Aunque se hunda la Barca

Capítulo 4: La Trampa de Kaifa

Brando se adentró con cautela en la casa de Kaifa, sintiendo una mezcla de incertidumbre y rabia que crecía con cada paso. Había algo en el aire que lo inquietaba. La oscuridad de la casa parecía envolverlo, pero su corazón seguía latiendo con la misma fuerza de siempre: **por Brako.

Al cruzar el umbral, una puerta crujió y la oscuridad pareció tragárselo. Dentro, solo había sombras y ecos de murmullos. El ambiente estaba cargado, como si alguien lo estuviera observando. Pero el único sonido que podía escuchar era el de su propio respiro, y la opresión que sentía en su pecho lo hizo más consciente de lo vulnerable que era.

Kaifa lo había retado. Pero Brando no podía ceder. Brako lo esperaba, y eso era lo único que importaba. A cada paso, la casa parecía volverse más laberíntica. ¿Qué tipo de hombre era Kaifa? La idea de que todo lo que había hecho para llegar hasta allí podría ser una trampa lo atormentaba.

Finalmente, una luz tenue apareció al final del pasillo. Allí estaba Kaifa, con su rostro serio, observándolo como un cazador que se prepara para la caza. Brando se detuvo, con el corazón palpitando.

—Lo has hecho bien hasta ahora, pero ¿tienes lo que se necesita para seguir? —preguntó Kaifa, su voz grave como el sonido de una tormenta a lo lejos.

Brando no vaciló, aunque sentía la presión aumentar. Brako estaba cerca. Lo podía sentir.

—Dame a Brako, y esto terminará.

Kaifa soltó una risa seca y sibilante.

—No se trata de lo que quiero o no quiero. Se trata de lo que tú eres capaz de hacer para conseguirlo. No me refiero solo a fuerza física, sino a lo que eres en tu interior. ¿Estás dispuesto a arriesgar todo?

Brando apretó los puños. No había tiempo para dudas.

—Lo estoy.

Kaifa se dio la vuelta, señalando una puerta cerrada en el fondo de la habitación.

—Entonces, ve y demuestra lo que vales. Brako está dentro, pero no será tan fácil.

Brando avanzó sin pensarlo, con determinación, pero en su interior la inquietud lo invadía. Sabía que Kaifa lo estaba probando, lo estaba empujando a sus límites. Pero no importaba lo que viniera después, él iba a seguir luchando, sin importar cuán oscuro se pusiera todo.

Al abrir la puerta, una ráfaga de aire frío lo golpeó, y vio lo que temía: una serie de trampas, peligros que desafiaban su habilidad, su valentía. ¿Estaba listo para enfrentarse a ellas?




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