Atrévete

Capítulo 2

—Métele más. 

—No, sino va a derramar mucho. 

Bendita sea la hora en que me tocó de compañero a Lucas, lo detesto con todos mis pelos, es demasiado bruto. Ya le expliqué como mil veces que si rellenamos demasiado el globo de pintura, se derramará.  

La maestra hizo parejas para el trabajo y esta vez me tocó con Lucas, tenemos que llenar globos pequeños con pintura de diferentes colores para luego aventarlos contra el cuadro y se forme algo artístico y rebelde, que es el tema principal de la actividad. Parece fácil pero se ocupa técnica para que no quede todo feo y mugroso.  

El problema es que si se llena demasiado un globo, se derramará antes de tan siquiera aventarlo o peor aún, se llenará el cuadro de un solo tono y el punto es que sea una combinación, así que en cada globo debe llevar de preferencia poquita cantidad de pintura para que podamos usar más colores, cosa que ya le expliqué al cabezote de Lucas y no entiende. Se supone que sería divertido y ahora lidio con este hombre que cabe mencionar es amigo de Alessio, o al menos eso creo, los he visto algunas veces juntos.  

Lucas va conmigo en la clase de pintura, he cruzado algunas cuantas palabras pero nada como para considerarlo cercano a mí, sin embargo, yo no sabía que era tan… pues tan él. No voy a negar que Lucas es hasta cierto punto gracioso pero a veces muy necio y cabeza hueca, eso sin mencionar que se mueve mucho, en serio, no puede estarse un minuto quieto, repite continuamente varias acciones como si fuera involuntario. Me pone nerviosa su comportamiento pero estoy tratando de tener paciencia para terminar este trabajo. Sé que esto no está siendo satisfactorio para él porque quizás esperaba una compañera de equipo más divertida, así como yo esperaba un compañero de equipo más organizado. Literalmente tiene todo tirado, nuestra área de trabajo está hecha un desastre, aún no pintamos y ya traemos todo el delantal sucio y nuestros zapatos.  

—Escucha, ve por el lienzo en lo que yo lleno los globitos que faltan —le digo mientras trato de hacer un nudo para cerrar el globo. 

—Está bien. —Se va con la maestra a pedir un lienzo. Suelto un suspiro, lleno rápido los otros dos que faltaban.  

Cuando vuelve trae consigo el lienzo, lo coloca en el caballete mientras yo pongo todos los globos en la canasta, son alrededor de 10, 5 para él y 5 para mí. Nos alejamos como 2 metros desde donde está el cuadro para que al momento de lanzar el globo, explote completamente.  

—¿Listo? —Pongo la canasta en la mesa pequeña. Él asiente—. Tú primero —le digo. Agarra cuidadosamente un globo, estira el brazo hacia atrás y lo avienta con demasiada fuerza como si fuera un pitcher lanzando una bola de béisbol, si será bruto. El caballete junto con el lienzo se caen provocando un alboroto. 

—Oh —exclama como si nada.  

La maestra viene hacia nosotros y nos ayuda a levantar el caballete con el cuadro. 

—Es con más delicadeza, Lucas —comenta la maestra riéndose—. Continúen —dice y se va a atender otro equipo. 

—Mi turno —digo. Agarro uno y lo aviento con más cuidado. El globo explota en color azul claro. 

Así seguimos uno por uno, hasta que terminamos. Afortunadamente el cuadro quedó sin espacios en blanco, todo está perfectamente combinado. En lo personal me encantó, no está sobrecargado de pintura ni tampoco le faltó, quedó en buen equilibrio. 

—Está bonito ¿verdad? —me dirijo a Lucas, mientras me limpio las manos con un trapo. 

—Muy bonito —contesta admirando nuestro trabajo. 

—Muy bien clase, sus pinturas cumplieron el objetivo de un trabajo desordenado pero bien empleado —felicita la maestra a todos—. Ahora, limpien sus áreas y después pueden retirarse. 

Lucas y yo nos ponemos a limpiar nuestra zona. Después de todo, no me fue tan mal trabajar con él, si algo bueno puedo sacar de esto es que esta vez no tengo pintura en mi cabello. 

Ya que terminamos de limpiar, nos dirigimos al lavamanos que está en el salón y nos quitamos las salpicaduras de la cara con un pañuelo mojado. No me molesto en limpiar mis botines porque de igual forma los voy a lavar en mi casa al igual que mi delantal. Guardo mis cosas en la mochila y me llevo el cuadro. Lucas fue amable en regalármelo, ya no lo detesto tanto, es un poco agradable. Me despido de él y me voy. 

Cuando salgo del colegio, el aire helado golpea mi cara, al parecer va a llover, solo espero que llueva ya que esté en mi casa con mis cobijas sin pasar frío. Son las 5 de la tarde, a esta hora ya la mayoría de los estudiantes se fueron a excepción de los que toman clases extras ya sea por interés, puntos extra o por regularización. 

Doblo la calle y me siento en la parada del autobús, tengo que ir al supermercado. Hubiera traído una chamarra, me estoy haciendo cubito de hielo aquí. Paro el cuadro encima de mis piernas y lo sostengo fuerte de los lados tratando de hacer un escudo para que me proteja del frío. Aburrida, recargo la barbilla en él, espero no tarde mucho el bus. Muevo los pies, para mi mala suerte soy chaparra y mis pies no tocan el suelo cuando me siento en la mayoría de los lugares, y más en esta parada que tiene los asientos muy altos, ¿cómo le hace un niño para sentarse aquí? 

Escucho un trueno. Genial. Ahora me va a agarrar la lluvia aquí. Bueno, no sirve de mucho pero al menos tengo la marquesina, me cubriría si llegara a llover ahorita. 

Empiezo a desesperarme, ya pasaron como 10 minutos y nada. Puros cochecitos pasan y nada de un autobús. Trato de matar el tiempo contando los carros de color verde que vayan pasando. 

—¡LIRA! —grita alguien. Parpadeo confundida, me pareció escuchar la voz de Lucas—. ¡Acá! —Volteo en todas direcciones y, cuando logro dar con alguien que agita animadamente los brazos, confirmo que es Lucas. Viene caminando del lado izquierdo en la calle opuesta. Cruza la calle y viene hasta a mí.  

—Hola de nuevo, Lucas. 

—¡Hola! —saluda alegre como si no me hubiera visto desde hace 10 años. Cuánta efusividad tiene ese chico—. ¿Qué haces aquí tan sola? 

—Espero el autobús —contesto simple. 

—Pero lloverá pronto, ¿por qué no mejor te vas con nosotros?, mi carro está en el estacionamiento de aquí cerca.  

—No, no quiero molestarte pero te lo agradezco. 

—¡Qué va!, no es ninguna molestia. Anda vamos. —Se acerca aún más con la intención de tomar mis cosas.  

—No en serio, será para la próxima, gracias —digo tranquilamente dándole una sonrisa cortes, espero ya no me insista. Se escucha otro trueno muy fuerte que me hace sobresaltar.  

—Nada de no, ya va a llover y no quiero dejarte aquí a que te mojes. —Decidido toma mi mochila la cual se encontraba en el piso y se la carga por un lado en el hombro, me arrebata el cuadro y con la otra mano me sujeta del brazo obligando a levantarme. Traté de poner resistencia alegando que no era necesario pero seguía sin escucharme, que chico tan necio y cabezote. Además de que no es necesario que cargue mis cosas, tengo dos brazos que no están en mi cuerpo sólo de adorno. Rendida, paré de poner resistencia y me dejé guiar a donde él me llevaba sujetada del brazo.  

Cuando ya casi íbamos a llegar al estacionamiento que está a unas cuadras de la escuela, empezó a lloviznar ligeramente. Apresuramos el paso y ya que nos encontrábamos en la entrada, nos detuvimos, él me soltó del brazo y me extendió repentinamente el cuadro y mi mochila. Tomé mis cosas y entramos al estacionamiento con un ticket que le mostró al vigilante. Por suerte no nos mojamos casi nada y nuestro cuadro no se mojó como para que se corriera la pintura.  

—Mi auto es ese de allá. —Señala un coche color negro en el que está recargado un chico fumando; ¡yo lo reconozco! Ese es otro amigo de Alessio, se llama Lee y por lo que sé, es coreano. Nos acercamos hasta él. 

—¡Al fin, Lucas!, estaba sopesando la idea de ir por tu trasero y traerte cargando —habla Lee. Da una última calada a su cigarrillo y lo tira al piso.  

—Sí como sea. —Lucas hace un ademán restándole importancia—. Lee, te presento a Lira. Lira, él es Lee. —Nos presenta. Extiendo mi mano para saludarlo y él se ríe pero al final la estrecha.  

—Bien, ya vámonos. Por cierto, Alessio dijo que no viene con nosotros porque se irá con Letzy —dice Lee y se va al otro lado del auto. Suspiro aliviada, al parecer iba a venir con nosotros Alessio y no pudo, ni siquiera se me pasó la idea por la cabeza de que él iba a estar aquí. No quiero ni imaginarme qué hubiera pasado si me hubiera encontrado con Alessio, seguramente me habría dado un infarto o habría salido corriendo. Pero por suerte eso no pasó lo cual agradezco. 

Lucas abre el auto y Lee se va en el asiento del copiloto mientras yo me voy atrás. Arranca y salimos del estacionamiento. 

—¿Y de dónde conoces a Lucas, Lira? —pregunta Lee girándose hacia mí—. ¿Están saliendo?  

Abro los ojos no como platos sino como ollas por su pregunta tan inoportuna y fuera de lugar, ¿De dónde saca eso?  

Lucas suelta una carcajada y en lugar de decirle que no a Lee, se dirige a mí y dice: 

—¿Estamos saliendo Lira? —Me mira desde el espejo retrovisor. Pero qué le pasa a este loco Lucas. 

—No —contesto firme y seriamente aunque por dentro me tomó desprevenida su pregunta. Él suelta otra carcajada. 

—¡Auch! —Agudiza su voz, fingiendo un tono de dolor.  

—Ni modo amigo, nadie te quiere —comenta Lee riéndose.  

—Calla. —Lucas le da un zape con la mano que tiene libre—. Lira, ¿En dónde está tu casa? —me pregunta. 

—Ah, no está lejos de aquí, pero en realidad voy al súper del centro —contesto. Iba a decir que me llevara a mi casa para que no se molestara en ir hasta el centro pero mi casa está muy cerca y no tiene caso que llegue en auto y menos sabiendo que mi padres me cuestionarían e incluso me castigarían por venir en compañía y en un auto con chicos. Apenas si toleran que Noah venga a mi casa y eso porque mis padres lo conocen desde pequeño. Así que es mejor que me dejen en el supermercado y ya de allá tomo el bus.  

—De acuerdo, allá te dejo. 
 



#28981 en Novela romántica

En el texto hay: drama, amor, amoradolescente

Editado: 01.12.2020

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