Voy camino a casa de la escuela, cuando en el trayecto empiezo a ver una sombra a un costado de mí. Me asusto porque veo la negrura a un costado, pero cuando me doy vuelta esta desaparece. Una y otra vez miro por encima de mi hombro mientras camino pensando que alguien caminaba junto a mí. Está más que claro que alguien me sigue. Con los nervios de punta apresuro el paso para llegar a casa lo antes posible, pero luego pienso que sería horrible que aquella persona me persiguiera hasta la casa.
Todo el tiempo iba vigilando la sombra ajena a la mía que me siguió hasta el frente de la casa. Pero en tanto pisé el primer escalón esta desapareció. En ese momento escucho una música que provenía desde dentro.
Al abrir la puerta encuentro a mi madre bailando en medio de la sala con el radio a todo volumen, tanto que hasta fuera de la casa se escucha la música.
—Mamá ¿Qué haces? — Pregunto quedándome helada al ver a mi madre bailar de esa forma — ¿Por qué tanta felicidad? — Pregunto poniendo las llaves sobre la mesa que estaba en medio de la sala.
—Ay hija — Dice mientras baila — Me ascendieron, tendré mejor sueldo — Dice mientras da pequeños saltitos como una niña cuando le regalan un juguete nuevo.
—¿En serio? Que bueno, ya te lo merecías — Digo emocionada por la noticia.
Mi madre empieza a cantar a todo pulmón.
—Oye ¿Y Tamara? — Abro el refrigerador.
—¡¿Qué?! — Grita mientras baila.
—¡¿Qué dónde está Tamara?! — Grito.
—¡No te entiendo!
Me apresuro a bajar la radio.
—¿Dónde está Tamara?
—No sé, aún no a llegado, digo, no la he visto. Seguro anda con sus amigas — Camina hasta la cocina.
—¿Pero no se supone que está castigada? — Pregunto confundida.
—¿Lo estaba? ¿Por qué? — Pregunta confundida.
—Por Dios santo mamá, ¿En serio ya se te olvidó lo que te dije esta mañana y cómo tenía el pelo? — Pregunto un poco molesta.
—Ahhh, si verdad… — Se queda pensativa — Dejémoslo así — Dice sin importancia.
—¡¿Qué?!, por esta razón es que ella llegó a la hora que llegó e hizo lo que hizo, porque siempre la dejas hacer lo que ella quiera — Ahora sí que estoy molesta.
—Pero ya la castigué Stheisy — Dice sin importancia.
—La castigaste, pero dime mamá ¿Dónde está Tamara?, ¿No se supone que uno de los castigos que le pusiste era que sólo podía salir para la escuela? — En serio me molesta que mi madre permita que ella haga lo que quiera.
—¿Y qué quieres que haga?, la castigué, y mira, no ha llegado. Entiendo lo que dices, pero Tamara ya está demasiado grande como para yo tener que salir detrás de ella — Dice mientras lava unos trastes.
—¿Y crees que dejándola hacer lo que ella quiera su actitud va a mejorar?, pues no mamá. Entiende que te le tienes que poner fuerte, y es mejor que no esperes hasta el último momento para hacerlo.
—¿Qué quieres decir con eso? — Pregunta confundida.
—Mamá, tú sabes perfectamente que esa amiga que tiene no es buena. Sabes que es lo que le gusta a esa chica, y te aseguro que no es ir a la iglesia todas las tardes para rezar, por eso te lo digo.
—Ay, no sé Stheisy, tu hermana sabrá con quien se junta. Yo estoy cansada de lidiar con tu hermana. — Me arte.
Salgo de la cocina rumbo a mi habitación.
—¿A dónde vas? — Pregunta mientras ve como me alejo.
—A mi habitación — Digo hecha furia.
Todo esto me molesta porque sé que esa nueva amistad no le convenía; Ahora llega tarde muy seguido, no se sabe dónde y cómo anda. Las actitudes que había adoptado en estos momentos la hacían hacer cosas que no eran propias de ella. Tamara nunca salía de casa a escondidas y ya lo había hecho varías veces, nunca se atrevió a salir sin antes avisar después de salir de la escuela. Ahora temo que esta nueva amiga provoque que mi hermana se salga del carril que le corresponde. Eso es algo que me preocupa de tan sólo pensarlo y no quería imaginar lo que podría llegar a hacer. Tamara es una chica fácil de manipular porque desde pequeña ella cría en todos, sentía que todos eran buenos aún sin conocerlos y eso la ponía en situaciones problemáticas porque solía hacer cosas ajenas a las que ella acostumbra a hacer.
Subo las escaleras hasta mi habitación, saco mi teléfono, busco mis audífonos y me pongo a escuchar música a lo que me dirijo a la cama para acostarme un rato. Quizás escuchar música me ayude a tranquilizarme un poco.
Pasa el tiempo y ya me siento más calmada. Pienso en si marcarle a mi hermana o no, pero al final decido hacerlo.
El teléfono timbra un par de veces. — El número que usted a marcado no se encuentra disponible en este momento, por favor, deje su mensaje después de la señal — Escucho que dice la contestadora.
—¿Dónde estará esta chica? — Tiro mi teléfono a la cama.
El teléfono suena.
Me arrojo a la cama para tomar el teléfono.