Atrévete

Capítulo 10

Oh. Por. Todos. Los. Cielos.  

Alessio Orson. ALESSIO.  

En cuanto escuché su voz y vi su hermosa persona caminar hacia nosotros, se me cayó la mandíbula, no se me caía la baba nada más porque se me había secado la boca.  

Un momento… ¿Alessio dijo “papá”?, ¿Robert dijo “hijo”? Eso significa que ¿son padre e hijo? ¿Entendí bien? Yo me imagino que sí.  

—¡Oh pero qué muchacho tan guapo! —chilló mi madre, se acercó a Alessio y lo tomó por los hombros, parecía estar examinando su cara. Alessio sólo quedó estático ante la acción invasiva de mi madre. Él sólo la miraba con los ojos bien abiertos y tratando de alejar su cara de las manos de mi madre—. Creció demasiado, ya es todo un hombre —dijo, apartándose de él después de que le observara cada detalle del rostro. 

Aguarden, ¿Cómo que “creció demasiado”? ¿Acaso mi madre conoce a Alessio desde que era un bebecito? Yo pienso que sí.  

—Así es—concordó el señor Robert.  

Por unos segundos Alessio alternó la vista entre mi madre y yo, frunció levemente el ceño y luego pareció mostrar un gesto como si entendiera que yo era hija de la señora que invadió su espacio personal. Mientras que yo, bueno, yo seguía sin apartar la vista de él, embelesada y desconcertada.  

—¿Y cómo está Camille? —preguntó mi madre con una muy grande sonrisa.  

—Muy bien, de hecho mañana regresa de Francia, fue unos días allá para visitar a sus padres —contestó Robert.  

—¡Qué maravilla! —Mi madre sonrío aún más—. Así podrán venir a visitarnos, Arthur se pondría muy feliz de verlos.  

Esperen… ¿Arthur? ¿Hablan de mi padre Arthur? ¿Arthur Jones? Creo que sí hablan de mi padre.  

Un momento… otra vez, paren todo, a cabo de procesar las palabras de mi madre… ¿dijo “visitarnos”? ¿Visitar a quién? ¿A nosotros?  

Ahg, debo dejar de hacer las preguntas en mi mente como si yo conociera la respuesta, sólo me hace aún más lenta.  

—¡Por supuesto! —aceptó el señor—. Nos encantaría, tenemos muchas cosas de que hablar sobre todos estos años.  

Mi cara demostró genuina preocupación. No puedo tener peor suerte. No me agrada la idea de que nos visiten, absolutamente no. Eso sería tener a Alessio en mi casa, con mi familia, cerca de mí. ¡DE MÍ!  

Mi madre iba a hablar pero un fuerte sonido la interrumpió, mi cara se encendió en tiempo récord en cuanto reconocí que el sonido provenía de mi teléfono anunciando una llamada entrante, la canción que tenía preestablecida para las llamadas sonó a todo volumen, lo que me dio tanta vergüenza fue que la cancioncita que sonaba era “La vaca Lola”. Obvio yo jamás tendría un tono así, lo cual me desconcertó, seguramente Noah había puesto ese tono de llamada, pero ya verá, ya verá cuando lo vea mañana y lo golpee como nunca antes por hacerme pasar tremenda vergüenza.  

Todos inmediatamente voltearon a verme, cosa que me hizo temblar ligeramente. Saqué torpemente mi teléfono y contesté aún con todos mirándome, si creía que no podía ponerme más roja pues ya me demostré que sí era posible.  

—Lira, ya estoy afuera y no las veo, ¿dónde están? —habló mi padre.  

—Amm… sí papá. —Miré a mi madre—. Ya vamos.  

Colgué y traté con todas mis fuerza de no mirar a Alessio a pesar de que por reojo notaba que él me seguía observando, me puso aún más nerviosa.  

—Robert, pásame tu número para que te mande la dirección de la casa y vengas este sábado, será una grata sorpresa para Arthur. —Mi madre sacó su celular y ambos intercambiaron números—. Nos vemos, querido. —Se despidieron de un beso en la mejilla.  

Mi madre se acercó también a darle un beso en la mejilla a Alessio, observé qué hacía él ante el gesto de mi madre y descubrí que estaba como de costumbre: inexpresivo.  

Gabriela y yo no nos despedimos de ninguno. Salimos y mi papá estaba ahí esperándonos, se veía muy impaciente, él siempre era así.  

En el camino no dejaba de comerme las uñas, estaba ansiosa, ¿en serio iban a venir a mi casa?, no lo aguantaría. Mi mamá no le mencionó nada a mi padre, al parecer quería que fuera una sorpresa.  

Al llegar a casa, todos nos estaban esperando para cenar. En toda la cena, Owen no dejaba a de alardear que hoy le habían avisado que le dieron el puesto de contador en la empresa que fue ayer a pedir trabajo. Ya me tenía harta pero tuve que fingir felicidad por él. Ojalá pronto lo despidan para que la satisfacción le dure poco… aunque tampoco me conviene que lo despidan ya que se la pasaría de holgazán en la casa y lo que yo más quería era estar lo más lejos posible de él.  

Terminamos de cenar y me ofrecí junto a mamá a lavar los platos, ella los lavaba y yo los secaba y acomodaba. Este momento era mi oportunidad para preguntarle acerca del papá de Alessio.  

—Mamá.  

—¿Sí?  

—¿Quién era el señor? —pregunté, refiriéndome evidentemente al que ella había saludado en el centro comercial.  

—Oh, él es Robert Mussolini, es un viejo amigo mío y de tu padre, lo conocimos en la universidad —contestó, me pasó otro plato y lo sequé lentamente—. Su hijo está muy grande.  

—¿Conoces a su hijo? 

—Sí, Alessio —lo nombró—. Lo conocí cuando él tenía apenas un año de nacido. Por eso me sorprendió mucho cuánto ha crecido, no lo vi durante 16 años.  

—¿Por qué no lo viste durante tanto tiempo? —inquirí sin mostrar mucho interés, a pesar de que era lo que más sentía en estos momentos. Ella continuó lavando tranquilamente los vasos.  

—Cuando Robert y Camille tuvieron a Alessio, decidieron irse a Italia. Tu padre y yo perdimos contacto con ellos y bueno hija, antes no había tanta posibilidad de comunicarse como la hay ahora —respondió—. Por eso es que no los pudimos ver durante tantos años.  

—¿Quién es Camille?  

—Es la esposa de Robert, era mi mejor amiga en la universidad, cuando se fue la extrañé mucho. —Noté cómo su tono se había convertido en uno nostálgico—. Por fortuna ya nos volvimos a encontrar, y ahora sí espero no perder contacto con ellos. Pasado mañana vendrán y quiero que te portes muy bien como siempre, y no le cuentes nada a tu padre, quiero darle la sorpresa.  

—Sí mamá. —Asentí—. Y… ¿Quién y quién vendrá? —Esa era la pregunta del millón.  

—Robert, Camille, y por supuesto Alessio, hija. 

Diablos. Por unos instantes albergué la esperanza sobre que Alessio no viniera pero es obvio que sí lo hará. ¡Caracoles y más caracoles! ¡Recórcholis! y más Recórcholis! 
 



#32614 en Novela romántica

En el texto hay: drama, amor, amoradolescente

Editado: 01.12.2020

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