Atrévete

Capítulo 3

—Llegamos —dice Lucas deteniendo el auto enfrente del súper. 

—Gracias por traerme. Nos vemos —me despido, agarro mis cosas y salgo del coche.  

—Adiós, Lira panina —me grita Lee antes de que salga. 

—¿Cómo que Lira panina?, ni siquiera suena bien. —Alcanzo a escuchar como Lucas y Lee se pelean por mi apodo. Bueno, si de algo me consuela es que panina suena mejor que Piglet. De todas formas, no son quiénes para ponerme apodo si ni siquiera nos conocemos. Ignoro eso y observo el momento en que se van. Al fin, me sentía extraña e incomoda con ellos. Entro al súper y me voy por las cosas que necesitaba.  

Termino de hacer las compras lo más rápido posible y salgo a tomar el autobús. Por suerte la lluvia ya había cesado y no me cayó la noche.  

Casi se me rompieron las bolsas en el camino a casa, de por si vengo muy cargada, no me ayudaría que las bolsas tiraran todas mis compras. Me las ingenio para llegar sin incidentes.  

Toco la puerta con el codo porque traigo el cuadro en una mano, las bolsas en la otra y unas tuve que colgármelas en el cuello, espero que nadie me haya visto así. Parezco perchero.  

Escucho murmullos que vienen desde adentro y que se vuelven cada vez más altos.  

Espero impaciente a que alguien me abra. 

—¿Quién es? —grita demasiado fuerte mi madre.  

—Yo —grito de vuelta. Pero recuerdo que a mi mamá no le gusta que digan yo, dice que es absurdo, que no puede reconocer a alguien por arte de magia si le dicen “yo”—. Es decir… yo Lira —me corrijo.  

Ella abre la puerta, me ayuda con las bolsas y nos dirigimos a la cocina. Es entonces cuando noto algo, algo malo.  

—Mamá…  

—¡Hermana! —No. No puede ser. Esto no está pasándome. Mi hermano, mi hermano Owen está aquí. Por favor no, no de nuevo—. ¡Cuánto tiempo! —Viene hasta mí y me abraza fuerte, dejo caer todo. No correspondo su abrazo, no puedo, trato de procesar que esté de verdad aquí.  

—¡Tu hermano ya regresó! —chilla mi madre emocionada con lágrimas en los ojos. Owen se separa de mí y me da un beso en la mejilla, agrandando su sonrisa.  

—¡Sí hermanita! ¡Te extrañé mucho!  

Bajo la cabeza, mi respiración comienza a ser acelerada y siento un agudo dolor en la cien, seguido de un leve mareo.  

—Hija… ¿Estás bien? Te veo pálida. —Mi madre se acerca a examinarme y es cuando me obligo a levantar la cabeza para no preocuparla.  

—Seguro está conmocionada, Carmen, no ha visto a su hermano en casi 10 años, no la agobies —habla mi padre sin levantar la vista de su libro. Asiento repetitivamente, dándole la razón.  
Antes de hablar, me mentalizo y pienso una y otra vez las palabras correctas que debo decir. Respiro hondo y digo: 

—Sí… estoy conmocionada. —Sonrío—. No esperaba ver a mi hermano hoy después de tanto tiempo. —Miro a Owen, él se acerca de nuevo y me abraza, esta vez sí le correspondo el abrazo tratando de ignorar la opresión en mi pecho.  

—¡Qué lindos se ven! —Mi madre nos mira enternecida, sonriendo abiertamente con las mejillas rojas por el llanto—. No quiero ponerme a llorar aquí como una cursi. —Se seca las lagrimas. 

Me separo de Owen. Él se posiciona a mi lado y pasa su brazo por mis hombros. Trato de separarme disimuladamente pero él ejerce más presión en mi hombro para mantenerme quieta. 

—¿Te parece si hoy me quedo a dormir contigo, hermanita?, como en los viejos tiempos. —No, no lo dijo. No acaba de decir eso. 

—¡Oww! —exclama mi madre conmovida mirando a mi hermano como si él hubiese dicho algo de lo más hermoso, sin saber a lo que en realidad se refiere, solo yo sé a qué se refiere—. Sí hijo, me gustaría ver a mis dos hijos durmiendo juntos como cuando eran unos niños. 

—¡NO! —grito. Todos voltean a verme, sorprendidos. Mi padre cierra su libro y me mira con el ceño fruncido, mi hermano me da una mirada de advertencia y mi madre sólo se queda confundida. Mis ojos comienzan a picar. Cálmate, Lira, respira, no llores. No llores. Mi boca se seca, y siento un picor en la garganta. Carraspeo—. Quiero decir… hay más habitaciones en las que podría quedarse para que él se sienta cómodo. 

—¿No quieres que duerma contigo, Piglet? —Lo miro, tratando de suplicarle en silencio que no haga esto, que no me haga aceptar. Él en respuesta, sonríe. Una sonrisa que a la vista de los demás podría parecer simple e inocente sin más, pero para mí no, para mí no porque sé lo que eso significa. Sé perfectamente este juego, él me acorrala para que me sienta indefensa y la mejor manera de hacer eso es amenazándome en silencio en frente de mis padres, no tiene que explicarme qué me podría hacer, con tan solo mirarme sé sus intenciones. 

Me tenso, y no me doy cuenta que mis puños están apretados hasta que siento las uñas clavarse en la palma de mi mano. Todos aguardan, esperando a que conteste. Sé qué debo decir.  
Un nudo se forma en mi garganta, trago saliva varias veces hasta que me siento lista para hablar.  

—Por supuesto que sí hermano —afirmo con un ligero temblor que por suerte mis padres no notaron. Me trago las ganas de llorar y trato de sonreír lo mejor que puedo. 

Owen acerca aún más su cara y me susurra en el oído: 

—Te extrañé mucho. 


 

                                       ~~~~~~

 

—No, por favor. 

—Tranquilízate. Nunca te hago nada malo, eres mi hermana. 

Bajo la mirada, está mal hacer eso pero es lo único que sé hacer. Está mal mostrar debilidad pero es lo único que he aprendido a hacer para que él no sea cruel conmigo. Ser sumisa y cobarde me ha ayudado a que él no me haga aún más daño. Yo no soy fuerte y para las personas que no son fuertes, les queda aguantar. Me queda aguantar. 

Me agarra de las manos y me lleva al borde de la cama, mi corazón empieza a acelerarse haciendo que lo escuche hasta en mi cabeza, la opresión en mi pecho hace que se me haga aún más difícil el respirar, reprimo las ganas de llorar. Por favor, por favor, que esta no sea la vez, que esta no sea la vez en la que Owen decida hacerme lo que tanto he temido en mi vida. 

Se sienta en la cama y me ordena sentarme encima de él, pone su mano en mi cintura y con la otra acaricia mi cabello, mi cuello, mi cara, mi cuerpo. Su mano baja a mis piernas y la sube lentamente haciendo que mi bata de dormir exponga mi piel. Cierro los ojos, aguantando las ganas de vomitar. Que ya se acabe, que ya se acabe, por favor. Que no me haga nada.  

Imagina otras cosas, Lira. Imagina que estás en otro lugar donde él no te toca, donde él no existe, donde eres libre. Vives en otra ciudad alejada de todos y de todo, vives en París, mi lugar favorito en el mundo. Tienes el perro que siempre quisiste, un bulldog llamado Panecito. Comes todo lo que siempre te prohibieron, haces todo lo que nunca te permitieron. Siempre bailas en la lluvia sin importar nada, cantas sin parar, disfrutas de la vida siendo libre, sin ataduras. Imagina que no estás aquí sobreviviendo. Imagina que eres feliz. 

—Bésame, Lira —Gime. Abro los ojos saliendo de mi imaginario mundo feliz. Disimulo una mueca de asco y me acerco a besarlo. Te odio, te odio con todo mi maldito ser, desearía… desearía tanto que te murieras. Lo deseo, deseo que te mueras, Owen. Lo malo es que mis deseos jamás se cumplen. 

Él me besa con desesperación, mientras que yo sólo aguanto las ganas de vomitar. Controlo la necesidad de golpearlo, la necesidad de decirle que me deje en paz, la necesidad de largarme de aquí, me abstengo porque no puedo hacer nada de eso. Necesito llorar pero no es lo que puedo hacer. 

Tengo que aguantar, tengo que aguantarme.  

Termina el beso y nos separamos. Ya se acabó, él no me hizo nada, Owen no hizo lo que estaba temiendo, solo fue un beso, solo uno. Ya puedo calmarme, ya pasó.  

—Puedes dormirte. —En cuanto escucho que me deja libre, me bajo de sus piernas rápido y me acuesto en la cama de espaldas a él. 

Owen apaga la luz y se sumerge en la cama a mi lado, me abraza por atrás atrayéndome hacia él y me da un beso en el cuello. Aprieto los puños controlando la furia y la repulsión que tengo contra Owen.  

—Buenas noches, hermana —me susurra en el oído. 

Esa noche lloré como no lo hacía en mucho tiempo, lloré en silencio, con la respiración de Owen en mi cuello haciendo que no olvidara ni por un minuto su presencia, con mi familia en la misma casa durmiendo plácidamente sin saber nada. Esa noche lloraba agradecida porque Owen no me había hecho nada que no pasara de tocarme y besarme, y al mismo tiempo lloraba desgarrada por lo que tenía que soportar.  
 



#28960 en Novela romántica

En el texto hay: drama, amor, amoradolescente

Editado: 01.12.2020

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