no sé el porqué, pero desde ese momento no eh vuelto a soñar con nada más.

-Ailín si no abres tendré que llamar a los bomberos por si estás intentando quemar el lugar.

-Es que nunca te olvidarás de eso ¿verdad? – digo levantándome y abriéndole la puerta.

-Jamás lo haré.

Sí, le comenté el porqué del incendio en mi casa, e incluso lo decidida que estaba a dejar todo el asunto de las rutinas.

Gran error, ahora cada que se acuerda me lo recuerda.

Y esto que ayer se lo había contado cuando comprábamos ropa.

-ya vengo, iré a cambiarme, tú solo siéntate y espérame ¿ok? – digo con cara de sueño aún.

-Ok, aquí te estaré esperando.

Ay, como había extrañado levantarme tarde.

Cuando aún vivía con mis padres era imposible levantarme antes de las 10:00hs, pero con todo lo del atardecer y los psicólogos comencé a levantarme demasiado temprano para cumplir con mi rutina.

Entro al baño, me lavo la cara y dientes, de mi canasto de ropa limpia, tomo un pantalón de jean corto, una remera negra con mangas lisas y salgo.



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En el texto hay: misterio, esperanza, romance

Editado: 29.09.2020

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