Atrévete

Capítulo 7

Sufrí un paro cardíaco totalmente. Mis mejillas se encendieron en tiempo récord por la tremenda vergüenza que estaba pasando. Jamás me había sentido tan tonta como en este preciso momento. Alessio me descubrió en la mentira. Una lección más que había aprendido a costa de la humillación: nunca tratar de quedar bien inventando que tienes gustos en común con tu crush.  

Es algo ignorante haber asumido que ese tal Andrea era una mujer cuando en realidad es un hombre, pero claro, pensé que por su nombre tendría que ser mujer ya que así se llama mi tía Andrea.  

Ahora sí que metí las patas, las manos, la cara, y todo el cuerpo. Qué vergüenza, definitivamente esta no era la idea que tenía cuando me acercaba decidida y empoderada hacia Alessio, ni siquiera sé qué idea tenía porque no pensé bien lo que hacía, sólo actué. No utilicé la inteligencia, aunque claro, tampoco es que la tenga. Acabo de humillarme con mi crush, acaba de pasar eso. Deseo que me trague la tierra y que me escupa en un ataúd. 

Desde que Alessio dio a conocer mi mentira, no he dicho nada porque me quedé sin habla. Me comió la lengua la vergüenza. Sólo sé que tengo la boca abierta, la cara roja, la humillación en las venas, y mi vejiga a punto de estallar. En cambio, Alessio parece bastante tranquilo como si le diera igual el hecho de que yo hubiera mentido con tal de quedar bien con él, supongo que le ha de pasar muy seguido ya que todas quieren congeniar con él para enamorarlo.  

Al menos no se está riendo en mi cara o me ha corrido; aunque por supuesto que quiero correr, huir y nunca más volver a la escuela para no tener que toparme con él, simplemente no lo hago porque ni siquiera soy capaz de moverme. Seguramente Sebastián ahorita me estaría reprendiendo por pensar tan “ridículamente”. Le hecho la culpa a Sebastián por esto, él fue quién me motivó a venir aquí con Alessio, mínimo me hubiera dado advertencias sobre lo que no tenía que hacer para no quedar como bruta, no me dio nada, me mandó directamente sin instrucción. Qué mal amigo.  

—Ah… yo… eh —balbuceo por milésima vez sin poder articular una frase coherente.  

—¿Cómo te llamas? —me pregunta en un tono aburrido, como si no le importara en realidad saber mi nombre.  

—Li.. ra.  

—Bien, Li-ra —dice, haciendo énfasis en cómo pronuncié mi nombre. Seguro ya está pensando que soy una tonta—. No necesitas fingir que tienes cosas en común conmigo para que me agrades, puedes decir sinceramente lo que te gusta o no, y no mentir en ello para quedar bien.  

Lo contemplé, estupefacta. No sabía cómo me sentía ante sus palabras y tampoco sabía qué decir después de eso.  

Alessio toma su mochila y se levanta para posteriormente irse sin decirme absolutamente nada más, mientras que yo sólo seguía cada uno de sus movimientos.  

Pero qué caracoles acaba de pasar.  

Me quedo pasmada ahí mismo por quién sabe cuántos minutos u horas, no sé, sólo sé que recapitulaba una y otra vez lo que me había sucedido con Alessio, y cada vez que lo recordaba me daba más vergüenza (si es que eso era aún más posible). 

—¡Lira! —Salgo de mis pensamientos, volteo y me encuentro a Noah caminando hacia mí—. Ya podemos irnos, vamos levántate. —Me extiende su mano para ayudarme a parar, tardo unos segundos hasta que la tomo—. Espera… ¿Por qué traes esa cara de espanto?    
—Noah, no me lo vas a creer —digo, todavía atónita. 

—Sí, sí te voy a creer, sólo cuéntame qué pasó. —Me hace un gesto con la mano, invitándome a caminar mientras le cuento.  

—Hablé con Alessio.  

Se detiene abruptamente.  

—¡¿Qué?! —exclamó, exaltado—. No te creo. 

—Dijiste que me creerías —bramé indignada. 

—Sí, pero eso lo dije antes de que me dijeras tremenda mentira del tamaño de tu panza —atacó. 

—¡No te metas con mis lonjas! No vienen al caso ahorita —bufé, molesta—. Te estoy diciendo que conversé con él. —Sonrío con orgullo hasta que recuerdo el ridículo que hice, mi sonrisa se remplaza por un gesto de preocupación—. Pero… ¡quedé como una tonta! —chillo, tapándome la cara con ambas manos como si así pudiera cubrir la vergüenza. 

—Cuándo no quedas como tonta —dice con ironía. Lo fulmino, está viendo mi situación y aún así se burla de mí. Otro mal amigo. 

—No me hagas sentir peor. —Le doy un manotazo—. Mejor ayúdame, ¿qué hago? —pregunto con desesperación. Muerdo mis uñas mientras me muevo de un lado a otro, decir que estoy ansiosa es poco. 

—Está bien, está bien, cálmate. —Me toma de los hombros y me zarandea fuertemente—. Primero cuéntame todo con lujo de detalle y luego nos ponemos a analizar, ¿ok? —Asiento. 

Y así le conté todo tal cual pasó de principio a fin, incluso le conté sobre lo que sucedió en la mañana, ni me acordaba que él estaba en el mismo salón cuando le pedí prestada la goma a Alessio, Noah me dijo que no había visto esa pequeña escena.  

Quisimos ir con Sebastián para hablar también con él, pero cuando nos acercamos al árbol donde lo había dejado, ya no estaba. Luego les contaremos el chisme a todos.  

Decidimos ir un rato a la heladería del centro para pensar en qué hacer con todo el asunto de Alessio. 

Una vez en la heladería, pedí mi helado sabor limón y Noah sabor nuez, nos sentamos en una banca del jardín de la plaza y allí nos pusimos a analizar más tranquilamente mi situación. 

—¿Y por qué diablos le dijiste que te gustaba la ópera? —pregunta, ceñudo.  

—No sé, sólo me dijo que a él le gustaba y pues quise quedar bien.  

—Si serás mensa —me reprocha—. Pudiste haberlo impresionado diciendo lo que de verdad te agrada y no cayendo en el cliché de “ay sí, tenemos gustos en común, casémonos jijiji”—Agudiza su voz tratando de fingir ser una mujer.  

—Ya no me lo recuerdes. —Me llevo la mano a la frente, en un gesto dramático—. Dime, ¿qué hago?  

—Es que no sé si debas hacer algo, digo, ya conversaste con él, quedaste en ridículo y ya. Hasta ahí llega tu experiencia de cinco minutos de valentía. —Frunce los labios—. ¿Qué se supone que quieres hacer? ¿O a dónde quieras llegar con Alessio? —cuestiona. 

—La verdad no sé —admito—. Tengo el presentimiento de que debo hacer algo, o sea… le mentí muy groseramente para quedar bien, así que no sé, siento que debo disculparme al menos para que no se queda esa mala imagen de mí. —Me encojo de hombros. 

—Entonces quieres disculparte, ¿eso es todo?, ¿no quieres continuar hablando con él para que se vuelvan quizás más cercanos?  

—Después de cómo sucedieron las cosas, no, no quiero volver a hablar con él, y si hablo de nuevo con él sería nada más para pedirle una disculpa. No quiero pasar más humillaciones, ya tuve suficiente. Tenía una oportunidad y la arruiné —digo, cabizbaja. 

—No tienes solo una oportunidad, aún puedes conseguir más. Dime, ¿no te gustaría que Alessio gustara de ti?  

—Pues sí, sólo que por una parte quisiera que se fijara en mí pero por otra parte no.  

—¿Por qué no?  

—No sé… me da miedo. 

—¿Qué te da miedo exactamente? —inquiere, dándole otra lamida a su helado. 

—Quizá salir lastimada, no tengo la fuerza para soportar un corazón roto. Sabes bien que nunca he tenido relaciones románticas, tampoco he dado mi primer beso, ni me he enamorado, muchos menos he experimentado la sensación del corazón roto. En pocas palabras, soy toda una inexperta, todo eso es desconocido para mí y le tengo miedo.  

—Entiendo pero tienes que saber que algún día tarde o temprano tendrás que enfrentarte a eso, es parte de la vida y no puedes huirle. —Coloca su mano en mi hombro. 

—Lo sé, pero más vale tarde que temprano —digo, alzando las cejas. Noah suelta una carcajada.  

—Escucha, qué tal si vuelves a intentar una vez más hablar con Alessio —sugiere—. Y si no funciona pues vuelves a intentarlo otra vez, dicen que la tercera es la vencida 

—Pero es que Alessio es muy gélido —comenté, haciendo una mueca—. Cuando estaba conversando con él, parecía como si yo lo estuviera aburriendo, como que yo le era indiferente o quizás hasta le parecía una pelusita molesta a pesar de que no mostraba estar irritado o enfadado, sólo se veía desinteresado —agrego—. Además, dijiste que ya hasta aquí llegaba mi experiencia con él, que ya tuve mi momento de valentía, a lo mejor eso es todo y nada más.  

—Puedes tener otro momento de valentía, puedes hacer que tu experiencia con él se extienda. —Ladea la cabeza, dándome una sonrisa tranquilizadora—. Y en cuanto a la actitud de Alessio, no le tomes importancia, acuérdate que es considerado por ser un chico refrigerador. —Ríe ante lo último.  

—Entonces es un refrigerador muy atractivo. Si de lejos se ve lindo, imagínate de cerca lo hermoso y bello que es, con sólo verlo se me aceleraba el corazón —digo embobada, recordando las dos veces que lo tuve tan cerca de mí este día, nunca había tenido un día tan emocionante. Noah truena sus dedos en frente de mí, y es cuando salgo de observar las imágenes mentales que guardé de Alessio.  

—Bueno, entonces, ¿quieres que él se fije en ti o no?  

—Emm… sí —respondo, poco convencida. Exhalé con fuerza. Digamos que aún tengo mis dudas si en realidad quiero llegar a algo más con Alessio. Estoy en una contradicción, a la vez quiero gustarle porque me imagino que se sentiría increíble, y a la vez no quiero gustarle porque eso significa enfrentarme a muchos sentimientos y experiencias nuevas que no sé si quiero.  

He escuchado por mis amigos que enamorarse es peligroso, que es una subida y bajada de ánimos como si fuera una montaña rusa, un día puedes estar radiantemente feliz y al siguiente día estar insufriblemente triste, es como si tus emociones dependieran de esa persona porque es muy importante para ti. Y vamos, es muy probable que yo termine enamorada si conozco y me mantengo cerca de Alessio, no creo querer enamorarme y tener que pasar por todo eso. Prefiero estar en calma y en mi zona de confort emocional.  

A veces ni yo me entiendo.  

—Bien, tengo una gran idea. —Sonríe maliciosamente (o al menos así me pareció) . No sé si sentirme confiada por su “gran” idea o temer por lo que sea que se le haya ocurrido. De cualquier forma, rezaré. 
 



#32614 en Novela romántica

En el texto hay: drama, amor, amoradolescente

Editado: 01.12.2020

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