El viaje hasta el sector Unhru duraría doce horas a través del hiperespacio. Podría haber utilizado el generador de agujeros de gusano de la lanzadera, pero prefería descansar un poco antes de la misión. Tenía la sensación de que le haría falta.
La responsabilidad puesta sobre sus hombros era considerable. Demonios, ¡la mismísima presidenta Hardyan se lo había pedido en persona! Llevar a buen término la misión sería un magnífico empuje a su carrera y, tal vez, un paso importante en pos de su sueño: dirigir su propio grupo de combate, como su abuelo y su padre antes que él.
Su padre...
Kai apartó con dificultad aquellos pensamientos. Debía centrarse en la misión. El gobierno se estaba preparando para enviar para un segundo encargo de colonización a la galaxia Devaron. Si lograba llevar a casa a la hija de la presidenta Hardyan, su plaza en esa flota estaría garantizada. Seguro. Sin nada mejor que hacer por el momento, apretó varios botones en el panel de control de la lanzadera para conectarse con los principales medios de comunicación. Tal como su padre solía decirle, si querías saber algo sobre un famoso, la mejor fuente de información eran los medios de comunicación. Gracias al sistema de comunicaciones por enlazamiento cuántico instalado en todas las naves de la CSE, apenas necesitó un par de segundos para conectarse con el satélite de comunicaciones más cercano. Dedicó un largo rato a estudiar el perfil psicológico de Ilena Hardyan, las noticias de los medios de comunicación relacionadas con ellas y sus datos personales. No es que le hiciera mucha falta. Kai y ella se conocían desde niños. Las familias Reed, Hardyan y Harper poseían muy buena relación desde hacía generaciones. Muchos analistas coincidían en que eran tres de las familias más influyentes de toda la CSE. Desde siempre, los Reed habían destacado en el ejército; los Hardyan, en la política, y los Harper, en el sector de construcción naviero.
Sentado en el asiento de piloto de la lanzadera, Kai exhaló un ligero suspiro. Estaba muy claro. La auténtica razón de la presidenta Hardyan para enviar a Kai no era su expediente, sino por ser un viejo amigo de su hija. El único amigo que de verdad había tenido. Además de...
Interrumpió su cadena de pensamientos. No, no quería rememorar eso. Aún no. Al acabar de leer la información disponible, Kai se acomodó en el asiento del piloto, observando en silencio una pequeña proyección holográfica de su vieja amiga.
Incluso a pesar de ser una simple imagen holográfica, inmóvil sobre el proyector, podía notarse la gran fuerza que irradiaban los ojos de Ilena Hardyan. En eso se parecía mucho a su madre. Tras apagar el terminal, Kai fue a la parte de atrás de la lanzadera a prepararse un café.
Debía proceder con cautela. Conociendo el carácter de Ilena, toda aquella situación podría ser alguna clase de elaborada trama para atraer la atención de su madre. Los constantes compromisos de Vera Hardyan no le habían permitido pasar mucho tiempo con su hija a lo largo de los años.
No. Aquello era inverosímil incluso para Ilena. ¿Desaparecer sin dejar el menor rastro para luego reaparecer en uno de los sectores potencialmente más peligrosos de toda la galaxia? Podía ser una niña mimada y en ocasiones algo engreída, pero ni ella estaría tan loca. Al menos, eso esperaba.
No tenía sentido especular. Pronto lo sabría.