Atrévete

Capítulo 11

Oh por todos los Dioses. Ya llegaron.  

Alessio está aquí en mi casa.  

Mi madre salió disparada hacia la puerta para abrirla. Podía escuchar hasta acá los saludos. Tenía que ir a saludar también como me lo había pedido mi mamá, pero me quedé estática en mi lugar.    

Reaccioné en el momento que escuché la voz de papá. Sí, ya descubrió su sorpresa. Me decidí por ir finalmente a la entrada y, efectivamente, ahí se encontraba el señor Robert, su esposa, y atrás de ellos estaba Alessio. Mi corazón comenzó a latir desenfrenadamente. Ya veía venir que sería una tarde muy larga. Todavía ni entraban y yo ya quería que se fueran.    

Mi papá se puso muy feliz en cuanto se encontró después de tantos años con sus amigos. Quién sabe cuántos abrazos se dieron mis padres con el señor y su esposa. Estaban muy alegres, mientras que yo estaba que me ponía como papel de lo pálida que me sentía. Ya toda mi familia se encontraban saludando y conociendo a la visita, y yo aún ni me movía para acercarme.  

Robert y mi padre no dejaban de darse palmaditas en la espalda mientras que mi madre y Camille no paraban de hablar. Alessio permanecía observando detenidamente cada parte de la casa, y yo lo observaba a él. Sus ojos claros siempre parecían estar analizando todo cuidadosamente, verlo hacer eso era hipnotizante. Él era la clase de chico que te torturaba por desear saber qué tanto pasaba por su mente, era la clase de persona que jamás podría pasar desapercibida. Es como si pasar de su presencia fuera un pecado.  

Se veía igual de guapo como siempre, era tan alto que parecía intimidante y más aún con la inexpresividad que siempre cargaba en su rostro. Hoy  venía con pantalones de mezclilla negros, su camisa de botones color blanca de manga corta, y unos tenis blancos. Así se vestía casi siempre, y me encantaba. Pero lo que más me encantaba era su cabello, su hermoso pelo castaño que se veía tan sedoso que te daban ganas de acariciarlo para saber si era tan suave como aparentaba.  

La piel de Alessio era tan blanca que llegaba a verse pálido, y esas pecas, Dios, esas pecas eran un diminuto toque que le daban aires de ternura. Todo su rostro podía volverte loca, sus facciones, su nariz respingada, sus labios que resaltaban demasiado en su rostro alabastro.  

Todo él parecía un dulce misterio. Quizás en realidad no ocultaba nada como se rumoraba en la escuela, quizás en realidad él no es misterioso a pesar de que da esa pinta. No sé, ni siquiera lo conozco en realidad, no conozco bien su personalidad, sólo conozco lo poco que da a mostrar pero debo admitir que me encantaría descubrir qué es lo que no muestra, qué hay más allá del chico callado. 

Sin duda alguna, Alessio te provocaba atracción y curiosidad. Eso era lo que más te hacía sentir una vez lo tenías en frente.  

No me estaba dando cuenta de que me había quedado embelesada como siempre observando como acosadora a Alessio hasta que la voz de mi mamá interrumpió mi momento de ensoñación. Algo que internamente agradecí ya que estuve a poco de que me cacharan de infraganti viéndolo como boba. No me quiero ni imaginar mi cara.  

—Camille, ella es Lira, mi hija. —Mi madre me agarró de la mano para acercarme más a ellos—. Tiene 16 años, ya casi 17. 

—¡Wow, qué hermosa hija tienes! —exclamó la señora Camille, es una mujer muy elegante, se veía más joven que mi madre. Llevaba un vestido color crema entallado, su pelo rubio caía en su espalda en ondas muy bien hechas y estaba ligeramente maquillada, se veía muy hermosa y muy alta, me llevaba gran tamaño de diferencia por lo que tenía que mirar hacia arriba, bueno, en general todos eran más altos que yo, así que sabía que mi cuello dolería por tener que alzar tanto la cabeza—. Es un placer conocerte, Lira. —Me ofreció su mano y la estreché—. Eres muy bella —me alagó. Vaya, qué agradable señora.  

—Gracias —murmuro tímidamente.   

—¡Pasen, pasen! —invitó mi madre, todos le siguieron hacia la cocina pero antes de que Alessio avanzará, Owen le detuvo.  

—¡Hola, amigo! —Owen le dio una palmada en el brazo. No puede ser, ahora va a querer volverse su amigo. Alessio puso su atención en él y lo miró con indiferencia.  

—Hola —dijo secamente. Luego pasó de largo, y se fue directo a la cocina donde estaba el alboroto y la mayoría ya se encontraban sentados. Owen hizo una mueca por la reacción de Alessio pero no le dio mucha importancia y fue directo al comedor al igual que yo. Bien, es hora de pasar por esto. Entre más rápido mejor.  

Traté rápidamente de sentarme lejos de donde se había sentado Alessio, pero mi plan se fue al escusado en cuanto Gabriela me ganó el lugar. Le dije que me dejara ahí pero ella no quiso ya que quería estar cerca de Wendy y mi tía. Ya todos los asientos estaban ocupados y pasó justo lo que no quería que pasara: quedar frente a Alessio. ¡Es que nada me sale bien!  

Owen estaba al lado mío, mis abuelos de mi lado derecho, yo estaba frente a Alessio y él al lado de sus padres que a su vez ellos estaban cerca de los míos, Gabriela estaba junto a mi tía y mi prima. Quedé justamente donde no quería estar, ahora sí estaba que me orinaba del miedo y de los nervios. Incluso sentí que mi nuca sudaba.  

Todos comenzaron a servirse del banquete. Se veía deliciosa la comida pero no podía disfrutarla por estar tan nerviosa. Las manos me sudaban y trataba de limpiármelas constantemente en el vestido. Por suerte no se veía, pero mi pie izquierdo se movía repetitivamente de lo ansiosa que estaba. Últimamente mis días se tratan sólo de eso. 

Mis padres continuaban conversando animadamente con los padres de Alessio, soltaban carcajadas, y contaban lo que había pasado en todos los años que no se vieron. Nadie se metía en su plática.  

Los demás nos mantuvimos en silencio. Bueno, no todos, Gabriela y mi tía comentaban entre ellas sobre una serie o algo así, y mis abuelos estaban unidos en la charla de mis padres ya que ellos conocían bien a Robert y Camille.  

Creo que la única incomoda en la mesa era yo porque Alessio se mantenía sereno, y Owen tragaba como cerdo. 

Me serví un poco de comida y comencé a comer lentamente con la mirada concentrada en mi plato y nada más. Pensaba permanecerme así hasta que sentí una fría mano posarse en mi muslo. Era Owen, su asquerosa mano acariciaba mi pierna. Y entonces… me atraganté con un pedazo de papa. 

Empecé a toser fuertemente, entre más tosía más me sentía ahogar. Me levanté rápidamente de la mesa al igual que todos al ver mi estado. Mi vista se estaba nublando, y continuaba tosiendo, sentía mi cara arder.  

Mi mamá llegó hasta mí y empezó a darme palmadas en la espalda. Y eso funcionó. Al poco tiempo dejé de toser y mi respiración se regularizó. 

Mi abuela me pasó un vaso de agua y lo bebí cuidadosamente para no atragantarme ahora con el agua. 

—¿Ya te sientes mejor, cariño? —Mi madre me miró con un gesto preocupado. Le asentí.  

Ella volvió a su asiento y yo al mío. Mi cara seguía ardiendo pero ahora con más intensidad por la vergüenza. Otra vez estaba sintiendo vergüenza. Todos me miraban e inclusive Alessio. Menudo bochorno acababa de pasar.  

Carraspeo y continúo comiendo mientras trato de fingir que no estoy que me muero de la pena. Los demás volvieron a sus cosas, olvidando mi momento de casi muerte.  

De repente percibí una disimulada risa. Giré hacia Owen, el maldito se estaba riendo de mí cuando el causante había sido él por haberme puesto sus repugnantes manos encima. Lo miré de mala gana pero ni se inmutó. Quería gritarle pero me contuve.  

Iba a seguir en lo mío, pero lo que dijo mi mamá captó toda mi atención y la de Alessio. 

—Alessio —le llamó mi madre, él dejó de comer por un instante—. Tu madre me dijo que quieres estudiar para bioquímico. 

—Sí señora Jones, quiero estudiar eso. —Asintió. 

—¡Oh, qué maravilla! —Le sonrío abiertamente mi madre—. ¿Y en qué escuela asistes? —preguntó. 

Oh no. 

—En la misma que su hija —contestó simple. Abrí los ojos de par en par. Oh no. Oh no. Oh no. Alterné la vista entre ambos, ahora toda la mesa nos ponía atención.  

—Wow ¿en serio? —Mi mamá puso un gesto incrédulo—. Lira no me dijo. 

Ella me miró, bueno todos. Abrí la boca para decir algo pero no sabía qué decir exactamente.  

—Ah… mmm… es que… eh —balbuceo—. ¡Ah sí! —Suelto una risa nerviosa—. Se me olvidó comentártelo mamá, es que a veces se me olvida notar a Alessio, y por eso no recuerdo que va en la misma escuela que yo. 

Esperen… ¿Qué? ¿Qué acabo de decir? ¿Nací tonta o me hice así con el tiempo? 

¿Acabo de insinuar que nunca noto a Alessio y que por eso se me olvida que asiste a la misma escuela que yo? 

No pude haber dicho algo más ridículo que eso en toda mi existencia. Cerré la boca de inmediato. Miré a Alessio y él tenía una ceja alzada, no soy experta en leer mentes pero su gesto parecía de: ¿es enserio? 

Más patética no puedo ser. Oh por Dios, voy a colapsar aquí. Que alguien me zapee con un poste, por favor. ¡Es que acaso mi cerebro no tiene ideas brillantes o qué!  

Pude haber dicho que no lo conocía, o que sólo lo he visto pocas veces, que no le hablo o qué se yo. Cualquier cosa hubiera sido mejor, ahora quedé otra vez como bruta.  

Mi madre me miró boquiabierta, seguramente se estaba comenzando a molestar por lo grosera que soné.   

—Lo dice en broma señora Jones, su hija y yo somos buenos amigos —soltó Alessio.  

¿Quéééééééééé? 
 



#28977 en Novela romántica

En el texto hay: drama, amor, amoradolescente

Editado: 01.12.2020

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