Un frío e incómodo silencio recibió a Kai al abrirse la compuerta. Gran parte del hangar estaba lleno de filas de enormes contenedores de suministros. Cada una tenía entre cuatro y diez niveles de altura.
Inquieto por el silencio reinante, Kai echó un rápido vistazo al sensor de movimiento del HUD de su casco. Nada. Salvo el punto luminoso azul claro que lo representaba a él mismo y el punto blanco de la baliza, todo estaba despejado.
Dudó antes de entrar en el hangar. La disposición del lugar le recordaba mucho a un campo de prácticas de tiro.
Exhaló un ligero suspiro. La señal de Ilena provenía de un espacio vacío justo en el centro de la sala.
—A la mierda... —murmuró entrando en el hangar, caminando con rapidez entre las filas de contenedores.
Era una trampa. Debía de serlo. Pero ¿qué otra opción tenía?
—Atención, Paladín se acerca al punto de reunión —avisó uno de los técnicos desde la sala donde Lecter vigilaba los movimientos de Kai.
—Escuadrones uno, dos, tres y cinco, mantengan posiciones —ordenó por radio otro de los técnicos—. Escuadrón cuatro, tomen posiciones en torno al núcleo.
—Director Lecter, Paladín casi ha llegado —anunció un tercer técnico acercando un pad de datos a su jefe, que estaba sentado en el centro de la sala.
—Ya lo veo... —murmuró Lecter observando una proyección holográfica de Kai en su terminal—. ¿Cuál es el estado de Shadow Dragon?
—Se mantiene a la espera —informó el técnico situado junto a Lecter leyendo la información disponible en su propia dhome—. Los niveles de energía del zigurat alienígena se mantienen al nivel previsto. Todo listo para fases tres y cuatro.
—Excelente —murmuró Lecter complacido—. Mantengan vigilados los datos biológicos del teniente Reed. Quiero todo grabado y guardado en mi base de datos personal.
—Sí, director Lecter —replicó el técnico antes de efectuar una ligera reverencia y regresar a su trabajo.
Sin duda iba a ser un buen espectáculo.