Llegamos y Alessio tardó en aparcar el auto porque los lugares estaban todos llenos, y el que quedaba vacío: la gente se peleaba por ganarlo. Salimos del auto y me quedé impresionada por lo increíble que se veía la feria, hay demasiada gente y, en especial hay grandes filas para comprar entradas, pero avanza rápido.
Todo está increíble, la rueda de la fortuna es lo que más sobresalía y brillaba desde lo lejos, nunca había visto una en persona porque la antigua feria no tenía, me entró un miedo por lo enorme que era esa cosa y, aunque va lento, siento que en cualquier momento puede pasar un accidente.
Esta nueva feria es muy grande, y que la abran de noche es magnífico, sorprendente, las luces le dan un aspecto maravilloso. Que esté en el bosque le da otro toque porque varios pinos están también decorados de luces doradas. Se ve como si fuera una gran noche de brillantes estrellas.
Le mando un mensaje a Mikaela para avisarle que ya estamos aquí y al instante me contesta con que nos está esperando con los chicos en la primera fila de la caja para comprar boletos.
—¿Tus amigos ya llegaron? —me preguntó Lucas.
—Sí, están en la primera fila esperándonos —respondí, guardando mi teléfono en el bolsillo trasero de mis jeans.
—Genial, nosotros buscaremos a Letzy —informó Lucas con una sonrisa.
Asiento, apegándome al brazo de Noah.
—Nos vemos en la primera fila, ahí espérennos —dictaminó Lee.
Asentimos. Ellos tres se fueron por su lado.
Noah, mi hermana y yo nos dirigimos hacia Mikaela, después de unos minutos la encontramos formada junto a Sebastián y Martin.
—Hola —saludo con un beso en la mejilla a cada uno, a excepción de Sebastián porque no quiero ponerlo de mal humor y es que se pone gruñón cuando lo tocan, siempre nos dice a todos: <<nada de besos y abrazos>>.
—¡Hola! —Gabriela se acercó a darle un abrazo a Mikaela y Martin, y cuando iba a dárselo a Sebastián, este le dio una mirada de advertencia suficiente para que ella se alejara como perrito asustado.
—¿Y Lee? —husmea Mikaela, mirando en todas direcciones.
—Ah, los tres fueron a buscar a la prima de Alessio —informé.
—Bien, ¿y estás lista? —cuestionó Mika con referencia al plan que habíamos repasado en la mañana.
—No —admití—, pero tengo que aventarme —enuncié justo como ella me había enseñado.
—¿Lista para qué? ¿Aventarte a qué? —interrogó Gabriela con el ceño fruncido.
—Nada importante —dije con fingida indiferencia.
Gabriela no insistió más, no puedo decirle nada a ella, no puedo decirle que me gusta Alessio, mucho menos después de que expuso lo de mi galería frente a él y su familia. Si le contara, ahora sí que no pararía de molestarme todo el tiempo y haría comentarios que me dejarían en ridículo con Alessio, si de por sí.
Continuamos por unos minutos avanzando en la fila hasta que veo a Alessio, Lucas y Lee venir hacia donde estamos, y también vienen junto a una chica que asumo es la prima de la que me contó Lucas. Ella viene muy sonriente tomada del brazo de Alessio mientras que él tiene la cara seria.
Cuando llegan a nosotros puedo percibir a mayor detalle. La chica se ve de nuestra edad, su pelo es rosa, es chaparrita, tiene una envidiable piel almendra, trae puesto una falda de mezclilla, un top color blanco, y unas botas vaqueras.
Espero caerle bien a su prima con eso que mencionó Lucas en la mañana.
Bien, ahora sí inicia la cosa.
—¡Hola, soy Lucas! —llegó a presentarse muy emocionado y amable.
—Mucho gusto, yo soy Mikaela. —Sonrío, y señaló a Sebastián y Martin—: Estos mequetrefes son Sebastián y Martin. —Ambos mueven al mismo tiempo la cabeza a modo de saludo.
—Y estos son Alessio y Lee. —Lucas señaló a cada uno que nombró y estos hicieron lo mismo que mis amigos—. Ah, y ella es Letzy, la prima de Alessio. —señaló a la chica.
Letzy soltó el brazo de Alessio y se acercó de forma depredadora hacia todos nosotros y, en un gesto sumamente extraño, se puso a mirarnos de pies a cabeza mientras que parecía estarnos olfateando. Eso fue lo más raro que había visto en mi corta existencia.
Empezó su inspección con Noah, y no le hizo gesto alguno mientras que él la miraba con cara de no comprender. Luego pasó a mí y desde ahí supe de inmediato que no le caí bien, me dio la misma mirada que Lucas mencionó cuando a Letzy no le das buena vibra. Y vaya que me causó inquietud su intensa mirada cargada de odio. De verdad que su mirada daba miedo, me encogí un poco en mi lugar. Luego pasó el turno de Mikaela, y a ella la miró con normalidad, pero entonces llegó el turno de Gabriela y la prima de Alessio mostró una gran sorpresa.
—Woow —emitió Letzy entre su asombro—. Tus energías son simplemente… wow.
Letzy estaba extasiada con mi hermana. ¿Mi hermana tiene buenas energías y yo no?
Gabriela parecía no saber en dónde meterse para que se acabara esta incomodidad. Literalmente Letzy estaba tan cerca de mi hermana que estaban rozando narices mientras que Gabriela retrocedía un poco la cabeza para tratar de mantener distancia.
—¡Seremos mejores amigas! —El chillido de Letzy me hizo dar un salto del susto. Gabriela sólo puso una sonrisa tensa, claramente incómoda.
La chica dejó de invadir el espacio personal de mi hermana y llegó el turno de Sebastián, entonces pasó lo mismo que con mi hermana. Ella lo miró como si se tratase de un diamante, uno muy valioso. Me estaba empezando a asustar de verdad.
Letzy lo tomó desprevenidamente del brazo y emitió chillidos de emoción. Sebastián puso de inmediato cara de asco y molestia, trató de zafarse de Letzy pero ella estaba como garrapata.
—¡Medícate loca! —exclamó Sebastián y zarandeó su brazo para que esta se soltara y lo dejara en paz, algo que no funcionó porque ella seguía pegada.
Miré a Lucas y con los labios gesticuló un <<te lo dije>>. Yo le asentí, ahora entiendo.
Después de ese raro momento y de las quejas de Sebastián sobre su ahora nueva amiga que no quería y se negaba a despegarse de él, compramos cada uno nuestro propio boleto y entramos, me fasciné en cuanto vi todo.
Sin duda, quedé encantada. La verdad agradezco haber podido venir, hay demasiada gente, niños, adultos, todo el ambiente grita alegría por todos lados. La música rodea todo el lugar. Hay muchas atracciones también, pero eso sí que no se ve agradable, no conozco ni me he subido a la mayoría, pero con tan solo escuchar a la gente gritando, me entran las náuseas.
En la antigua feria, sólo me había subido una vez de niña al barco pirata y quedé traumada, en cuanto bajé tuve que ir a vomitar, desde ahí le temo a todo eso. Gabriela también se subió pero por supuesto que ella no quedó traumada como yo.
Omitiendo eso, también hay por doquier puestos de comidas, y juegos divertidos para ganar premios, también hay minis puestos que venden muchas chucherías. En eso me la pasaré esta noche, en comprar cositas de recuerdo porque quién sabe cuándo vuelva a venir, y por supuesto se me antoja mucha comida de los puestos, en especial un algodón de azúcar. Y quiero comprar una diadema brillante de moño de Minnie Mouse, siempre he querido ponerme una y hoy pienso hacerlo.
Gabriela en cuanto entramos empezó a chillar de emoción y a dar brinquitos. Me hizo aún más feliz verla tan contenta.
—¡Qué esperan! ¡Ay que subirnos a todos! —Siguió dando saltitos.
—Pero con calma hermana —dije con una sonrisa.
—¡Hermana, corre, quiero subirme a ese primero! —Me haló del brazo para señalarme un juego muy peligroso que parecía un martillote que iba muy rápido de un lado a otro. ¿Qué se supone que sea ese juego? ¿Es seguro? Yo creo que no, porque se ve terrorífico y los gritos de la gente me dan pavor.
La detengo.
—Que Mikaela vaya contigo. Yo iré a comprar un algodón de azúcar, y te compraré uno —le indiqué. Ella asintió.
—¡Está bien!, vamos Mika. —La haló hasta ese terrorífico juego.
Letzy se va a seguir a Gabriela y arrastra consigo a Sebastián. Pobre de mi amigo.
Me quedé sola con Noah, Alessio, Lucas y Lee.
—Mmm… voy por un algodón de azúcar —repetí, dándome media vuelta.
—¡Yo te acompaño! —me dijo Lucas.
Traté de ocultar mi desilusión, no me molesta que venga conmigo, pero de cierta manera pensé que Alessio se ofrecería a ir conmigo por un algodón porque así hubiera sido más fácil establecer contacto con él, pero obvio que esperé mucho.
Dejamos a los chicos y fuimos por los algodones, yo me compré uno rosa y a Gabriela le compré uno azul. Lucas se compró unas palomitas. Regresamos a donde estaban desde lejos a punto de subirse al martillote mi hermana y mis amigos junto con la prima de Alessio que tenía asfixiado al pobre Sebastián. No sé a dónde había ido Noah, Alessio y Lee.
—Oye. —Presté atención a Lucas—. ¿Ya tienes pareja para el baile de invierno?
—Mmm no, creo que iré sola —contesté, comiendo de mi algodón.
—Uh, ¿Y… no te gustaría ir acompañada?
—Mmm no. —Me encogí de hombros.
—¿Por qué? —inquirió con el ceño fruncido.
—Pues es que, no sé, creo que sería incómodo. —Hice una mueca—. Ya sabes, eso de bailar románticamente, ir tomados de la mano y esas cosas, no me gustaría pasar la noche así tan cursi. Y aparte, no tengo quién me invite.
—Puede que sí haya algui…
—¡Lucas! —Giré cuando escuché a Lee gritando en nuestra dirección. A su lado venía Alessio y atrás estaba Noah.
Llegaron y Noah se pasó a mi lado.
—Mira, Lucas, en las pistolitas gané un oso para ti. —Lee le extendió un oso de peluche color marrón—. Te lo regalo con todo mi amor, viejo.
—Qué considerado, acepto tu gesto con todo mi amor. —Lucas tomó el peluche.
—Alessio no ganó nada, es malísimo para los juegos de puntería —se burló el coreano.
—No es verdad —bufó Alessio, haciendo un mohín—, sólo tengo malas rachas en el juego.
—Sí, ajá, malas rachas —ironizó Lee. Alessio le puso mala cara.
Inflé los cachetes en un intento de contener una sonrisa.
—Lee, vamos al paseo del diablo, ¿sí? —suplicó el oso. Bueno, fue Lucas pero puso al oso en su cara y le junto las manitas a modo de súplica.
—¿Qué juego es ese? —inquirió mi amigo.
—¡¿No lo conoces?! —chilló Lucas, quitándose el oso de la cara—. Es la atracción más divertida de este parque.
—No la conozco —confesó Noah.
—Mira, tienes que subirte a un carro que va dando vueltas muy rápidas y seguidas que te marean, es como un tipo simulador de Rápidos y Furiosos —le explicó Lucas—. Y se tiene que poner una meta sobre cuántas vueltas crees resistir sin vomitar y el que consiga resistir más vueltas, gana. ¡¿No es genial?!
Qué horror. Pero ese horror le fascinó a Noah.
—¡Yo quiero subir! —exclamó mi emocionado amigo. No entiendo su afición por los juegos extremos en peligro.
—De acuerdo —aceptó Lee—. Pero, tengo una idea: aparte de que le ganador reciba su premio, también que ahora el perdedor reciba un castigo.
—Sí, el primero que vomite, recibirá un castigo —afirmó Lucas. Noah asintió.
—¿Vienen? —se dirigió Lee a mí y a Alessio.
—No —me negué—, yo paso, pero gracias por invitarme.
—Está bien, ¿y tú me querido Ali, vienes? —Quise reírme ante el diminutivo que le puso Lee a Alessio.
—No quiero que el vómito de alguno de ustedes caiga en mí, así que no —se negó también él.
—Eres un aburrido, pero ya que te vas a quedar, cuida de mi oso Loky, por favor. —Lucas le extendió el oso a Alessio.
Vaya, qué rápido nombró al peluche.
Los tres se fueron corriendo hacia la cosa esa a la que pensaban subirse.
Un momento… ¿Me van a dejar sola con Alessio? ¡¿Me dejaron sola con Alessio?!
Qué lenta soy por captar ese pequeño gran detalle hasta ahora. Me tensé.
Y aquí me entró el pánico. Mi corazón empezó a latir aún más rápido como si se quisiera salir de mi pecho.
Volteé la cabeza para mirar hacia donde estaba Gabriela con los demás. Ya iban a subirse a sus asientos, Mikaela me notó desde lo lejos y antes de subirse vio que yo estaba sola con Alessio, me hizo una señal para que comenzara a hablarle.
De los nervios, empecé a comerme el algodón que había comprado para Gabriela. Mantenía mi boca llena para aplazar el hecho de tener que dirigirle la palabra a Alessio. No sé qué es lo que él estaba haciendo a mi lado y me daba miedo voltear.
A ver, tengo que calmarme y seguir los pasos de la lista. Tengo que soltarme. Sólo tengo que decir cualquier cosa que inicie una simple conversación.
Inhalé y exhalé pesadamente.
Bueno, aquí vamos…
—Así que… eres malo en los jueguitos de la fe-ria —me tembló un poco la voz y se me había salido un mini gallo de lo nerviosa que estaba.
Se me ocurrió empezar con eso porque creo que fue lo que escuché que Lee le había dicho.
—No en todos —dijo.
Hice un festejo interno.
—Ah… ¿y en cuá-les no eres malo? —continué, como me había recomendado Mikaela.
—En el de los patos —contesto simple. Ahora sí giré para poder verlo. Él se mantenía serio mientras miraba hacia el juego peligroso donde se había subido su prima junto a mis amigos.
—Ah… —¡Dile otra cosa!—. Y… ¿no quie-res ir a jugar? —tartamudeé un poco. Decir eso había sido un gran avance porque hace unas semanas jamás me imaginé que yo estaría invitándolo a ir al juego de patos en una feria. Aunque aún no es el avance que quiero.
Me miró y, la verdad no pude sostenerle la mirada así que tuve que desviarla. Sentía comezón en las palmas de mis manos sudadas.
—Bien —aceptó.
Avanzó, y yo no me pude mover, me quedé mirándolo hasta que se giró y se dio cuenta de que no lo seguía.
—¿No vienes?
En mi interior grité de emoción y tenía unas grandes ganas de también gritar en el exterior, pero no lo hice porque obviamente arruinaría todo.