Atormentada

Capítulo 7

 

Capítulo 7

Llego a mi casa después de la escuela como es de costumbre, sabía que mi madre no estaría en casa por el nuevo puesto de trabajo, mi hermana aún no había llegado; Seguro andaba con Fátima.

Enciendo el televisor para ver mis caricaturas favoritas. Cuando estoy cómodamente sentada en el sofá suena el teléfono << ¿Quién podrá ser?>> me pregunto a la vez que me dirijo a tomarlo.

—¿Sí? — Pregunto.

Nadie responde del otro lado.

— Hola — Insisto.

Se escucha la respiración.

—¿Quién es? — Pregunto ya incómoda.

Tartamudeo.

— Voy a colgar — Advierto.

— No, no, soy yo, Darling.

— Cómo conseguiste este número?

— Eso no es importante, mira sólo quiero ser tu amiga.

—¿Cuál es la insistencia con eso? — Pregunto apoyándome de la pared.

— Ok, me gustaría saber si lo que dicen de ti es cierto…

— No, no lo es — Me altero.

— Ok, ok, sólo quiero ser tu amiga, hablemos y si no te interesa serlo pues, no los somos y ya no te vuelvo a molestar ¿sí?

— Miro hacia la derecha — Está bien, pero si no me interesa ser tu amiga te olvidas de mí.

— Está bien. Nos vemos mañana en el descanso.

— Como digas — Cuelgo.

Continúo viendo mis caricaturas cuando llega Tamara.

— Hola — Dice a la vez que cierra la puerta.

— Andabas con Fátima, ¿Verdad? — La miro.

— Sí, digo, estábamos a unas cuadras de aquí — Se acerca a mí — ¿Y mamá?

— Hoy empezaba a trabajar en su nuevo puesto — Contesto con la mirada puesta en la pantalla del televisor.

— Bueno, pues me voy — Se da la vuelta.

—¿A dónde? — La miro.

— Saldré con las chicas, dahhhh… No estaré aquí aburrida—S e va.  

— Pero Tamara… ¡Ahg!, Esta chica — Digo poniendo los ojos en blanco.

La situación con Tamara se me estaba escapando de las manos, no podía cuidar a mi hermana; Ya se salía de la casa, llegaba cuando quería, hacía lo que quería, todo el tiempo estaba con esas chicas, todo el mundo de Tamara eran Fátima y sus amigas.

No puedo llevar el control de eso porque Tamara no lo va a permitir, y lo sé, así que sólo espero que nada malo le pase en manos de esas chicas, ya que ellas solo van de fiesta en fiesta, pasarla bien con los chicos e ir a molestar a la escuela. Tamara no pertenece a ese mundo, ella no es así, no es de esa clase de persona que solo piensa en el momento, ella es mejor que eso y Fátima sólo la arrastra a ese mundo donde ella no pertenece.

Ya había terminado mi tarea, y me estaba preparando para irme a la cama, cuando escucho que la puerta de abajo se cierra.

Cuidadosamente salgo de la habitación y encuentro a Tamara subiendo las escaleras, rumbo a nuestra habitación.

—¿Dónde estabas Tamara? — Susurro.

— Te dije que iría con las chicas — Entro a la habitación.

— Tamara son las una de la mañana, esta nos es hora de andar en la calle, mamá preguntó por ti y le dije que te habías quedado dormida porque estabas muy cansada. Gracias a Dios que ni se acercó a la habitación.

— Si, gracias por eso— Se saca la ropa para darse un baño.

— No te estaré encubriendo todo el tiempo, ésta fue la primera y última vez. Si vuelves a llegar tarde le diré lo que sé — Le advierto

— Está bien, ahora tengo que ducharme — Entra al baño.

— Lo digo en serio, Tamara — Le sujeto la muñeca.

— Me mira a los ojos — Lo sé.

— Mientras Tamara se ducha, yo acomodo la cama para dormir cuando suena su teléfono.

— Te llaman Tamara — Digo tocando la puerta.

— No contestes, cuando salga veo quien es.

— OK— Pongo el teléfono sobre la cama.

Entra un mensaje, lo veo.

— Me encantó lo que hiciste, recuerda llevar el dinero mañana a la escuela.

Este mensaje iba acompañado de una imagen donde claramente se veía un tatuaje en la espalda.

Quedo estupefacta.

Tamara sale de la regadera, me apresuro en acomodarme en la cama y hacerle creer a Tamara que estoy dormida.

Esta sale del baño.

Llamada perdida de Fátima.

Mensaje de Fátima.

Yo sólo pedía que fuera un error y que el mensaje se lo hubiesen enviado a la persona equivocada, pero mis esperanzas desaparecen cuando veo a Tamara acercarse al espejo para empezar a aplicarse una crema en su espalda. Logré ver su reflejo, y con certeza se había hecho un tatuaje.




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