Athena

LA MISIÓN     4

 

 

 

 

 

 

 

 

De camino a la sala de conferencias, Kai no pudo evitar preguntarse por qué una almirante como Naore Larthan querría hablar con él. La había conocido hacía ya varios años durante una cena de gala en la que había acompañado a su abuelo paterno, el almirante Arthur Reed, pero nunca habían hablado después de esa noche.

Por lo que sabía, su abuelo y Larthan eran viejos amigos.

Tenía sobrados motivos para estar inquieto. La almirante Larthan tenía gran influencia en el Estado Mayor Conjunto. Y también era...

Detuvo su cadena de pensamientos al llegar a la sala de conferencias principal de la Ankara y verse de repente en un lujoso despacho, con las paredes cubiertas de mármol y jade negro. Se detuvo en seco al contemplar la decoración. Conocía a la perfección ese despacho. Cualquier ciudadano de la CSE lo reconocería al instante.

El software de comunicaciones holográficas instalado en todas las naves de la CSE, ya fuesen civiles o militares, permitía hablar a inmensas distancias y recrear el entorno desde el cual se efectuaba la comunicación. Un oficial o tripulante de una nave podía hablar con sus seres queridos en un entorno que recreaba al detalle su hogar.

Kai tragó saliva al ver a Larthan. Parecía inquieta, pero no por culpa de él.

Inspiró y espiró con suavidad en un intento de serenarse.

—El teniente Kai Reed se presenta como ha ordenado, almirante Larthan —anunció Kai haciendo un rápido y preciso saludo militar—. Estoy listo para mi próxima misión.

—Gracias por acudir con tanta rapidez, teniente Reed —replicó Larthan haciendo un rápido saludo—, pero su próxima misión no se la asignará la Marina.

—Lo haré yo... —sentenció una voz femenina al otro lado del sillón encarado hacia la cristalera detrás del escritorio que presidía el despacho.

Un largo escalofrío recorrió la espalda de Kai al escuchar esas palabras.

Conocía esa voz.

Cualquier persona de la Vía Láctea la reconocería al instante.

—Teniente Reed —saludó la líder de la CSE, la presidenta Vera Hardyan, dando la vuelta a su sillón para mirar cara a cara a Kai—. Gracias por venir. Necesito un favor personal.

 

 

 

 

 




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