Athena

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Le resultaba difícil de creer. ¿Slade Kolyer? ¿Uno de los mercenarios más mortíferos e infames de toda la galaxia, justo en ese momento y lugar? El primer encuentro entre Kai y Kolyer había ocurrido hacía ya tiempo, justo un año después de la desaparición de la flota Alpha. A partir de entonces, sus caminos se habían cruzado en múltiples ocasiones, incluyendo la campaña de Khassius Lhan.

—No es por ofender, Kolyer —murmuró Kai quitándole el seguro a su rifle de combate—, pero creía que habías muerto en Khassius Lhan...

—Qué puedo decir, tengo el doble de vidas de un gato —replicó Kolyer divertido—. No podía perderme una nueva oportunidad de darme de puñetazos con usted, teniente.

—¿De verdad? —masculló Kai—. Por cierto, creo que nuestro marcador está a mi favor, ¿no te parece?

No podía fiarse de nada que Kolyer dijera o hiciera. Debía mantenerse en guardia.

—Sí, creo que sí —reconoció Kolyer encogiéndose de hombros—, pero gracias a mi nuevo patrocinador, tengo una magnífica oportunidad de igualar el marcador entre nosotros. No es nada personal, pero no puedo dejar que abandone el sistema antes de tiempo.

—¿De verdad? —preguntó Kai intentando cambiar de posición—. ¿Y qué piensas hacer para impedírmelo?

—Esto, para empezar... —contestó Kolyer disparando en abanico con su rifle pesado de combate.

Kai se quedó inmóvil mientras las balas volaban a su alrededor, haciendo picadillo la sala.

—Vale —murmuró Kai levantándose con ambas manos en alto—. Veo que has mejorado tu puntería, Kolyer.

Entrecerró los ojos, observando con más atención los de su enemigo.

Premio. Implantes cibernéticos en ambos ojos.

Después de su última pelea contra Kolyer, había estudiado con atención el dossier que la CSE tenía sobre él. Sus ojos eran de color ambarino. Ahora eran de un inquietante color violeta oscuro.

—No es nada personal, teniente —murmuró Kolyer sacando con tranquilidad de su cinturón una pistola de gran calibre, apuntando directo a la cabeza de Kai mientras se le acercaba—, pero me han pagado una cantidad obscena de dinero para mantenerlo ocupado.

—¿Quién? ¿Larthan? —preguntó Kai.

—No —respondió Kolyer posando el cañón de su pistola en la cabeza de Kai—. Alguien mucho, mucho más importante.

Justo antes de que apretase el gatillo, las luces se apagaron de repente.

 

 

 

 

 




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