Atrévete

Capítulo 12

Mi madre siempre me decía que escuchar música con los audífonos me dejaría sorda, y siempre ignoré eso pensando que estaba exagerando, pero ahora, ahora creo que tuvo razón y me siento culpable por no haberle hecho caso. Yo creo que no escuché bien lo que dijo Alessio porque no hay manera de que él dijera con toda la libertad que nosotros dos somos buenos amigos cuando claramente se nota desde lejos que no es cierto. Sí, seguramente debí haber escuchado mal. 

Sin embargo, quedé en estado de alerta y esperando a que alguien más hablara para confirmar que yo me había equivocado. Pero no fue así, sí habló alguien más pero para confirmar que sí había escuchado perfectamente claro. 

—¿En serio?, ¡qué maravilla! —Mi madre nos dio la sonrisa más radiante que había visto en mi vida, eso me asustó. Nada bueno venía. 

Me quedé petrificada. Miré a Alessio para buscar una explicación en sus ojos o algo que me aclarara las mil dudas que tenía en la cabeza, pero él ya no me miraba, ahora su atención estaba enfocada de nuevo en su plato y comía tranquilamente.  

—Lira, ¿por qué no me contaste que eres amiga de Alessio? —interrogó mi mamá con el ceño fruncido al igual que mi padre.  

No supe qué decir. Mi mente quedó en blanco. ¿Yo era amiga de Alessio? ¿En qué momento? 

Literalmente mi cerebro estaba por explotar. Iba a comenzar a balbucear, pero la voz de Gabriela interrumpió: 

—Sí, Lira, ¿por qué no nos contaste que eres amiga del chico que tienes en las fotos de tu galería?, y yo que pensé que sólo era tu amor platónico, y mira, resulta que son buenos amigos —Giré brutalmente la cabeza hacia Gabriela. No. Puede. Ser.  

Mi cara demostró puro terror. Sentí que los ojos se me saldrían en cualquier momento y que el color abandonaba mi cara. Oh por Dios. No lo dijo. ¡Ella no lo dijo! 

Quise desmayarme en ese preciso momento, hubiera sido bueno desmayarme para evitar esta situación pero mi cuerpo no reaccionaba ni para respirar menos para desmayarme de la nada.  

Me sentí hiperventilar.  

Sin duda la situación no podía empeorar.  

Quise huir a un aeropuerto e irme hasta Alaska para congelarme y esperar a morirme, pero no tenía tanta suerte como para que eso pasara. 

Abrí la boca dispuesta a negar todo, negar mi existencia, negar lo que dijo Gabriela, negar absolutamente todo. Pero me volvieron a interrumpir y esta vez fue Alessio.  

—En muchas ocasiones le pido a Lira que me tome fotos distraído —dijo haciendo énfasis en “muchas”, no sé por qué, pero su tono me sonó a reproche—. Es una buena fotógrafa —aseguró, y esta vez mirándome a mí directamente a los ojos, su mirada era tan dura y pesada que hasta tragué saliva.  

Me sentí volver a desvanecer. Simplemente no podía creerlo. Mi boca estaba hasta el piso. 

Oh por Dios. 

Consideré severamente en darme en la cabeza con un sartén para comprobar si esto estaba en verdad pasando, pero los latidos de mi corazón que se escuchaban hasta en mi cabeza me confirmaban de que en verdad estaba pasando, esto era real. 

La palabra vergüenza para mí ya la consideraba diminuta.  

—Oh claro, mi Lira tomó un curso de fotografía cuando tenía 14 años, de ahí sabe sacar unas excelentes fotografías —presumió con orgullo mi madre.  

En este punto yo ya no sabía en dónde meterme. Quería que alguien me borrara de la tierra con una goma.  

—¡Genial!, entonces Lira podría tomar nuestras fotografías en nuestra renovación de votos matrimoniales, claro, si ella quiere —interfiere la señora Camille dirigiéndose a mí con una amigable sonrisa—. ¿Te gustaría, Lira?, te pagaremos lo que gustes, y sólo serán unas pocas fotos. 

¿Qué?, Dios ilumíname. La conversación ya estaba tomando otros rumbos, pasó de la exposición que hizo Gabriela de mí hace unos minutos a que la señora Camille me quisiera de fotógrafa.  

¿En serio querían que yo fuera la fotógrafa de su renovación de votos matrimoniales?, pero si ni sé tomar fotos. Sí tomé un curso pero ya sabemos que no soy buena en nada, así que no aprendí muy bien que digamos. ¿Qué acaso no pueden contratar a un profesional?  

Estaba a punto de hablar para negarme, pero mi madre me interrumpió: 

—¡Por supuesto que le gustaría!, Lira es la indicada —aceptó sin siquiera permitirme a mí opinar sobre si quería o no.  

No protesté, por supuesto que no quería hacerme de fotógrafa pero me daba igual porque en estos momentos tenía otras cosas en la cabeza que me atormentaban.  

—Estupendo —comentó el señor Robert—. Renovaremos nuestros votos el mismo día de nuestro décimo aniversario, aún faltan 3 meses pero queremos invitarlos a todos desde ya, ¿si podrán ir verdad?  

—Nos encantaría estar ahí, y claro que iremos —confirmó papá. Mi madre asintió. 

Ellos continuaron hablando de su aniversario y quién sabe qué más, no me interesaba. Yo aún seguía petrificada por lo que había dicho Gabriela, mantenía la mirada gacha. En cuanto ellos se vayan regañaré a mi hermana; en primera porque seguramente ella espió mi teléfono en cualquier momento que no estuve presente, yo nunca se lo prestaba, y tampoco le ponía contraseña porque ni mis padres revisaban mi celular, qué bruta, de ahora en adelante le pondré contraseña, otra lección aprendida a costa de la humillación. Y en segunda la voy a regañar por haber dicho eso en frente de todos dejándome en humillación especialmente con Alessio.  

Y es que sí, sí tengo muchas fotos de Alessio, durante varios meses estuve tomándole fotos porque era un delito no retratar su guapura, pero después dejé de hacerlo porque se veía muy acosador, sin embargo, no borré las fotos que ya tenía de él para poder verlo cuantas veces quisiera. Vaya error cometí, debí borrarlas. La vida siempre me juega así.  

Le tomaba fotos discretamente en cuanto lo veía distraído, cuando se quedaba pensativo y absorto en medio de una clase y a mí me gustaba imaginar qué era lo que tanto pasaba por su mente. Le tomaba fotos cuando fruncía el ceño y se mordía ligeramente el labio inferior como si le frustrara no entender algo. Le tomaba fotos cuando cada viernes se sentaba solo en las gradas y se comía un pastelito de chocolate mientras escuchaba música y admiraba el cielo, parecía disfrutar y contemplar cada detalle en completa soledad. Alessio no era muy expresivo, y eso era lo que más te atraía, lo que te motivaba a saber más de él, yo consideraba eso como un don peligroso.  

Me encantaba capturar pequeños momentos que él parecía no querer compartir con nadie, y eso me hacía sentir culpable. Sí, lo observaba mucho, era mi pasatiempo favorito, pero en el fondo me sentía mal; sentía que invadía su espacio personal. 

Y ahora eso me jugó en contra, haberle tomado esas fotos me acababan de poner en la mayor vergüenza que he pasado en mi vida hasta ahora. Parece como si con Alessio mi destino fuera siempre pasar vergüenzas; nunca me acostumbraría a eso sin duda alguna.  

Lo miré, él continuaba comiendo como si nada le inquietara, qué envidia. 

Quería retirarme ya pero no podía.  

Una mano tocó mi hombro. Otra vez Owen molestando. 

—¿Con que amor platónico eh? —me susurró.  

Lo que me faltaba, no, ya no lo iba a aguantar. Me giré furiosa a él dispuesta a decirle sus cosas en la cara, me iba a escuchar bien para que dejara de molestar, estaba a punto pero no dije nada por una razón: mamá, mamá volvió a interrumpir mi acción de hablar. 

—Por cierto, queremos invitarlos a la fiesta de cumpleaños número 17 de Lira, será en un par de semanas. 

¿Qué? ¿Ellos qué? ¿Fiesta de quién?  

Peroooo ¿quééé? 

¿A la mera hora sí me harán fiesta?  

En 15 días cumplo 17 años, y yo insistí mucho en una fiesta, me hacía mucha ilusión porque nunca he tenido una, pero mis padres se negaron: dijeron que me harían fiesta de cumpleaños hasta los 18, y ahora salen con que sí habrá. Seguramente la quieren hacer ahora sí porque quieren invitar al señor Robert, la señora Camille y a Alessio. ¿En serio la harán solo por sus amigos? ¿no por mí? 

—Claro que sí —aceptó Robert—. ¿Qué día es exactamente y en dónde? —preguntó con genuino interés. 

—Es el día lunes dentro de dos semanas, será aquí en el jardín trasero de la casa —respondió mi madre y me miró a mí por unos segundos. 

Oh mira que ni yo estaba enterada de que tendría fiesta.  

¿Y ahora qué sigue, también los invitarán para pasar año nuevo?, ay no, mejor no doy ideas porque luego la suerte me juega feo. 

—Uh, entonces Lira cumplirá en poco tiempo 17 años, estás en la mejor etapa de tu vida, linda —comentó con júbilo la señora Camille. ¿A poco esta es la mejor etapa de mi vida?, si esta es la mejor no me quiero imaginar cuál es la peor—. En esta hermosa edad es cuando llega el amor, las relaciones amorosas, enamorarse perdidamente. —Abrí enormemente los ojos, ¡noooo! Que no hable de esto ahorita por favor—. Sabes, yo a los 17 años conocí el amor de mi vida, mi amado Robert. —suspiró y le dio un corto beso a su esposo mientras ambos se miraban con ternura, ewww. 

Mi padre carraspeó.  

—Mi hija aún está muy chica para esas cosas —habló seriamente mi padre.  

Okey, esto no podía ponerse más incómodo. Que ya se acabe esto por favor.  

—Ay, Arthur, a los 17 tú también andabas de pícaro con Carmen —se burló el señor Robert, mi padre se ahogó con el agua de su vaso. Tosió mientras mi madre le daba palmaditas en la espalda. Genial, ahora todos nos andamos ahogando este día, no puede faltar nada más. 

—Pero ya son otras épocas —carraspeó mi padre. 

—Con mayor razón, amigo —replicó Robert. 

—En fin, de igual manera no hay prisas Lira, el amor llega cuando tenga que llegar —finalizó la señora Camille para mi suerte—. Por cierto Lira, deberías ir a la nueva feria que se instalará en el pueblo, a mí no me gustan esos juegos pero a ustedes los jóvenes sí.  
—¡Oh sí! Yo escuché de esa nueva feria, será genial —intervino mi tía.  

—¿Cuál feria? —preguntó mi madre con el ceño fruncido.  

—La que te mencioné hermana, esta feria tendrá nuevas atracciones que la otra no tenía, pero esta sólo se abrirá por las noches, ayer vi un anuncio y se ve espectacular —le explicó mi tía muy rápido.  

—Sí, estará increíble —afirmó la señora Camille—. De hecho Alessio irá con sus amigos.  

—¡Mamá! ¡Yo quiero ir! —chilló de inmediato Gabriela mientras daba pequeños saltitos en su lugar.  

—No sé hija, no me agrada que sea en la noche. —Mi madre hizo una mueca.  

—Pero habrá muchas personas, será seguro mamá, por fis por fis —suplicó mi hermana haciendo ojitos de perro triste, esa cara siempre funciona.  

Había escuchado un poco de esa feria, pero a mí no me gustan, no me gustan los juegos, se ven muy peligrosos, incluso me dan miedo los carruseles.  

—Sí Carmen, y no estarán solas; Lira y Gabriela pueden ir con Alessio y sus amigos —propuso Camille.  

Giré a ver a Alessio, él alzó por unos momentos la mirada hacia su madre e hizo una muy poco perceptible mueca de desagrado que nadie noto a excepción de mí, era obvio que él no quería cargar conmigo y mi hermana como si fuera un perro guardián para nosotras.  

—Bueno, está bien. —Mi madre me miró—. Lira, puedes invitar también a Noah. 

Me niego a ir, no sólo porque no me gustan las ferias sino también porque no pienso estar tan cerca de Alessio.  

Decidí recurrir a mi vieja confiable: 

—Papá no nos deja ir —objeté como última alternativa.  

—¡Oh vamos Arthur! Déjalas ir para que se diviertan, ¿sí? —insistió la mamá de Alessio.  

¡No! ¡Papá di que no!  

—Desde luego que sí —afirmó mi padre.  

¡¿Qué le pasa al mundo hoy?! 
 



#28971 en Novela romántica

En el texto hay: drama, amor, amoradolescente

Editado: 01.12.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.