Atrévete

Capítulo 4

Ayer no pude dormir, estuve vigilando todo el tiempo que Owen no se despertara y me hiciera algo, toda la noche estuve alerta, despertar a su lado fue asqueroso y repugnante.  
Una consecuencia del día anterior es que tengo los ojos hinchados de tanto llorar, me siento cansada física y emocionalmente.  
No quiero asistir a la escuela pero mis padres no aceptarían que yo no fuera porque después de todo es mi obligación.  

Ayer fue una pesadilla de la que nunca desperté, tuve que enfrentarla. No sé cuánto tiempo tenga que soportar a Owen, no sé por cuánto tiempo se quede a vivir aquí, pero siento que será por mucho. 

Cuando yo tenía 6 años, él tenía 15 y se fue a un internado como es la costumbre en mi familia, cada hombre de la familia tiene que pasar por el internado a partir de los 10 años, sólo que Owen se fue hasta los 15 porque mis padres no querían dejarlo ir, las únicas que no podemos asistir somos las mujeres y considero eso como un privilegio porque en esos internados son demasiado pesados y exigentes, de por sí no aguanto con la presión aquí menos allá. 

Cuando Owen se fue, agradecí eternamente porque sabía que estaría allí por muchos años y eso era paz para mí, dejé de temer todas las noches de que alguien se metiera a mi habitación y me obligara a hacer cosas de las que yo no quería. Era una niña pero sabía que el tocar a tu hermana de la forma en la que él lo hacía estaba mal, que besarme estaba mal, que obligarme a que yo lo tocara de la forma en que me lo pedía estaba mal, pero él siempre me decía que era lo que los hermanos hacían, que se demostraban amor. Todas las noches me preguntaba que si hacer eso era demostrarse amor, entonces ¿por qué me sentía sucia y tan mal?, con el tiempo obtuve la repuesta. 

Cada vez que él hacía que yo lo tocara, cada vez que él me pedía que lo besara con deseo; me sentía mal, me sentía incorrecta y asquerosa, con el tiempo ese sentimiento nunca cambió, se fortaleció.  

Una niña de 6 años no tendría que pasar por eso y en mí estaba el cambio para que ya no me sucediera más, pero nunca le dije ni le diré a nadie sobre esto, me sentiría avergonzada, me sentiría mal por lo que dijeran sobre mí, por lo que mis padres pensarían de mí. Hace mucho, cuando tenía 12 años intenté decirle a mi madre, pero lo intenté fingiendo que no era mi caso sino el de una amiga, su respuesta se me quedó marcada.  

Flashback 

Mamá, quería hablarte sobre algo —solté tranquila para que no se diera cuenta de que estaba tensa.  

—Sí claro, cariño, puedes contarme lo que sea, ¿qué te sucede? —dijo mientras se secaba las manos en su delantal de cocina.  

—A mí nada —apresuré a decir ocultando mis nervios—. Es que a una amiga le están sucediendo cosas malas y quería ver si la podríamos ayudar.  

—Oh claro, cariño, dime qué le sucede y veremos si podemos ayudar —. Dejó de picar las zanahorias y se sentó a mi lado.  

—Pues verás, ella me cuenta que su… tío la toca por las noches y que… la obliga a hacer cosas que ella no quiere. —Solté disimuladamente todo el aire que estaba conteniendo.  Mi madre me miró inexpresiva mientras yo le sostenía la mirada aparentando estar calmada. Tardó varios minutos sin decir nada, ella sólo se dedicaba a mirarme sin gesto alguno. De repente se paró y volvió a picar las verduras.  

—Hija, pero qué barbaridades dices, qué ideas tan ficticias tiene en la cabeza tu amiga. —Se rió—Cómo se le ocurre decir que un familiar le hace cosas tan indebidas, cariño, seguro estaba bromeando contigo. Te aseguro que ninguna persona puede hacerle algo así a una niña de su propia familia, no es de Dios. Y si en todo caso pasara eso, significa que son obscenos y no son hijos de Dios porque eso es un pecado, y debes mantenerte alejada de esas personas, Lira.  

—Pero ella es una víctima, ¿ser víctima también es un pecado?  

—No hija, ser víctima de algo no es un pecado, pero pertenecer a una familia que es indecorosa sí es un pecado porque no son personas buenas aprobadas por Dios. O de seguro esa niña es la indecorosa e impura, a lo mejor pudo provocar que su tío le hiciera cosas como las que me cuentas, si ese fuera el caso, entonces ella es la culpable. —Hizo un chasquido con la lengua—. No se sabe, es mejor mantener alejada a esa gente. —Asentí decaída y me retiré para que no me viera llorar. Todas las esperanzas que tenía para contarle lo que yo había pasado, se fueron. Ahora sabía lo que pensaría mi familia si se enteraban de lo que me hacía Owen. No puedo hablarlo con alguien, jamás. No puedo dejar que mi familia sepa que soy impura. ¿Y si yo provoqué a mi hermano?  

Desde ese día, siempre me preguntaba si yo provocaba a mi hermano, si era mi culpa. Owen jamás le ha hecho nada a Gabriela, siempre me he encargado de que no sufra esto, él me dijo que en cuanto yo nunca le dijera nada a nadie, entonces él jamás tocaría o le haría algún daño a Gabriela, si le pasara algo, nunca me lo perdonaría. Así que decidí que era mejor dejar las cosas como estaban y evitar armar conflictos. Y después de todo, hay personas que sufren peores cosas que yo, sólo tengo que aguantarlo y evitar quejarme tanto.  

Terminé de alistarme lo más rápido posible, cargué mi mochila y salí de mi habitación, por suerte no desperté a Owen. Cierro la puerta de mi habitación con cuidado y bajo las escaleras, mi mamá y mi tía están ahí cocinando el desayuno.  

Tomé una manzana para el camino y me despedí de ellas. Llegué a la escuela y fui directo a la cafetería para esperar a Noah porque esta vez me toca con él en clase de inglés. Saco un libro y me pongo a estudiar para el examen de hoy.  

—¡Piglet! ¡Piglet! —Despego la vista de mi libro y me encuentro a un muy agitado Noah.  

—¿Y ahora qué? —Enarco una ceja.  

—¡¿Qué crees?! —pregunta, efusivo.  

—Creo que se te ve muy mal esa sudadera. —Me encojo de hombros.  

—Eso no, boba. Y no se me ve mal, sólo que tú no sabes apreciar. —Pone los ojos en blanco—. Lo que te quiero contar es que… ¡Valeria me dio un beso en el cachete! —exclama sonriente. Sólo hace falta que dé saltitos de emoción, aunque seguramente se está conteniendo para no hacerlo. Valeria es la chica rubia que gusta de Noah, y Noah gusta de ella, pero ya saben, no son nada más que amigos porque a ambos les da pena decirse lo que sienten por el otro, así que tienen una relación extraña en la que saben lo que ambos sienten pero les da vergüenza expresarlo. Carajo, si yo supiera que le gusto a mi crush, ya me hubiera aventado a él, ahí sí se me iría por completo la cobardía.  

—Eso no es tan emocionante, emocionante sería que se hubieran besado sus bocas y lenguas. —Regreso de nuevo a mi libro.  

—¿Cómo se supone que besas una lengua, Lira? —pregunta extrañado.  

—Ay no sé, es un decir.  

—Bueno como sea, el punto es que ya tenemos un íntimo contacto físico.  

—Te expresas muy raro, Noah. Y ya vámonos a la clase de inglés porque si no nos perderemos el examen. —Cierro mi libro y nos encaminamos al salón.  

Pasamos por el pasillo mientras Noah no deja de hablar de quién sabe qué, seguramente de Valeria. No le prestaba atención a él, le prestaba atención a Alessio que va caminando a unos metros por delante de nosotros. Si tan sólo me pudiera acercar a charlar con él, no requiere gran ciencia ni gran valentía, es sólo una simple acción: hablarle. Pero esa simple acción me cuesta más de lo que debería.  

—Lira, ¿me estás escuchando? —Noah chasquea los dedos en mi cara haciendo que salga de mi trance. 

—¿Eh? —pregunto aturdida ahora sí prestándole atención—. Digo, sí, sí te estaba escuchando.  

—Pues no te creo… —Me mira con recelo—. Te preguntaba que con quién ibas a asistir al baile de invierno, me dijiste que sí ibas a ir pero no dijiste con quién.  

—Ah, emm… pues iré sola —digo restándole importancia.  

—¿No has conseguido pareja?, iría contigo pero pienso invitar a Valeria.  

—Sí, iré sola y no te preocupes. Que bueno que vayas a invitar a Valeria.  

Doy por zanjado el tema ya que llegamos al salón de inglés. Espero me vaya bien en el examen, no puedo permitirme mas malas calificaciones a la lista o me irá aún peor con mis padres.  
Entramos al salón y buscamos asientos juntos, desafortunadamente ya la mayoría estaban ocupados así que tuvo que tocarnos en diferentes lugares.  
Cuando encuentro un lugar vacío, me dirijo a sentarme sin prestar atención a quién se encontraba cerca de mí. Vaya sorpresa me di después de que girara a pedirle prestado una goma al compañero de al lado.  
 



#32614 en Novela romántica

En el texto hay: drama, amor, amoradolescente

Editado: 01.12.2020

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