Capítulo 0: Festival

Año 567, Reino Nórdic.

En la provincia de Monte Blanco, al norte del vasto Reino Nórdic, se encuentra una de las maravillas más imponentes del reino: la Cordillera Blanca.

Desde más de 15 kilómetros de distancia, sus picos cubiertos de nieve son visibles, alzándose con majestuosidad en el horizonte, una frontera natural entre el Reino Nórdic y el vecino Reino de Kyros. A los pies de estas colosales montañas, en el único paso que conecta ambos reinos, se erige la legendaria Ciudad Blanca.

Esta ciudad-castillo, uno de los pilares más importantes del Reino, es tanto fortaleza como hogar para miles de habitantes. Conocida por el blanco resplandor de sus muros, construidos con enormes bloques de cuarzo extraídos directamente de la cordillera, la Ciudad Blanca es un monumento a la fuerza y el ingenio de sus constructores.

Las piedras, talladas meticulosamente, van desde uno hasta dos metros cuadrados de tamaño, componiendo no solo las murallas que protegen la ciudad, sino también habitaciones enteras excavadas en las entrañas de la montaña.

El castillo en sí abarca cerca de dos kilómetros cuadrados, mientras que la ciudad exterior, que se extiende fuera de las imponentes murallas, cubre aproximadamente cinco kilómetros cuadrados adicionales. Alrededor de 150 mil personas llaman hogar a esta magnífica urbe, cuyo gobierno está bajo el mando del poderoso Duque Le Blanc, asistido por tres importantes familias de barones: los Ashki, los Lewing y los Snow.

A estas se suman cuatro familias nobles de menor rango pero con gran influencia en la ciudad: los Groth, encargados de las tierras agrícolas al sur del territorio, la ganadería, cria de animales por su comercio de pieles y de la caza de distintas especies de bestias salvajes; los Cavil, una familia de caballeros de larga tradición; los Rich, antiguos plebeyos que obtuvieron su título nobiliario gracias a su significativo impacto en la economía local; y finalmente, los Delin, de la cual es miembro el médico real, Ronnie Delin.

A principios de cada año, la ciudad se prepara para uno de los eventos más importantes del calendario: el festival de la fundación del imperio y la llegada de la primavera.

Este festival no solo tiene lugar en Ciudad Blanca, sino también en las otras dos ciudades que representan los pilares del Reino Nórdic: Eden, la capital del Reino y pilar central, y Tryen, el castillo que protege el sur. Juntos, estos tres pilares sostienen la seguridad, la prosperidad y la estabilidad de todo el reino.

Durante el festival, la ciudad bulle de actividad. Hombres y mujeres de la fuerza agrícola, cazadores, comerciantes y recolectores se organizan en caravanas para abandonar la ciudad y embarcarse en sus viajes comerciales, labores agrícolas o expediciones de caza.

Los ciudadanos se reúnen en la salida principal de la ciudad para despedirlos, deseándoles buena fortuna y un regreso seguro. Este es un momento crucial para la economía del reino, ya que gran parte de la producción y el comercio del año depende del éxito de este festival y sus preparativos.

Plaza principal de Ciudad Blanca…

— Me siento complacida de que esta noche hayas decidido compartir conmigo y disfrutar del festival juntos, hermano —dijo con una sonrisa mientras observaba las luces del festival.

—Pues... te lo prometí en tu cumpleaños. Yo, Arthur Ashki, siempre cumplo mis promesas, sobre todo las que hago a mi hermanita malcriada —respondió él, riendo suavemente—. Ah... lo siento, quise decir mi hermanita amada.

—¡Hehe, eres muy gracioso, eh! —replicó ella, fingiendo molestia, pero con una sonrisa en los labios—. Vamos a la feria a comer algo. Me muero por probar el delicioso helado de la casa Groth, ese que solo venden durante el festival de la fundación.

—Está bien, te invitaré como disculpa —dijo Arthur, asintiendo con una sonrisa—. También quería recorrer las tiendas del festival. Quiero comprar un recuerdo para nuestra madre y, por supuesto, algo para cuando regrese padre de la campaña contra los bandidos.

—¡Sí! Le compraré esa túnica que tanto me encanta, la que vi en la nueva tienda de la plaza principal, Le Monc.

Arthur suspiró profundamente antes de responder y seguir los pasos de su hermana.

—Solo quieres ir a ver cosas para comprar... pero no puedo hacer nada al respecto. Vamos.

En Ciudad Blanca, el festival adquiere una importancia aún mayor, ya que la mayoría de los hombres que no pertenecen al ejército participan en las expediciones comerciales o en las labores agrícolas y de caza.

La región, ubicada en una zona montañosa y con suelos poco fértiles, depende en gran medida del comercio de cuarzo y otros minerales extraídos de las montañas. Las minas son trabajadas principalmente por esclavos y prisioneros bajo el control del ejército, lo que hace del comercio la columna vertebral de la economía local.

El festival, que dura aproximadamente una semana, recibe a comerciantes de todas las ciudades del norte del Ducado Le Blanc, quienes llegan para participar en la festividad, comerciar minerales y adquirir esclavos para sus propios viajes comerciales. Durante los últimos días del evento, se organizan las caravanas que, escoltadas por soldados de las familias nobles, abandonan la ciudad en un gran desfile de carruajes.

El primer día, parten los agricultores y viajeros independientes. El segundo día, una enorme caravana de más de mil carrozas decoradas, escoltadas por guardias y soldados, se despide de la ciudad. Fuegos artificiales iluminan el cielo mientras los habitantes de la ciudad aclaman y celebran su partida. Durante la noche, las linternas brillan en el aire, cada una con buenos deseos y esperanzas de un retorno seguro. Las familias, con el corazón en la mano, ven partir a sus seres queridos, confiando en que volverán sanos y salvos cuando el otoño toque las puertas de la ciudad.

Cuando el festival llega a su fin, la ciudad queda en un profundo silencio. Las calles, que habían estado repletas de actividad y júbilo, ahora están vacías. Solo la luz de la luna ilumina la Ciudad Blanca, una luna que, en esa noche particular, parecía teñida de un rojo inquietante, como si presagia que algo fuera de lo común estaba por suceder.