Aunque se hunda la Barca

Capítulo 3: La Tierra de Kaifa

El sol ya se había escondido detrás de las montañas cuando Brando pisó la tierra ajena a sus pies. La arena bajo sus botas era diferente, áspera, llena de promesas rotas y secretos guardados. Este lugar no era como el suyo. Aquí, las sombras parecían más largas y las miradas más desconfiadas.

Sabía que Kaifa vivía al otro lado de las colinas, en una casa aislada, lejos de los ojos curiosos. No había muchas personas dispuestas a cruzar esta tierra, y mucho menos en busca de algo que se le hubiera robado a otro. Pero Brando ya no pensaba en el peligro. Solo pensaba en Brako.

—Debo encontrarlo —se dijo, mirando al horizonte oscuro, donde las luces de la casa de Kaifa titilaban como estrellas traicioneras.

En su pecho latía el miedo, pero no tenía tiempo para él. La fatiga de su cuerpo, agotado por el viaje, solo lo impulsaba a avanzar más rápido. Había cruzado el lago, había perdido su barca, y aún así seguía de pie. Nada lo detendría.

Se acercó con cautela, esquivando el sendero principal. No quería ser visto, no aún. Sabía que Kaifa era un hombre astuto, peligroso incluso. En su cabeza, no solo rondaban pensamientos de recuperar a Brako, sino también de enfrentarse a un hombre que, hasta ahora, había vivido con el miedo de ser descubierto.

La luna llena iluminaba las montañas, y Brando se sentía como un intruso en un terreno desconocido. Cada paso lo acercaba más al lugar donde, con suerte, encontraría a Brako. Pero a medida que se acercaba, algo en el aire le dijo que las cosas no serían fáciles.

Al llegar a la casa, vio a lo lejos a Kaifa, sentado frente a una hoguera. Su figura era alta, imponente, y algo en su postura decía que él sabía que alguien se acercaba. Brando respiró hondo y dio un paso adelante.

Pero algo no estaba bien. El perro, Brako, no estaba cerca. Brando observó con más atención. ¿Dónde estaba? En ese momento, vio a Kaifa levantarse lentamente y dar media vuelta hacia la puerta de la casa.

—Ya basta, Brando —dijo Kaifa en voz baja, pero con una seguridad que hizo que Brando se detuviera en seco.

Brando se quedó inmóvil, sin saber cómo responder. Kaifa lo había descubierto, y lo que más temía estaba sucediendo: su enfrentamiento estaba por comenzar.

—No tengo mucho tiempo —continuó Kaifa—. Pero te diré algo: si quieres a Brako, tendrás que luchar por él. Este no es un lugar para cobardes. Tienes lo que se necesita, pero tal vez no lo suficiente.

La última palabra de Kaifa resonó en la mente de Brando. "Tal vez no lo suficiente". ¿Qué significaba eso? ¿Qué debía hacer para recuperar a su amigo? Kaifa lo miró fijamente, con una sonrisa en los labios que helaba el alma.

Brando no tenía miedo. Su deseo por recuperar a Brako era más fuerte que cualquier desafío que le pudieran poner enfrente. Y lo iba a demostrar.

—Haz lo que tengas que hacer —dijo Brando, mientras sus ojos brillaban con la determinación que le había dado todo lo que había vivido hasta ese momento.

Sin que Kaifa dijera más, Brando avanzó hacia la puerta de la casa, decidido a enfrentarse a lo que sea que Kaifa le tenía preparado.

Lo que no sabía era que su verdadera prueba estaba por comenzar, y no solo tendría que enfrentarse a Kaifa… sino también a su propio temor de no ser lo suficientemente fuerte.

FIN DEL CAPÍTULO 3




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