Noviembre 15
(Mismo día, versión de Jack)
Jack.
No lo entiendo. De verdad que no lo entiendo.
En noviembre, Jena llegó a mi casa sin previo aviso. Y sí, mi casa. Mi madre no está casi nunca aquí, solo somos la abuela y yo. O eso era hasta que ella llegó y todo cambió.
Para ser honesto, no me importó al principio, porque es una extraña y no podía quedarse siempre en mi casa. Hasta que fuimos a la escuela.
—Jack, ¿conoces a la chica que iba contigo esta mañana?
—Sí, ¿por qué?
—¿A qué no sabes lo que dicen de ella? —negué con la cabeza—. Dicen que fue expulsada de cuatro escuelas, ha de ser una malandra. También dicen que tuvo algo con su profesor... ¡Su profesor!
—¿En serio?
—¡Y hay más!
Estuvo más de treinta minutos hablando sobre lo que se rumorea de Jena, y todas no eran más que malas noticias. Me pregunto si la abuela estará al tanto de todo esto, espero que considere su decisión de dejarla vivir con nosotros.
Si Jena resulta ser como dicen todos, deberá de irse para siempre. Su sola compañía significa peligro. Pero, aun así, no sé porque la esperé para irnos juntos a casa.
No quería que me viesen a su lado. Así que caminé rápido para no estar junto a ella. Si la abuela me hubiese visto, me habría dado una buena regañada.
—Jack —llama la abuela tocando mi puerta.
—¿Qué pasa?
Entra a mi habitación y toma asiento en mi cama.
—Eso es lo que debo preguntarte. ¿Qué pasó?
—No pasa nada, abuela.
—Entonces, ¿por qué ignoras a Jena?
—¡Los rumores! —grité mientras me sentaba a su lado—. Los rumores dicen que es una malandra. Abuela, ¿sabes el tipo de persona que metiste a casa?
—Eso mismo dijo Jena —la miré desconcertado—. ¿No recuerdas? Incluso tú te preguntaste lo mismo.
“—No debe gastar su dinero en alguien como yo.
—¿Alguien cómo tú?”.
Ahora lo entiendo.
Jena sabe perfectamente lo que dicen de ella a sus espaldas. No lo presume, pero tampoco lo oculta. Sin embargo, una pequeña parte de mí, no quiere que esté aquí.
—Pero abuela, los rumores sobre ella…
—Cómo has dicho, sólo son rumores —dice.
—¿Y si es cierto? —pregunté.
—Jena es una chica sorprendente. ¿Te has puesto en su lugar al menos una vez? —negué—. ¿Lo ves? Al menos haz el intento, tiene un pasado difícil.
Había muchas cosas que desconocía de Jena. Para empezar, no sé cómo llegó a vivir con nosotros ni cómo conoció a mi abuela. Tampoco sé de ese «pasado difícil» que tuvo.
—Pero tengo una duda.
—¿Cuál?
—¿Y los padres de Jena dónde están?
—Dale tiempo, algún día nos contará todo —dice y me abraza acariciando mi cabello.
—¿Y si resulta ser como ellos dicen?
—Muchos usan el pasado de una persona para señalar o criticar —sus manos toman mi rostro, haciendo que la mire—. Jack, sé que tienes un corazón muy noble, así que úsalo para ver a través de Jena.
—Pero abuela…
—Sin importar lo que nos diga, no nos dejemos llevar por su historia.
—Haré el intento, no prometo nada.
Y es verdad, no puedo prometer quererla cuando ni siquiera siento un poco de cariño hacia ella. Sería muy hipócrita de mi parte hacerlo, primero debo conocerla mejor y saber por mí mismo qué clase de persona es.
—Es una buena chica, ¿entiendes?
Asentí no muy convencido. Para cuando bajamos a la primera planta, Jena ya estaba dentro, se encontraba en la cocina buscando por los cajones algo. Creí que nos estaba robando, hasta que vi su mejilla roja.
Alguien la había golpeado.
—¡Dios santo! —gritó la abuela, corriendo hacia ella—. ¿Quién te pegó? Por Dios, no debí haberte pedido que salgas.
—No es nada, sólo choqué con la puerta. Como era de vidrio no lo pude ver bien.
—¡Te han golpeado! —añadió la abuela.
Prefiero no decir nada.
El tiempo en mi mente se detiene. La abuela se encarga de inspeccionar el rostro de Jena, además de la bofetada en la mejilla, tiene marcas en sus muñecas y su labio inferior sangra. Ambas suben al segundo piso en busca del botiquín de primeros auxilios.
Realmente no sabía cómo reaccionar, hace unos minutos había desconfiado totalmente de ella, pero ahora veo que también sufre. Ser el centro de muchas miradas y burlas es lo que debe soportar cada día.